Presos políticos y la “dictadura pinochetista” venezolana

visitaRealizar un símil –como lo ha hecho Ricargo Lagos- entre la situación procesal de López y Ledezma con los abusos y las violaciones de los derechos humanos cometidos bajo la dictadura pinochetista es agraviante para las víctimas y en especial para los familiares de los desaparecidos en Chile.

Por Francisco Michel, experto en política internacional

Resulta desconcertante y difícil de comprender que personeros de la Nueva Mayoría como Isabel Allende, Carolina Tohá y Juan Pablo Letelier, entre otros, se presten para apoyar públicamente a los políticos opositores venezolanos, Antonio Ledezma y Leopoldo López, así como es fácil imaginar la sorpresa de Lilian Tintori y Mitzi Ledezma, cónyuges de los políticos opositores que cumplen prisión preventiva por orden de la Fiscalía General, cuando fueron recibidas por la presidenta del Senado, Isabel Allende, junto al hijo del ex Canciller Orlando Letelier, asesinado por la DINA en Washington y por la hija de quien fuera ministro del Interior de Salvador Allende, quien murió en manos de tus torturadores golpistas.

Si algo une a Antonio Ledezma y Leopoldo López, precisamente, es su apoyo a las asonadas golpistas que han intentado llevar a cabo una y otra vez en contra del gobierno constitucional venezolano. La más “exitosa”, pero no la única, fue el golpe fallido en contra del ex presidente Hugo Chávez, que tuvo lugar en abril de 2002. Este es, quizás, el vínculo más evidente que une al ex militante de Acción Democrática (AD), Antonio Ledezma, con el “niño terrible” de la oposición venezolana, Leopoldo López. Si bien Antonio Ledezma niega haber concurrido al Palacio de Miraflores a firmar el decreto de Pedro Carmona, mediante el cual se formalizaba el golpe de Estado en contra del fallecido presidente bolivariano, Hugo Chávez, su apoyo activo al derrocamiento violento del Mandatario no es un secreto para nadie y Ledezma nunca ha pretendido ocultarlo.

Su zigzagueante trayectoria política, lo llevó a apoyar al candidato “adeco”, Luis Alfaro Ucero, a quien luego abandonaría para respaldar a Henrique Salas Romer. El año 2000 Ledezma renunció a AD y fundó el partido Alianza al Bravo Pueblo, luego, fue derrotado en su candidatura a la Alcaldía del Municipio Libertador (Caracas), pero desconoció los resultados. Más tarde, apoyó activamente el golpe de Estado y a los militares declarados en rebelión en la Plaza Altamira de Caracas. Fue uno de los artífices del desestabilizador paro petrolero-empresarial que pretendía derrocar al Presidente Chávez y uno de los principales impulsores del “Plan Guarimba”(1), destinado a subvertir la estabilidad democrática. Fue acusado de incitar a militantes de Alianza al Bravo Pueblo y AD a quemar la sede del partido chavista Movimiento V República en Caracas; desconoció más tarde los resultados del referéndum revocatorio del mandato que ganó ampliamente el presidente Chávez. En seguida lideró al sector opositor que se retiró de las elecciones parlamentarias, con el propósito de deslegitimar al gobierno, guiado por un furioso anti chavismo que siempre ha estado por sobre sus débiles convicciones democráticas.

El caso de la figura emergente y polémica de Leopoldo López dentro de la más radical y extrema oposición venezolana no es muy diferente. Así consta en los cables confidenciales del Departamento de Estado revelados por Wikileaks, donde López aparece mencionado en 77 ocasiones, como una figura central en las disputas internas que dividen a la oposición venezolana y que muestran a López a menudo en conflicto con los demás dirigentes anti chavistas, en el contexto de las numerosa reuniones sostenidas en la propia embajada norteamericana en Caracas, tanto por López como por sus asesores más cercanos.

No es que el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma sea una figura menos controvertida que López. Por el contrario, el pasado político de este ex militante de Acción Democrática (ADECO), no corresponde en absoluto al de un demócrata modelo. Fue designado por el entonces presidente Carlos Andrés Pérez, gobernador del Distrito Federal de Caracas y estando en ese alto cargo fue el responsable directo de la grave y violenta represión de la protesta social, que culminó con más de 200 fallecidos y cerca de 3 mil desaparecidos en manos del ejército, con ocasión de los graves disturbios ocurridos del 28 de febrero de 1989, conocidos como “el Caracazo”.

Leopoldo López, por su parte, se desempeñó como alcalde de Chacao, un acomodado barrio residencial de Caracas, pero ganó notoriedad recién en la segunda mitad de 2013, cuando en medio de la crisis económica que sufre Venezuela impulsó el derrocamiento del presidente Maduro a través de la protesta social, acción que fue resistida incluso por amplios sectores de la oposición, que lo acusaron de haber perdido conexión con la realidad y de recurrir al radicalismo violento como única forma de recuperar cierto liderazgo, ante el surgimiento de otras figuras políticas opositoras que lo desplazaron, como Henrique Capriles.

Sin embargo, la destacada participación de López en el violento asedio al Palacio de gobierno en el año 2002, que culminó con el golpe de Estado fallido en contra del entonces presidente Hugo Chávez, dejando una secuela e 19 muertos y más de 200 heridos a bala, ha sido su principal “logro político”. Comenzó su turbulenta carrera en el partido Primero Justicia, pero pronto derivó a la agrupación de extrema derecha Voluntad Popular. No es casual, entonces, que López -junto a la conocida opositora, María Corina Machado- hayan concurrido presurosos al Palacio Miraflores, en abril de 2002, para firmar lo que se suponía debía ser el acta de defunción del gobierno del presidente Chávez, documento más conocido como el “Decreto de Carmona”, con el que se derogaba la constitución, se autodesignaban nuevas autoridades a cargo del poder ejecutivo, se cerraba el congreso y se destituían a los miembros del Tribunal Supremo, entre otras draconianas medidas. Debe reconocérsele a López, sin embargo, una cierta coherencia, pues ha reivindicado reiteradamente su apoyo a esa asonada golpista sin siquiera ruborizarse.

Si bien resulta desconcertante ver imágenes de personeros de la Nueva Mayoría sumándose a la campaña internacional que llevan a cabo las cónyuges de Antonio Ledezma y Leopoldo López en contra el gobierno constitucional de Venezuela, estupor es lo que generan las indignantes declaraciones del ex presidente Ricardo Lagos y la comparación que éste realizó entre la situación de Venezuela y del estado de los derechos humanos en aquel país, con Chile bajo la dictadura de Pinochet. Las palabras del ex Mandatario son un verdadero insulto a la inteligencia y como ha señalado Antonia García (2) “cuando se habla en público, cuando se tiene una tribuna, cuando se cuenta también con ese beneficio de atención que otorga el rango de ex Presidente de la República, todas las palabras cuentan. Hay que intentar hacerse responsable de ellas.” Que se recurra a Pinochet, como lo ha hecho Lagos, en defensa –como se pretende- de los derechos humanos en Venezuela, “es algo más que una impertinencia. Es una vergüenza. Es un golpe bajo. Es no haber entendido la propia historia”, como señala acertadamente, la mencionada columnista.

Desde luego, puede tenerse una opinión severamente crítica respecto del gobierno de Venezuela y es muy legítimo que tales juicios puedan manifestarse abiertamente y sin restricción alguna, pero hay ciertos límites éticos que debemos intentar sean respetados, más aun cuando esas expresiones, como es el caso de Lagos, tienen una especial trascendencia. Podrá discreparse si en los casos de Ledezma y López se ha respetado rigurosamente el debido proceso, si bien ambos han comparecido –asesorados siempre por un abogado- ante la autoridad judicial competente, la que ha decretado prisión preventiva por los delitos de asociación para delinquir y conspiración, para el primero de los nombrados y de sedición y terrorismo, para el segundo.

Al margen de lo expresado, López se ha permitido rechazar sistemáticamente su comparecencia ante el Tribunal, lo que ha derivado en que el proceso se haya extendido por más de un año, lo que motivó que éste fuera declarado contumaz y en rebeldía, por obstaculizar el desarrollo del juicio. Todo ello a requerimiento de la parte denunciante, los familiares de las 44 personas que murieron en la asonada insurreccional realizada el pasado 12 de febrero y en los días siguientes, que concluyó con el incendio del edificio del Ministerio Público y a petición del Comité de Víctimas que integran los familiares de los más de 878 heridos que dejaron las “guarimbas” (3) promovidas por el dirigente opositor.

Independientemente del resultado del proceso judicial en curso, parece fuera de toda duda que la situación de ambos detenidos dista mucho de compararse con la falta de procesos judiciales y las ejecuciones sumarias efectuadas por la dictadura o con las torturas y vejámenes que debieron de enfrentar miles de chilenas y chilenos que pasaron por los centros clandestinos de la DINA y de la CNI bajo el régimen de Pinochet.

Por mucho que la cónyuge de López, Lilian Tintori haya acusado públicamente a las autoridades de la cárcel de Ramo Verde de arrojar excrementos y orina al interior de la celda de su esposo, acción que ha calificado de “tortura”, la situación de López y también la de Ledezma no tienen parangón con las atrocidades cometidas por Manuel Contreras y sus secuaces. Por cierto, de ser efectivas esas denuncias, merecen un claro repudio y condena, pero realizar un símil –como lo ha hecho Lagos- entre la situación procesal de ambos procesados, con los abusos y las violaciones de los derechos humanos cometidos bajo la dictadura pinochetista es, además, agraviante para las víctimas y en especial para los familiares de los desaparecidos en Chile.

(1) Se denominó “Plan Guarimba” a diversas acciones de protesta mediante el bloqueo de calles y avenidas, cierre forzoso de locales comerciales y suspensión parcial de actividades laborales y de clases.

(2) Antonia García C., ver columna de opinión “El golpe bajo de Ricardo Lagos” en el diario electrónico de la Universidad de Chile (http://radio.uchile.cl/2015/04/14/ricardo-lagos-y-venezuela ) publicada el martes 14 de abril de 2015.

(3) “guarimbas”el término habría surgido en Venezuela durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, cuando los opositores, entre ellos los miembros del Partido Comunista de Venezuela trancaban o bloqueaban las calles de las ciudades. La oposición violenta al gobierno el presidente Chávez ha utilizado el mismo procedimiento como forma de protesta, el que ha quedado circunscrito a los barrios más acomodados de Caracas y otras ciudades.

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