Casen, la magia del gráfico

Lo incomprensible y frío de una cifra se torna tibio y deseado cuando se expresa en barras, puntos y líneas o tortas de colores impactantes.

Por Miguel Reyes Almarza*

Muchos gestos heredados de la modernidad son parte de nuestro acervo cultural, entre ellos, la pleitesía sobre aquello que se basa en lo supuestamente exacto, a saber, la ciencia. Todo lo que tiene como aval un estudio, un dato obtenido mediante el proceso científico o una cifra calculada en base a una serie de fórmulas, siempre será la evidencia irresistible e irrefutable para el ciudadano de a pie y por lo tanto, un lenguaje codiciado a la hora de manipular la opinión del otro.

Dentro de toda esta modestia intelectual encontramos una obscena devoción por los gráficos. Lo incomprensible y frío de una cifra se torna tibio y deseado cuando se expresa en barras, puntos y líneas o tortas de colores impactantes. Y esto lo saben bien los asesores de Sebastián Piñera, que nuevamente han insistido en evidenciar los logros de su gobierno en iconografía que, incluso cuando no miente en la información, la dota de una magia persuasiva superlativa.

Muy recordado es el juego de prestidigitación que, el antes candidato a la presidencia, desarrolló mostrando en intervalos cortos pero consecutivos y durante el desarrollo de su intervención en el debate presidencial del pasado año, gráficos comparativos de la delincuencia y la victimización durante su primer gobierno y los de Bachelet, alterando las magnitudes de las barras para que un 7,9% de diferencia pareciera más de un 20%, sumado a eso los colores elegidos para la ocasión son rojo para la ex mandataria y azul para el actual Presidente. Pueden imaginar el efecto que produce una gran barra roja cuando hablamos de delincuencia versus una corta barra azul. El peligro fue alto y por tanto intolerable.

Y eso volvió a ocurrir en agosto durante la presentación de la encuesta Casen, en palabras simples, la pendiente que mostraba el coeficiente de Gini, entre ambos gobiernos de Michelle Bachelet, se acercaba peligrosamente a los 45 grados que en términos de escalada libre es una inclinación complicada. No obstante, en los impertérritos números, la diferencia era solo de 0,004 puntos, es decir, estadísticamente marginal. En las barras nuevamente se expresó el acto final, en rojo el incremento heredado de los gobiernos de Bachelet y en azul la comparativa más baja, diferencias de menos de un punto porcentual se ‘veían’ como de un tercio o más.

Cuando organizamos nuestra lógica de pensamiento, lo sometemos a un criterio de validez que se funda principalmente por autoridad y es allí donde surge el problema, no somos quienes para impugnar una muestra gráfica profesionalmente hecha, es más, es posible que el ciudadano común apenas entienda los gráficos, con suerte sepa cuáles son los valores referenciales o al menos cuáles son aquellos que dejan al país en una situación compleja. Por eso el recurso es perfecto, la expresión gráfica de cifras obtenidas mediante un proceso científico volcadas a la elasticidad estética de un gráfico suele ser un buen instrumento de manipulación. La gente no lee ni analiza cifras antes de conectarse emocionalmente con los colores y los tamaños. Por más que una barra roja diga 0% y una azul diga 20%, nuestro cerebro, muchas veces dormido y alertado por el peligroso tono carmesí, pondrá atención a la primera como urgente de erradicar y de paso sancionará al culpable de tal atrocidad.

*Periodista, Investigador en pensamiento crítico.

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