Liberalia presenta novela gráfica sobre el cardenal Silva Henríquez

“No es raro que nos enteremos de la vida y circunstancia de Silva Henríquez por una novela gráfica – señala el escritor Jorge Baradit – y no por los textos de estudio, sujetos al consenso de clases políticas donde prima el acuerdo con la elite y la producción antes que con alguna forma de la verdad”.

Con guión de Kóte Carvajal (quien además coloreó el libro) y dibujos de Luis Inzunza, El cardenal reconstituye la vida de uno de los más destacados luchadores por los derechos humanos de nuestro país.

Desde los tempranos días en que asume su vocación religiosa como salesiano, hasta sus enfrentamientos con la dictadura de Pinochet, en sus páginas se rescata una historia que no debe perderse.

“Personalmente quería responder a esas personas que aún creen que ‘eso no pasó”, señala Kóte Carvajal.

Así fue cómo durante tres años de investigación, recurriendo a diversas fuentes, algunas de ellas vivas, se fueron armando en estas páginas los años más duros de la vida del cardenal, durante la creación del Comité Pro Paz, la Pastoral Obrera y la Vicaría de la Solidaridad.

Con un estilo realista y clásico, Luis Inzunza pasó por momentos fuertes, al investigar y luego recrear “por ejemplo, el método utilizado para ‘empaquetar’ los cadáveres en sacos, con rieles y alambres. Recuerdo haber sentido un nudo en la garganta y prometerme a mí mismo ‘esto debo dibujarlo’, ‘esto no puede quedar en el olvido”, comenta el dibujante.

En sus más de cien páginas, El cardenal reconstruye a un personaje, descrito por la abogada Carmen Hertz en el prólogo, como “campechano, bonachón, pero inspirador de un respeto inmenso. Es que su coraje era auténtico: nacía desde la Ética profunda, se hacía carne en la defensa de los derechos humanos y se prodigaba en fraternidad”.

Con la asesoría de Carlos Reyes, coautor de obras de similares características, Los años de Allende, este libro se suma a una tendencia que Baradit resume como: “La batalla por la memoria la dan los artistas de cara a la gente y en este maravilloso trabajo de Kóte Carvajal y Lucho Inzunza esa batalla es además bella y bien contada, como debe ser la historia, una danza entre el teatro, el dibujante, el escritor y el historiador; una catedral de la memoria donde pueda habitar la identidad”.

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