ENAER: asociación tipo joint-venture con Airbus Military era legalmente posible

La resolución de la Contraloría General de la República, que en agosto dictaminó que la planeada asociación tipo joint-venture de la Empresa Nacional de Aeronáutica (Enaer)  -firma de propiedad del Estado administrada por la Fuerza Aérea- con el fabricante español Airbus Military (AM) no es posible bajo las normas legales que rigen a la firma chilena, ha causado extrañeza en algunos sectores que conocen el tema.

Fuentes cercanas al tema señalaron a EP que un estudio ordenado en el 2009 por el entonces Ministro de Defensa José Goñi, determinó que la asociación de Enaer con una empresa privada, con el fin de reorientar las actividades de tipo comercial de esa firma, era completamente posible y legal.

El bloqueo de la posibilidad de asociación de Enaer con Airbus Military, opción que había sido anunciada en mayo pasado, cerró el camino a una solución de los problemas de la firma chilena, que acumula deudas ya cercanas a los 70 millones de dólares. Esas pérdidas son resultado de una mala gestión, que incluyó proyectos comerciales fracasados, como el desarrollo del avión deportivo Ñamcu en los años noventas y más recientemente la participación en el fallido proyecto de producción de la sección de nariz del jet muy ligero Eclipse 500.

Sobre por qué ahora Contraloría determinó que la asociación con AM no es posible, un observador calificado en materias legales señaló que «las leyes están siempre abiertas a márgenes de interpretación, que dependen no sólo de las legislación misma sino también del criterio de la autoridad que las interpreta. Contraloría abordó el análisis jurídico desde una perspectiva distinta, posiblemente condicionada por las voces que se levantaron contra los planes que había para Enaer, y distinta a la de quienes hicieron el estudio para el ministerio en el 2009. Como sea, Contraloría resolvió en pleno uso de sus atribuciones, y no hay nada que hacer al respecto. El único camino que ahora permitiría el joint-venture es la reforma de las leyes que rigen la existencia de Enaer», sentenció.

Según las fuentes que conocen el estudio encargado por el ex ministro Goñi, ese informe indicó que una asociación del tipo joint-venture, que entregaría el control de las actividades o emprendimientos de tipo comercial e industrial de la firma a un socio privado idealmente extranjero, era la única forma de sanear a Enaer y salvaguardar parte importante de los puestos de trabajo existentes en ella. Aunque la propiedad de la firma continuaría en manos del Estado, la organización, estructura y planta de la empresa se adaptaría a las necesidades determinadas por el socio, y estaría en la práctica subordinada a la gestión comercial e industrial de este último.

«El ajuste de la planta de personal es inevitable, principalmente en el nivel administrativo, donde no se justifican más de dos gerentes pero hay en realidad ocho. Es decir, Enaer tiene más gerentes que empresas de gran perfil y participación en el mercado aeroespacial internacional como Boeing, Airbus o BAE Systems. Pero el ajuste también debe alcanzar igualmente a técnicos y operarios, porque ahí también hay un exceso. Pero todas estas áreas incluyen a gente retirada de la Fuerza Aérea que, junto con cobrar salario en ENAER, están recibiendo pensiones de Capredena y que, por ende, no se van a quedar de brazos cruzados», explicó una de las fuentes.

El estudio del 2009 también indicó que los requerimientos de un eventual socio encargado de la gestión comercial e industrial de Enaer, al que esta última se subordinaría en una relación similar a la de un subcontratista, también implicarían demandas tecnológicas nuevas, como el manejo de materiales compuestos, que significarían no sólo inversión sino también calificación. «Aunque esto último habría requerido nuevas contrataciones, también se puede cubrir recalificando a parte de los técnicos y operación que hoy están en Enaer», agregó la fuente.

Consultada respecto del camino a seguir ahora, la fuente consultada por EP indicó que «la alternativa de modificar las leyes que crearon Enaer no se ve fácil, dada la reacción en contra que gatillaron los sindicatos entre los legisladores. Y aún si hubiera un clima más propicio en el Congreso, tomaría tiempo. Lo que el gobierno si puede hacer, en pleno uso de sus facultades y en forma rápida, es cerrar la empresa y entregar sus instalaciones, ya sea en arriendo o en concesión, a una firma extranjera del rubro aeroespacial que quiera instalarse en Chile. El cierre dejaría a toda la planta de Enaer cesante, pero una parte de ella sería contratada por la FACH, que con seguridad recrearía una organización similar al Ala de Mantenimiento que existía antes. Pero sin duda una parte importante de los técnicos y operarios civiles sería contratada por la empresa que arriende o concesione las instalaciones de Enaer. Lo único que desaparecería es una empresa fiscal que continuamente suma pérdidas nuevas a otras de antaño generadas por malos y fracasados emprendimientos comerciales e industriales. Pero los puestos de trabajo que responden a las necesidades de la Fuerza Aérea y las demandas del mercado no van a desaparecer».

Respecto del carácter «estratégico» que tendría Enaer, que se ha levantado como argumento para demandar que el Gobierno garantice financieramente su existencia, otra fuente lo rechazó rotundamente. «Enaer no reviste la importancia estratégica que alguna gente no bien informada le está asignando. Es cierto que realiza trabajos de mantenimiento mayor en algunas aeronaves de la Fuerza Aérea, como por ejemplo los aviones de transporte semipesado C-130, que no son más de tres, o los transportes ligeros Twin Otter. Pero eso es marginal. La realidad es que Enaer realiza muy pocos trabajos de mantenimiento en los aviones de combate F-16 Block 50 y F-16 MLU, que son los aparatos que hoy conforman la espina dorsal de la FACH», señaló.

La fuente explicó que «Enaer da hoy soporte de mantenimiento a un nivel importante a los cazabombarderos F-5 y los entrenadores A-36T  y T-35, aeronaves cuyos números van a la baja y que en pocos años van a ser retiradas de servicio, reemplazadas por nuevos aparatos. Enaer sólo realiza trabajos menores en los F-16, porque no tiene las licencias técnicas para dar un servicio más de fondo a esos aviones, en tanto que el mantenimiento diario o de línea lo atiende la propia FACH. Las licencias que Enaer no tiene son de alto costo, y también requerirían de una importante inversión en herramientas y otro instrumental».

«Cuando necesitan reparaciones o mantenimiento mayor, las turbinas General Electric de los F-16 son enviadas a EEUU. Los componentes de sistemas electrónicos, ya sea de sistemas de armas o aviónica, elementos mecánicos o componentes de fuselaje, son enviados a EEUU y Holanda. En su condición actual, la desaparición de Enaer no tendría un gran impacto en la operatividad de la Fuerza Aérea. Si lo tendrá sobre el orgullo de la institución, pero no se puede mantener a una empresa que acumula deudas sólo por beneficiar la imagen de la Fuerza Aérea», reflexionó la fuente.

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