Una y otra vez: ¡la estrategia no es la culpable!

VillanuevaLa actual táctica de solución en relación al Censo -presionada políticamente- no es en casi nada diferente a la que se aplicó inicialmente en otros casos, como el Transantiago, los fallidos colectores de Valparaíso, el proyecto HidroAysén, los criaderos de cerdos de Freirina o la mitigaciones de Pascua Lama, entre otros.

Por Omar Villanueva O., Director OLIBAR Consultores

Lo ocurrido, desde que se reconoció un “error presunto” en el Censo 2013, no es una isla en el paisaje estratégico nacional: en busca del objetivo o la solución, se acude a un grupo de “expertos” nacionales. Si la solución no es satisfactoria, el paso siguiente es recurrir a buscar la solución en otros “expertos”, pero esta vez internacionales. Según lo que ocurra en esta etapa se abrirán nuevas avenidas de acción táctica para resolver el problema.

El objetivo a conseguir con la estrategia está orientado por la visión de futuro que se tenga, o sea, de los posibles futuros considerados para el largo plazo.

Esta estrategia tiene por propósito ser un camino más o menos certero para llegar a una solución, que ojalá sea satisfactoria para a todos los constituyentes que tengan poder y o conocimientos para refutarla.

Como la estrategia tiene que construirse sobre la base de diferentes escenarios posibles y sobre las tendencias principales que influirán en el futuro cercano y lejano y sobre sus casi siempre ignoradas rupturas, ese es el momento preciso para especular sobre los resultados de la etapa de revisión que está empezando y anticipar las siguientes.

La estrategia en las instituciones gubernamentales por su naturaleza debe ser pública y de largo plazo como la tiene el Banco Central de Chile en su página web, con el propósito de «difundir el proceso planificación estratégica del Banco para el período 2009-2012» (?).

Los «expertos internacionales» (como tales deben tener una amplia experiencia demostrada en las diferentes etapas de los censos estatales, haber asistido a muchas fallas en otros censos, de magnitudes iguales y aún mayores que las nacionales y trabajado directamente en la solución real de los problemas) propondrán “parchar”, dando diferentes razones y recurriendo a sus aciertos y fracasos anteriores.

También puede ocurrir que los expertos internacionales no tengan la experiencia suficiente para dar una solución adecuada en este caso (en tiempo, costo, tamaño de los errores, etc.) y o que no estén dispuestos a trabajar en la implementación de sus recomendaciones y a comprometer su prestigio en el caso que sus soluciones no funcionen.

A todo esto el tiempo seguirá corriendo y si en todo este proceso y en las etapas siguientes se ocupa más de tres meses, antes de llegar a una propuesta de solución y de su plan de puesta en marcha, es probable que el próximo gobierno cambie la estrategia -a costo hundido- del anterior proceso censual.

La actual táctica de solución en relación al Censo -presionada políticamente- no es en casi nada diferente a la que se aplicó inicialmente con: el Transantiago, los fallidos colectores de Valparaíso, los sobrecostos y retrasos de la represa Colbún, la fallida protección vial del estero Minte, el proyecto HidroAysén, los criaderos de cerdos de Freirina, las mitigaciones de Pascua Lama, la caótica de la Onemi en el caso 27F, la localización del mall de Castro, la «inversión» de 9 mil millones de dólares de reservas el 2009, el affaire de sobre sueldos, el gaseoducto desde Argentina, el sistema de pensiones, el sistema de acreditación de la educación superior y una larga lista de otras experiencias en diferentes sectores de la vida nacional.

Fueron miles de millones de dólares gastados de más -por la baja calidad del planeamiento estratégico- que bien pudieron invertirse en reducir la pobreza, mejorar la formación de la población y aumentar las remuneraciones y que siempre se intentará esconder bajo la alfombra del olvido, sin ir al fondo del asunto que nos permita ir al pendiente y cada vez más cercano desarrollo.

Los costos prospectivos de cada estrategia son rentables –económica, política y socialmente- y sus supuestos sobre los futuros posibles son indispensables para intentar reducir los errores en los resultados, que de todos modos se tendrá en proyectos de gran magnitud, pero también se deben anticipar las respuestas para mitigar, oportunamente y con menores costos, y con planes contingentes los efectos negativos de esos fallos humana y profesionalmente posibles.

Una vez más la estrategia no es la culpable de nuestros desatinos y cada vez más se hace imprescindible contar con una Agencia de Estudios especializada (ADEF) para saber: ¿Cómo se nos vienen los diferentes futuros?

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