¿Nuevo «ciclo» en política exterior de Chile?

jensignia-02.slider (2)El regreso en política exterior hacia la región latinoamericana -particularmente hacia América del Sur- lo hemos observado en la priorización a los países del continente en los viajes de Estado de la presidenta y su canciller en estos cortos 6 meses de gobierno, privilegiando países como Argentina, Brasil, Colombia y México.

Por Jaime Ensignia, sociólogo

Al analizar del programa de gobierno de la Nueva Mayoría y de la presidenta Bachelet se observa un énfasis no menor en el propósito de abrir un nuevo “ciclo” en política exterior. En este sentido, el programa respaldado por la ciudadanía al elegir a la Presidenta Bachelet, señala con claridad: “Chile ha perdido presencia en la región, sus relaciones vecinales son problemáticas, se ha impuesto una visión mercantil de nuestros vínculos latinoamericanos y se han ideologizados las opciones de inserción externa. Nuestro país debe recuperar su papel de promotor activo de la convergencia regional, confirmando su compromiso con una política regional activa y vinculante” (1).

La propia presidenta ha confirmado esta orientación al referirse a los intereses de Chile en política internacional, pero aún más profundamente lo ha hecho –en virtud de su cargo- el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, quien ha sido enfático al respecto. En una conferencia realizada en la Fundación Chile 21, el Canciller recalcaba “Chile, debe insertarse desde América Latina en el concierto internacional. Los escenarios internacionales están dando cuenta de la conformación de grandes bloques de naciones representativas en el debate político, económico y medioambiental mundial. Nuestra inserción en la región debe ser sin “anteojeras” ideológicas” (2).

Este regreso en política exterior hacia la región latinoamericana -particularmente hacia América del Sur- lo hemos observado en la priorización a los países del continente en los viajes de Estado de la presidenta y su canciller en estos cortos 6 meses de gobierno, privilegiando países como Argentina, Brasil, Colombia y México. A su vez, a finales de agosto se llevó a cabo una visita de alto nivel a Argentina en donde más de 15 ministros de Estado chilenos y otras autoridades regionales se reunieron con sus pares argentinos, marcando una señal muy potente de acercamiento y convergencia de intereses entre ambos países.

Las relaciones vecinales, como es sabido, no están libres de asperezas y obstáculos que demandan delicada intervención: por empezar, con Bolivia está pendiente el diferendo en el Tribunal de La Haya. En este sentido y, pese a las sensibilidades en juego de ambas partes, se percibe una buena señal en la visita del vicecanciller boliviano, Juan Carlos Alurralde, que fue recibido junto a la cónsul de ese país por el canciller Muñoz. Esta reunión ha sido observada como un primer paso para reactivar la agenda bilateral de los trece puntos, exceptuando el tema marítimo, que es precisamente la controversia por la cual Bolivia llevó a Chile al CIJ de La Haya. Con Perú, se vive un momento de agudización de tensiones por el denominado “triángulo terrestre”. Esta controversia por el hito 1 para Chile, o la línea de la Concordia para el Perú, encrespa las relaciones de ambos países precisamente cuando se esperaba que luego del Fallo de La Haya todos los temas limítrofes estuviesen resueltos. En aras de las buenas relaciones entre ambos países no hay otro camino que abogar por diálogo; diálogo y más diálogos de toda índole: diplomáticos, políticos, económicos, comerciales, sociales y culturales. La falta de vías de solución a los problemas limítrofes con nuestro entorno vecinal podría debilitar la impronta del gobierno de la presidenta Bachelet en cuanto a la reinserción de Chile en la región con un fuerte énfasis integracionista.

Pese a las dificultades mencionadas, la política exterior planteada por el gobierno de la Nueva Mayoría implica un cambio sideral respecto de la administración anterior, aun cuando –nobleza obliga- el gobierno del presidente Piñera tuvo un comportamiento destacable hacia las instituciones de integración en la región como UNASUR o CELAC, al menos en términos formales. Sin embargo, su mayor énfasis en política exterior estuvo puesto en lo económico y comercial, registrándose un deterioro de las relaciones políticas con los países de la región, a excepción de la privilegiada relación con Colombia. El ex embajador Luis Maira es contundente al respecto: “Nosotros consideramos que el gobierno de Piñera puso un énfasis excesivo en las relaciones económicas internacionales y no se ocupó de los aspectos políticos y diplomáticos. Eso provocó una caída importante en nuestra imagen” (3) .

Volviendo al inicio de nuestro análisis, ¿podemos hablar de un nuevo “ciclo” en política exterior? Aunque resulta prematuro aventurar respuestas cerradas en este sentido, se vislumbran interesantes señales de una nueva matriz en las formas en que nuestro país se vincula con el mundo. Queda en el tintero el diseño de una Cancillería a la altura de los desafíos que plantea el propio programa de gobierno, como también de los retos que impondrá el escenario internacional de cara al siglo XXI.

(1) Chile de todos. Programa de Gobierno de Michelle Bachelet, octubre 2013, pág. 154 y 155.

(2) Tomado del Conversatorio con el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Heraldo Muñoz, “Los nuevos énfasis de la política exterior de Chile”, 8/5/ 2014, Fundación Chile 21.

(3) “Chile tenía dos aliados históricos: Brasil y Ecuador. Hoy no están con nosotros”, entrevista a Luis Maira en el diario  El Mercurio, 1°/2/2014, C2.

*Dr. en Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Libre de Berlín, Director del Programa Internacional de la Fundación Chile 21 y asesor de la Fundación Friedrich Ebert.

 

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.