¿De dónde venimos?

El origen del hombre y su migración siempre ha sido un gran tema de discusión y variadas teorías. Hoy tan sólo se puede afirmar que “todos somos africanos y migrantes”.

Por Máximo Quitral, Académico UTEM y Christian Salazar, Investigador Asociado Universidad del Desarrollo

Hasta hace pocos días la evidencia más antigua del antepasado del hombre (Hominido) estaba en Etiopía, con una antigüedad de 4.4 millones de años (Ardipithecus ramidus). Todas las evidencias más antiguas de 1.8 millones de años, procedían de África, además de la literatura científica que dice que el hombre (Homo sapiens) dejó África hace 200.000 a 150.000 años atrás. Pero por estos días se publicó en la prestigiosa revista científica Proceedings of the Geologists Association, el increíble hallazgo de huellas de homínidos en la isla de Creta que datan 5,7 millones de años, desafiando la teoría de la evolución humana. Durante este tiempo (Mioceno Tardío), Creta no era una isla, sino de la parte continental griega.

Uno de los grandes enigmas en la teoría migratoria del Homo sapiens, originario de áfrica, es como pudo dejar áfrica hace 150.000 años, ya que debió cruzar el desierto del Sahara o el Mar Rojo. Esto pudo deberse al descenso global del mar durante el último periodo glaciar, que hizo descender alrededor de 20 metros el nivel del mar, y permitió al Homo sapiens pasar prácticamente caminando por el Mar Rojo. Por otra parte, la teoría clásica del poblamiento americano también ha sido objeto de cuestionamientos, teoría que plantea que la llegada del hombre se hizo a través del Estrecho de Bering por América del Norte, hace unos 15.000 años, durante las glaciaciones. Pero el año 2015 en Monte Verde (Maullín–Chile), se descubren herramientas creadas por el hombre con una antigüedad de hasta 18.500 años atrás. Esto quiere decir, que antes de la gran oleada migratoria de Asia a América del Norte, el sur de Chile ya estaba habitado, quedando la gran interrogante de dónde, cuándo y cómo surgió una migración anterior a 18.500 años.

A este descubrimiento se agrega el hallazgo en plena comuna de Providencia de un cementerio prehispánico asignada a la Cultura Llolleo, establecida entre los años 200 y 1.200 después de Cristo, hallazgo que nos hace pensar ¿qué tan poblada estaba la cuenca de Santiago antes de la llegada de los Españoles? A esta pregunta habría que mencionar que existen importantes investigaciones que evidencian un poblamiento incaico en las fundaciones de Santiago, cuestionando seriamente que Pedro de Valdivia haya fundado una ciudad donde ya existía una cultura indígena incaica. Pero este descubrimiento arqueológico e histórico plantea reescribir la historia y avanzar hacia una mayor colaboración entres disciplinas científicas, con el objeto de profundizar cuál es realmente nuestro tronco histórico. Quiséramos detenernos en este punto, puesto que la noticia del cementerio indígena tiene un trasfondo histórico y científico muy relevante para la historia y la cultura de Chile. O sea, el levantamiento de la ciudad de Santiago no se hizo desde la nada, sino que la fundación de esta ciudad se hizo sobre la base de una cultura ya existente, cercana a nuestras costumbres y rasgos físicos, pero la cual había que invisibilizar para sustentar el nuevo proceso de colonización cultural. Tal vez esta pugna por dominación cultural, pueda explicar algunas cuestiones de la idiosincracia local asentadas en razón de la visión cultural incaica, la cual no puede ser resuelta sin el trabajo colaborativo intra disciplinas interesadas en descubrir nuestro origen histórico.

Esta columna representa de cierta forma esa inquietud, puesto que la historiografía local asumió por mucho tiempo que nuestras raíces eran absolutamente hispánicas y que la cultura inca eran sólo pasajes añejos de un relato oral  alejados de la realidad. Sin embargo, historiadores inquietos y poco convencidos de esa imposición unilateral, comenzaron a plantear que la cercanía con visiones indigenistas eran mucho más familiares que la cultura e historigrafía hispánica dominante. Por todo esto, hay mucho que explorar y teorizar desde distintos ángulos sobre nuestras raíces, teniendo presente que las nuevas ideas que circulen, generarán más de alguna incomodidad en quienes prefieren mantener todo tal como está. Este es el gran desafío de los investigadores e intelectuales de este país, quienes debemos comenzar a profundizar en nuevas líneas de investigación para saber realmente desde dónde venimos.

 

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.