Conversar con los niños

elicuraEscribe Elicura Chihuailaf

Poeta

Ahora que –como otras veces– estoy escribiendo la presente columna instalado en la antigua mesa familiar en la casa Azul de mis padres, en nuestra comunidad (en Kechurewe), constato una vez más que aquí, en el lugar de mi infancia, nunca he podido escribir ningún poema, aún habiéndome dispuesto en alguna ocasión a ello. ¿Cómo podría hacerlo si –como siempre– la mañana es un coro de pájaros y de agua? Las bandurrias, que desde hace años habitan en el gran ciprés del jardín, no dejan de hablar con sus nuevas generaciones que al inicio de la Luna del Verdor, la Primavera, siguen ensayando sus graznidos y sus vuelos desde las cimbreantes ramas de su hogar hasta las copas de los castaños y de los manzanos y de los albaricoques floridos. Sólo guardan silencio para escuchar –con nosotros– al estero que conversa con las piedras y la montaña. Aquí lo esencial es la Conversación.

Mi poesía es la memoria de este campo que me abraza en la ruidosa o callada violencia de la ciudad. De ahí su constante nostalgia, ¿se puede tener nostalgia de un lugar en el que no se ha sido feliz?, me digo. Pienso ahora en mi querida amiga Teresa Sebastián, poeta madrileña que hace unas cuantas semanas ya me envió un cálido texto –acerca de mi trabajo– que inicia diciendo: “Los versos de Elicura son un mundo vivo, y estará ahí siempre para ir a beber de sus manantiales. -Nada especial, sólo lírica de pajaritos-, se atrevió a decirme un escritor pedante, en Santiago de Chile, hace ya largos años, -Nada-, dije yo, -sólo agua fresca para la sed-”.

Esta autoreferencia –que les pido me excusen– para contarles que no he dejado de responder a las diversas invitaciones que recibo desde escuelas y liceos cuyos inquietos estudiantes y profesoras / profesores me han seguido regalando la posibilidad de la reflexión. En estos días he vivido jornadas de hermoso aprendizaje en Valdivia y en Santiago. Pienso en los estudiantes del Instituto Nacional preguntándome respecto de la poesía y también de la represión al Pueblo Mapuche por parte del Estado chileno y de su colusión en ello con las grandes empresas nacionales y transnacionales; preguntas semejantes en una Escuela Básica de la comuna de Estación Central, en Santiago. Imborrable me será también mi encuentro con las niñas y niños del segundo año básico y con un grupo de jóvenes poetas, y comunidad en general, del Instituto Alemán de Valdivia. El auditorio en que nos reunimos está junto a un bosque, dialogan separadas sólo por un casi invisible cristal. Muchas gracias. El respeto a todas las culturas es imprescindible. Para que termine el monólogo destructor del neoliberalismo, la participación es urgente. ¡Es posible un mundo mejor!

Los niños están preocupados, comprenden que ellos / ellas tienen la imaginación necesaria para inventarse un juguete, pero que sus Sueños se derrumban en los noticiarios de la televisión. Les urge Conversar pero sus interlocutoras / interlocutores estamos demasiado “ocupados” en no quedarnos fuera del gran mall / mol / mal del libremercado. Las niñas / los niños no entienden que las personas que luchan por su tierra / que defienden la Naturaleza sean encarceladas. ¡Tenemos que escuchar a los niños!

Les digo: en la cultura mapuche las niñas y niños tienen un importante lugar en la conversación familiar. Además, dicen, todos los seres humanos somos niños y ancianos a la vez. Así como el anciano / la anciana tiene el fulgor / el destello de los sueños más prístinos de los niños, también ustedes tienen la sabiduría de un anciano. En la cultura chilena suele decirse, con no rara frecuencia: “¿y este niño de dónde sacó esa opinión?…, de alguien tiene que haberlo oído”. Nuestra gente dice: está –simplemente– escuchando el diálogo entre su espíritu y su corazón. Es el apego al valor de la palabra como instrumento maravilloso que nos distingue como seres humanos; la contemplación que nos permite el aprendizaje y re-aprendizaje del idioma de la Naturaleza. Eso crea un movimiento creativo permanente. Por eso en nuestra cultura, hasta hoy día, se sigue manteniendo la palabra poética en la conversación: un arte fundamental.

¿Y si la Naturaleza es destruida?, me dicen los niños.

1 comentario
  1. graciela muñoz dice

    Nosotras somos de la escuela manuel rodriguez erdoisa talagante y queremos compartir este poema con ustedes

    Poema a mi bandera

    Es de todas las banderas
    la CHilena la mejor,
    nieve de las cordilleras,
    le dio su blanco color

    El copihue le dio el rojo,
    el cielo,azul turquì
    sin que ella produzca enojo
    es bella¿verdad que si?

    Y que quiere decir de su estrella
    aunque solitaria esta,
    su fulgor la hace mas bella
    y mas atraccion le da.

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