En el nombre de la Libertad

Francisco MartorellPor Francisco Martorell C.

Como una sola voz y campanada, desde diversas publicaciones en Chile, se criticó severamente la decisión de la Presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández, de impulsar una ley que en la práctica parecía afectar la estabilidad de los medios de comunicación y, por ende, la libertad de expresión.

Así se entendió en Chile y fue publicitado, contando esta vez con el silencio de aquellos progresistas que además percibieron en la medida una nueva movida de los gobernantes argentinos para acallar a la siempre inquieta y vociferante prensa trasandina.

En Chile, no hubo debate, sino silencio. Y, como alguna vez lo dijo el sindicato de prensa de Buenos Aires, esa es la peor de las opiniones. Callarse, por miedo, pudor, acomodo o ignorancia.

Y, mientras acá los grandes medios metían en la misma bolsa la nueva ley en Argentina con la clausura de radios en Honduras, desde Francia la ONG Reporteros sin Fronteras (RSF) se encargó de mostrarnos que los que no estábamos enfrentando el tema y teníamos una legislación antigua y restrictiva éramos nosotros y que, en este caso, el gobierno de nuestros vecinos daba un paso gigantesco hacia el pluralismo y la diversidad, desconcentrando la propiedad de los medios de comunicación, dando un impulso a la democratización de las opiniones y, por lo mismo, fortaleciendo la libertad de expresión.

La norma, resistida por parte de la oposición y apoyada por organizaciones sociales, rompe el monopolio en los medios audiovisuales al limitar la cantidad de licencias de radio o de televisión que puede operar una misma empresa e imponerles el plazo de un año para adecuarse a la nueva normativa. Reemplaza una aprobada durante la última dictadura militar (1976-1983) y que, según legisladores oficialistas, favorecía la concentración de los medios de comunicación en pocas manos.

Para RSF, una organización con sede en París, extremadamente crítica de gobiernos como el de Chávez o Castro, la nueva legislación impulsada por Fernández era “necesaria y valiente”. Acá no se informó así.

El asunto en Argentina es que la Prensa, en su conjunto, sufre una concentración sin precedentes desde que el grupo Clarín tuvo la opción de comprarse todo lo que se imprimiera o trasmitiera. Así, poco a poco, fueron acallándose voces en una sociedad acostumbrada al debate de alto vuelo. El gobierno, entonces, no dejó el destino del pluralismo en las manos del mercado.

Lo curioso y lamentable es que la situación que viven los argentinos no se compara en lo más mínimo con la chilena, donde los conglomerados en radio, TV y prensa escrita, se parecen o relacionan de una manera que resulta inaceptable en una sociedad democrática.

Para nadie es un misterio que Copesa y El Mercurio reinan en los medios impresos, que el espacio radioeléctrico sufre una concentración sin precedente en la historia de Chile y que los canales de TV, en su mayoría, son manejados por aquellos que idolatran al mercado y al rating.

Tanto es así que RSF, no sólo alabó la acción del gobierno argentino sino que, además, instó en su declaración a que otros países de la región hicieran algo similar. Y nos apuntó con el dedo: “Inversamente, en Chile reina un statu quo desesperante, donde proyectos de ley comparables a los aprobados en Uruguay y Argentina duermen en los cajones del Congreso desde hace dos años”, señaló el organismo internacional, considerando como de extrema urgencia “que el 33 por ciento del espacio audiovisual se ponga a disposición de medios o soportes sin fines lucrativos, abriendo el camino a la prensa comunitaria”.

El ruido de una sola campana, contra una idea generosa y buena, puede hacer que ésta fallezca en su origen. El debate unilateral, el cierre de espacios a los pensamiento o hechos que nos incomodan o la tendencia a creer que la comunicación es un negocio, debiera hacernos reflexionar para entender que requerimos de más voces y diversos tonos en la prensa nacional.

Por lo tanto, es inaceptable que los gigantes de hoy, como ocurre en casi todos los sectores de la economía, sigan creciendo y concentrando medios de comunicación.

Esto sí que es en el nombre de la Libertad.

2 Comentarios
  1. Julio Constantino dice

    Leí tu nota en la edición impresa y quedé gratamente sorprendido. Hasta en TVN han demostrado ignorancia con respecto a la ley de medios audiovisuales en Argentina. Es cierto; solo una voz se escucha aquí en los medios masivos y ésta casi siempre contiene un discurso reaccionario y conservador. No informar es también desinformar. Algo similar sucedió cuando los fondos de jubilaciones y pensiones pasaron de las AFJP (las AFP de Argentina) al sistema de reparto solidario. La gente suele ignorar que las AFP, así como lo eran las AFJP son, en realidad, los bancos. De cada 100 pesos de aporte de los trabajadores, 30 quedaban automáticamente en el bolsillo de las AFJP. Es decir, sólo 70 pesos eran considerados aportados. En Chile, y corríjanme si me equivoco, es el 25% la comisión de las AFP.
    Ciertamente que sin medios de información realmente libres, no hay verdadera democracia.

  2. Andres dice

    Es que el director, sabe y la lleva.

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