La democracia asesinada

marta-blancoViejo invento griego, la democracia ateniense era imperfecta. Sabemos que cada tiempo tiene su afán y en Chile a la democracia “todos juntos la matamos y ella sola se murió”.

Escribe Marta Blanco

Lo que me pregunto siempre es si había una democracia en Chile cuando caímos en el golpe militar. De haberla nominalmente, la había. Pero negar sus intersticios, sus menoscabos, la terrible pobreza de los campesinos anclados en sus tierras, en modestas o míseras casas, de sus hijos sin educación ni futuro.

No voy a insistir en la escasez de hospitales, la precaria educación, en la universidad que ni se soñaba “para todos”. Hoy, al menos, se sueña…

El primer gesto democrático y audaz que recuerdo lo efectuó el presidente Frei Montalva. Y no fue la reforma agraria; fue algo más sorprendente y sorpresivo por venir de un presidente católico de verdad, de esos que van a misa y se confiesan, que creen en el dogma y obedecen al Papa.

Ese presidente de Chile vio la miserable vida de las mujeres pobres, de las campesinas, las allegadas, las sin dientes, para quienes echar hijos al mundo era una carga insoportable. Eran invisibles. Le pertenecían al marido como un mueble, les pegaban y las asesinaban. Esto sigue ocurriendo, pero a los hijos que salían de sus vientres cansados año a año le puso fin. Dio orden en los hospitales de ponerles el “lipes” o alambre de cobre a las mujeres con tres hijos o más, un descubrimiento chileno que se insertaba sin molestias y las dejaba estériles. Fallaba poco. Se les preguntaba, eso sí.

En el pabellón el doctor les decía “¿Y querís seguir teniendo guaguas?”. Ellas, entre quejidos, respondían: “Doctorcito, qué quiere que le haga, en balde me doy guelta pa’ la orilla, mi marido es cargoso…”. ¿Y querís que te arregle pa’ que no tengai más?”. Ni una dijo que no. “Pero si mi marido me pilla me mata…”. “Tranquila mujer, este es un secreto nuestro”. Y en cuanto salía el crío les metía el lipes.

Soy testigo, era Cruz Roja, asistía en los pabellones del San Borja y como era zurda, hacía los nudos al revés muy rápido. Hasta el cardenal Silva Henríquez, su buen amigo, lo amenazó de excomunión. Pero Frei no amainó. Tenía cabeza de estadista, de humanista, tenía compasión por las mujeres llenas de hijos moquillentos, escuálidos, desnutridos, corriendo por el barro o el terral de los campamentos llamados “poblaciones callampa”. Sabía que esos niños no tenían oportunidad ni familia. Los padres se deslomaban por trabajar de sol a sol, las mujeres servían a los hombres, servían a sus patrones, lavaban sacos y sacos de ropa ajena, planchaban a carbón. Servían, servían. Y daban a luz. Ello provocó una cantidad terrible de abortos clandestinos en las peores condiciones. Pero los buenos hombres de Dios no perdonaban a las mujeres que no cumplían el deber conyugal o abortaban.

Fue un ejemplo de fortaleza frente a la iglesia, a los hombres, a las católicas de la buena ayuda en la caridad, de regalar ropita usada y un tarro de duraznos al jugo, un kilo de arroz, un paquete de tallarines y un par de juguetes de madera para la Navidad.

Me dirán que son tonteras las que he escrito. Que representan una visión femenina (ni siquiera feminista) de la situación de la mujer. Quienes así dicen, mienten. Los ricos no tenían esa cantidad de niños a no ser que pertenecieran al Opus Dei o sus mujeres tuvieran una pelvis de acero inoxidable. 1No fue un acto de héroe. Y por eso fue heroico. Vio el país y su gente sin sentimentalismo, confiado en Dios, en su fe y en su juicio político. Aplicó la medicina y el sentido común. Fue el primer acto de rebeldía político-religioso. Una medida necesaria y justa.

Hablando de tiempos pasados, recuerdo hoy día al primer presidente por el cual voté. Había cumplido recién los 21 años. Ya está bueno de darle vuelta al molino de los cuarenta años.

Frei merece ser recordado a pesar de los odios de la derecha, de la reforma agraria indispensable para legitimar a más del 50% de la población, olvidada en regiones, montañas, islas y fiordos.

No olvidar, dicen todos. Pero nadie recuerda los gestos humanos y sencillos, los valientes gestos que liberaron a una porción enorme de la población de Chile de una esclavitud biológica insoportable. Hoy día, hasta a las mascotas las esterilizan.

4 Comentarios
  1. SERGIO ALEGRIA MATUS dice

    PESE A QUE TENIA 10 AÑOS CUANDO COMENZO EL GOBIERNO DE FREI MONTALVA, ME DABA PERFECTAMENTE CUENTA DE TODO LO QUE MENCIONAS MARTA. LA IZQUIERDA DESPUES EQUIVOCO EL CAMINO, YA QUE MAS QUE AYUDAR SE APROVECHABA DE LA CONDICION POBRE DEL PUEBLO. UN EJEMPLO SON CORONEL Y LOTA, CUYOS HABITANTES SIEMPRE VOTARON COMUNISTA, PERO ESTOS NUNCA LOS SACARON ADELANTE.

  2. Irmela Eckermann Ludwig dice

    Al callo pero ¿a quién le importa si los tontilandeses viven el día y ahora?

  3. LEON GERMANICO dice

    Las Democracias son perfectibles con mecanismos de control legal y social , las personas deben ser disciplinadas para ejercerla tanto el banquero que se lleva la mejor parte , como asi tambien el obrero

  4. LEON GERMANICO dice

    El problema esta en que los banqueros no les interesa
    el concepto de democracia , ya que ellos provienen de
    razas negroides del desierto acostumbrados a la precariedad y la rapiña, me refiero a palestinos y judios

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