Chile y sus puertos hacia el 2020

pto-chileConsolidar una plataforma portuaria para el comercio exterior, desarrollar el turismo en la Patagonia, integrar a la región austral y recuperar la costas para las ciudades, son los desafíos que la Dirección de Obras Portuarias busca potenciar al 2020 con obras que demandarán más de mil 500 millones de dólares de inversión.

Como una larga y angosta franja de tierra ha sido denominado nuestro país; sin embargo, esta característica particular ha hecho de Chile una nación intrínsecamente productiva, turística, exportadora y rica en recursos naturales.

Su condición de aislamiento, pero a la vez reconocida como la puerta de entrada del Pacífico al cono sur, la convierte en una región privilegiada para el comercio a través del mar e ideal para recibir a los navegantes de las grandes economías, cuyos requerimientos son cada vez más exigentes en calidad y tiempo.

Tras el análisis del nuevo escenario, la Dirección de Obras Portuarias del Ministerio de Obras Públicas está elaborando una estrategia que visualice de aquí al 2020 la infraestructura portuaria y costera que el país necesita, de manera de dar respuesta a los cambios que está experimentando el sector, ofrecer soluciones eficientes para proyectar y construir obras que satisfagan estas necesidades.

Tratándose de un país que desarrolla el comercio exterior, las exportaciones son el motor de la economía chilena donde la plataforma portuaria y costera juega un rol fundamental para el desarrollo productivo de cada región.

Desde ese punto de vista, el director nacional de Obras Portuarias, Daniel Ulloa, señala que actualmente el servicio trabaja en la definición de 4 ejes de desarrollo que permitirán posicionar a Chile como una región con vocación turística, pero a la vez más competitiva con relación a los puertos cercanos del hemisferio sur.

Uno de esos ejes conduce a consolidar una plataforma portuaria de apoyo al comercio exterior. “Nuestro país está movilizando 100 millones de toneladas anuales y de aquí a los próximos años se duplicará la cantidad de movimiento y, por tanto, el puerto y todo el sistema integrado al movimiento marítimo, tiene que estar preparado para cumplir con esa exigencia”, comenta Ulloa.

En la actualidad, el comercio exterior tiene una tendencia sostenida al movimiento de carga contenedora, con nuevas flotas de barcos de mayor tamaño: 14 metros de calado, más de 300 metros de eslora con capacidad para transportar sobre los 10 mil TEUS.

En este escenario mundial el desafío lo presentan los puertos que deben adecuarse para las futuras necesidades. Un hecho que claramente confirma esta tendencia mundial en el transporte marítimo, es la construcción de un segundo canal en Panamá, capaz de permitir el paso de estos barcos que serán “las futuras embarcaciones que llegarán a nuestros puertos”.

Esta realidad hace necesaria modificar los frentes de atraque de los puertos nacionales, iniciativa que están llevando a cabo algunos privados. Un ejemplo es el Puerto de Coronel que acaba de inaugurar un terminal de contenedores con dos grúas gantry, condición que la instala como un puerto moderno para el transporte de carga forestal.

Lo mismo ocurre en el norte con la actividad minera. El complejo portuario de Mejillones, a través de su nuevo puerto en Angamos, apunta a la misma dirección: garantizar un servicio óptimo para los nuevos requerimientos portuarios. “Estos
ejemplos deben replicarse a nivel nacional tanto en San Antonio, Valparaíso como San Vicente en Talcahuano de modo de garantizar la competitividad portuaria del país”. ¿Pero qué es un puerto sin un buen acceso? Claramente la necesidad de llegar a tiempo y evitar el paso de camiones por las grandes ciudades es una preocupación permanente de las autoridades. La idea, plantea Ulloa, es generar by pass que solucionen el acceso a los puertos de modo de optimizar los flujos y tiempos de ingreso con vías exclusivas y características especiales para el tonelaje. Lo mismo debe ocurrir en materia de ferrocarriles. “Debemos ser capaces de generar accesos terrestres a los puertos que permitan el tránsito fluido de carga, ya sea a través de rutas especiales o mediante el acercamiento de vías férreas con líneas de carga hasta los puntos de transferencia de contenedores”.

Y como tercer punto, agrega la necesidad de ver cómo el Estado apoya el área logística o zonas extraportuarias, también conocidas como “Puertos Secos” para optimizar la velocidad de transferencia de la carga. El objetivo, plantea la autoridad portuaria, junto con mejorar los accesos, también es pensar en tener la carga en zonas acondicionadas y distribuirla a través de las tecnologías de los puertos, evitando aglomeración de contenedores.

BORDE COSTERO

En este extenso litoral, donde la mayoría de las ciudades tienen una vocación portuaria, el Estado trabaja para integrar en armonía ambas condiciones, recuperando el borde costero para la ciudad, reutilizando el suelo y haciendo compatible la actividad portuaria con la recreativa. “San Antonio, Quintero, Talcahuano, entre otras tiene esa vocación de ciudad puerto, pero si además logramos integrarla de manera eficiente, estaremos entregando además, potencial turístico y cultural a la región”.

Pero esta no es la única mirada del borde costero. También existe un tercer eje que busca potenciar el turismo a lo largo de la costa chilena. Durante el 2008 el sector turístico creció al doble del PIB. Este singular hecho ratifica la importancia de la actividad.

Como resultado de las iniciativas al cluster turístico lanzado por la Presidenta Bachelet, Ulloa señala que se está trabajando en una red patagónica e insular de cruceros para consolidar 5 grandes proyectos. Se trata de la construcción de terminales portuarios en isla Navarino para entregar servicios en el canal Beagle y Cabo de Hornos, en Puerto Natales para potenciar la actividad turística en Torres del Paine y la construcción, ya en marcha, del terminal multipropósito de Castro, que por un monto superior a los 4 mil 500 millones de pesos, dará solución a la actividad acuícola y permitiendo además, la llegada de cruceros turísticos, “qu sin duda realzará la economía y belleza de
la isla grande de Chiloé”.

A estos proyectos se suma la intención de dragar el canal de Tenglo para la recalada de cruceros de hasta 8 metros de calado en Puerto Montt y la construcción de un muelle multipropósito en isla de Pascua, lo que permitirá potenciar el turismo hacia ambas zonas. Asociado a este eje se encuentra la construcción de marinas deportivas beneficiando el desarrollo local. “El hecho de que llegue, por ejemplo, una regata a la isla grande de Chiloé, genera un sin número de servicios asociados como hotelería y alimentación, fomentando la productividad local, pero si además, permitimos que estas marinas den servicios educativos para escuelas rurales, la actividad se hace más equitativa y permite recuperar este deporte para fines educacionales”, resalta Ulloa.

CONECTIVIDAD AUSTRAL

Pero no sólo grandes puertos y turismo busca potenciar la Dirección de Obras Portuarias, sino también, generar conectividad permanente en zonas aisladas donde la única vía de transporte es el agua. Esta realidad, que se da desde Puerto Montt hasta el Cabo de Hornos, representa un tercio del país, pero concentra una densidad de población que vive bajo condiciones extremas de aislamiento.

Tratándose de un área del territorio con gran riqueza patrimonial, recursos hídricos y marcada soberanía de quienes habitan los sectores más apartados, el MOP desarrolla el Plan de Conectividad Austral que con una inversión de 250 millones de dólares, busca implementar infraestructura de conexión vial, portuaria y aeroportuaria.

Es en la zona austral donde la conectividad marítima, fluvial y lacustre cobra mayor relevancia por las características geográficas que presenta esta parte del territorio, siendo objetivos del Plan la modernización de los terminales portuarios para la espera de embarcaciones con mayor seguridad, resguardo, calefacción, iluminación para los usuarios y usuarias; mejor dotación de transbordadores para el transporte de pasajeros, vehículos y la obligación de entregar servicios garantizados de conectividad a través de un contrato entre el Estado y el privado, con frecuencias reguladas y continuidad del transporte marítimo, fluvial y lacustre.

Todos estos ejes de acción, han sido creados gracias al trabajo de las mesas regionales portuarias y la participación de las comunidades quienes han dado a conocer sus necesidades, demandas que han sido recogidas por el Estado y que se traducen en la inversión de mil 500 millones de dólares
tanto para la plataforma del comercio exterior, así como para el turismo, la inclusión social en las costas chilenas, y la conectividad de quienes hacen patria en los sectores más aislados del país.

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