Haití: Bajo el signo del infortunio

Ocupando el tercio occidental de la isla de La Española, Haití nació como un puerto de bucaneros franceses, quienes buscaban alejarse del oriente de la isla, en ese entonces controlado por españoles. Con el tiempo algunos de estos piratas optaron por establecerse y dedicarse a la plantación de tabaco y azúcar, obteniendo lucrativos resultados que propagaron la fama de la isla como un excelente lugar de asentamiento.

Cómo no había de serlo, si tras la resolución de conflictos entre España y Francia, la isla de La Española pasó a ser una de las locaciones más prósperas, gracias a una producción basada en la explotación indiscriminada de esclavos.

Francois Duvalier
Francois Duvalier

En 1791, la esperanza llegaría de la mano de Toussaint L’Overture, un ex esclavo, que lideraría una revuelta armada, que en conjunto con negociaciones políticas, terminaría desencadenando la independencia de Haití. El segundo país independiente de América, y el único en el mundo nacido de una revuelta de esclavos.

Tras el auspicioso inicio de la vida republicana, el siglo XIX traería golpes de estado, luchas por la sucesión del poder, y el involucramiento de potencias extranjeras en los asuntos haitianos.

El siglo XX para Haití comenzaría con la ocupación estadounidense entre 1915 y 1934, con diversas consecuencias para el país. Algunos investigadores consideran que el profundo daño al sistema financiero haitiano, en parte vendría de aquella época, producto de la inestable estructura financiera establecida por Estados Unidos en la isla, y los altísimos montos adeudados por Haití a ese país, entre los que incluso se encontraban las reservas del tesoro nacional.

Cuando los estadounidenses abandonaron la isla, los problemas no se fueron con ellos. Rafael Trujillo, dictador de Republica Dominicana, basándose en una disputa limítrofe, iniciaría una campaña de desalojo de los haitianos que vivían en zonas que a su juicio eran dominicanas, culminando en una masacre de tres días en la que logró asesinar entre 10 y 20 mil haitianos.

Veinte años después, la década del cincuenta finalmente parecía traer un líder con la capacidad de hacer surgir a Haití. Francois Duvalier, mas conocido como Papa Doc, un popular ministro de salud, fue elegido, tras unas dudosas elecciones, presidente del país. A poco andar de su gobierno, la esperanza del pueblo se convirtió en pesadilla. Papa Doc comenzó a consolidar todo el poder del Estado en sí mismo, dando rienda suelta a sus secuaces para ejercer el robo, la extorsión y la violación a los derechos humanos. Durante sus primeros años en el poder, logró desviar millones de dólares en ayuda humanitaria a sus propias arcas personales, y al momento de su muerte (1971), sus victimas se estiman en más de 30 mil.

Papa Doc, fue relevado en el poder por su hijo, Jean Claude Duvalier, Baby Doc. Quien continuo con las tradiciones de su padre, hasta que en 1986 abandonó el país tras presiones ejercidas por el régimen de Ronald Regan. La dinastía Duvalier se retiro de Haití, dejando tras de sí, un legado de inestabilidad institucional, pobreza, corrupción y crimen.

En 1990 llega al poder, tras ganar democráticamente las elecciones, el ex sacerdote Jean Bertrand Aristide, antiguo opositor al régimen de Duvalier. Pero tan solo a meses de haber asumido el mando, Aristide es removido del poder por un golpe de Estado que lo fuerza a salir al exilio. En 1994 Naciones Unidas, autoriza la operación militar que logra reponer a Aristide en el poder.

El 2000 Aristide fue reelecto, bajo un halo de fraudulencia. Para su desgracia, ya no gozaba del apoyo de la comunidad internacional, tras las reiterativas acusaciones de corrupción en su contra. Entre el 2000 y el 2003, las protestas en su contra se fueron volviendo cada vez más violentas, para finalmente, en Febrero de 2004 dar paso a la creación del grupo rebelde Frente Nacional para la Liberación de Haití, comandado por ex colaboradores del régimen de Duvalier. Los rebeldes tomaron posesión de la cuarta ciudad más importante de Haití, y comenzaron avanzar hacia la capital. Aristide nuevamente debió salir al exilio, esta vez para siempre. Naciones Unidas una vez más debió intervenir, autorizando el despliegue de la misión de estabilización para Haití, aún presente en el país, y estableciendo un gobierno interino.

Como si fuera poco, el mismo año Haití fue azotado por el huracán Jeanne y por graves inundaciones, cobrando 4 mil 600 víctimas más.

Para el 2005 los avatares políticos y los golpes de la naturaleza tenían al Estado haitiano ya en banca rota, subsistiendo exclusivamente de la ayuda internacional. Ese año René Préval es elegido presidente, y logra instaurar una minima dosis de estabilidad política. Pero la pobreza del país ya era demasiada. Impactantes imágenes de televisión mostraban a niños comiendo galletas de barro y jugando en lagunas de aguas putrefactas.

Para el 2008, la credibilidad de Préval descendió sustancialmente al no poder hacerse cargo de un alza en el precio de los alimentos, que resultaba fatal para una población que en un 80 por ciento, vivía con solo 2 dólares al día.

Como era de esperar, la situación en Haití siempre podía ser peor, y en el mismo año el país fue golpeado por cuatro huracanes en menos de un mes. La deforestación total y la grave degradación de sus tierras, eliminó la existencia de defensas naturales, ayudando a que la destrucción de los huracanes fuese diez veces mayor a la registrada en países cercanos. Un millón de personas quedaron sin hogar, y la ciudad de Gonaives fue parcialmente declarada inhabitable.

Caos en Hiatí
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