Jefe militar ruso acusa a EEUU de entregar misiles AA a rebeldes sirios

Los rebeldes que combaten contra el régimen del Presidente Bashar al-Assad en Siria cuentan con misiles antiaéreos portátiles del tipo Stinger de fabricación estadounidense, acusó el jefe de estado mayor de las fuerzas armadas rusas, General Nikolai Makarov, en Moscú el martes pasado.

Por Marco Ficieri (Especial para EP)

Las acusaciones fueron rechazadas al día siguiente en Washington, donde el Secretario de Defensa Leon Panetta declaró que «ciertamente, yo no sé que hayamos provisto ninguno de esos misiles en esa área».

La vocera del Departamento de Estado Victoria Nuland agregó que tampoco existen planes de entregar ese tipo de arma a los rebeldes, y exigió que Moscú presentará las pruebas de la existencia de los Stinger.

Existe preocupación ante la posibilidad de que estas peligrosas armas, que pueden ser usadas para derribar aeronaves civiles, puedan llegar a manos de grupos terroristas. En sus declaraciones del martes, consignadas por la agencia de noticias Interfax, el general Makarov afirmó que tenía información que confirma que el arsenal de los rebeldes incluye los Stingers, además de otras armas del mismo tipo, pero que no existe claridad respecto de cómo los recibieron. «Aún no hemos establecido quienes se las entregaron», señaló.

La cadena NBC de los EEUU informó en julio pasado que el rebelde Ejército Sirio Libre había obtenido dos docenas de misiles antiaéreos portátiles del tipo MANPADS -Man-Portable Air Defense System o Sistema Antiaéreo de Portabilidad Personal en Inglés- los que habrían sido transportados hasta Siria a través de territorio turco.

El general Makarov reiteró después que, pese a que EEUU ha negado hasta ahora haber enviado armas a los rebeldes, el que estos disponen de armas de origen estadounidense como los Stinger es un hecho que debe ser tomado en cuenta. «Ellos dicen que no han entregado nada a los rebeldes. Pero tenemos información confiable que indica que los rebeldes sirios cuentan con MANPADS recibidos desde el extranjero, incluyendo estos de origen estadounidense», recalcó el alto oficial ruso.

Fuentes moscovitas no identificadas, citadas por distintos medios de prensa, señalan que los Stinger habrían sido entregados a los rebeldes sirios por los servicios de inteligencia de Turquía. Pese a la presión de EEUU y otros países de Occidente, además de naciones del Medio Oriente contrarias al régimen de Assad, Rusia se ha negado a cortas sus lazos de cooperación con el gobierno sirio, y ha criticado la ayuda que Washington y sus aliados están entregando clandestinamente a los rebeldes.

Turquía detuvo a un avión comercial sirio a principios de este mes, confiscando su carga, que fue descrita por las autoridades turcas como «material bélico» de origen ruso. Moscú replicó que la carga era legal, porque se tratada de radares, y el Presidente Vladimir Putin defendió el derecho de su país a comerciar equipo militar con quien desee, a condición de no infringir las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia tiene un asiento permanente con derecho a veto.

El FIM-92 Stinger, producido por el fabricante Raytheon en EEUU y también bajo licencia en Europa por el grupo industrial EADS, es un misil antiaéreo que puede ser llevado y operado por una sola persona. Es guiado por las emisiones infrarrojas del blanco aéreo, y puede ser empleado para derribar tanto helicópteros como aviones militares y civiles.

Como resultado de la entrega de armas a los rebeldes que resistían la presencia militar rusa en Afganistán, en la segunda mitad de los años ochenta, 3 mil misiles Stinger suministrados por la CIA quedaron en manos de los rebeldes talibán. Un misil proveniente del stock afgano habría sido empleado en un atentado contra un avión comercial.

La CIA también suministró misiles Stinger a las fuerzas anticomunistas de UNITA, en la guerra civil congolesa a fines de los años ochenta, tambien a Chad para enfrentar una invasión libia en la misma época, y a los rebeldes chechenos en los noventa. En todos estos casos los esfuerzos posteriores para recuperar los peligrosos misiles dieron pobres resultados.

Lo anterior hizo que, tras el 11 de septiembre de 2001, Washington pusiera gran énfasis en la implementación de medidas para evitar que los Stinger, o armas similares como el Igla ruso, pudieran caer en manos de terroristas que podrían emplearlos contra aviones de pasajeros. Es así como, pagando sobornos a jefes militares de Bolivia que habrían sumado 400 mil dólares, en el año 2005 obtuvo la entrega de la treintena de misiles HN-5 -una copia china del Igla ruso- que poseían las fuerzas armada de ese país. De la misma forma se presionó también a Nicaragua, que ha venido destruyendo buena parte de su arsenal de misiles Igla desde el año 2003, a cambio de compensaciones financieras y la entrega de equipo militar por parte de EEUU.

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