Plebiscito de 1988: El siniestro plan de la CNI y Pinochet para impedir el triunfo del "NO"

plebiscitoLa Central Nacional de Informaciones (CNI) elaboró un documento que anunciaba un ataque de comunistas y miristas en la noche del 5 de octubre de 1988, día en que se plebiscitaba la permanencia de Augusto Pinochet en el poder. De esa supuesta “asonada” fueron informados los comandantes en jefe de las cuatro ramas de las FFAA. Pinochet, apoyado en el documento del jefe de la CNI, Hugo Salas Wenzel, trató de torcer el destino de las urnas y realizar un autogolpe. Quince años después de esa jornada, el general Matthei relató las oscuras intenciones del entonces jefe de Estado y mostró -indirectamente- la importancia que se le otorgó a uno de los memos secretos, el C-3 2432/12, que hacía referencia a la denominada Operación Bolívar y que aquí revelamos en detalle.

El plebiscito de 1988 se acercaba irremediablemente para aquellos que durante 15 años habían detentado el poder y, si bien pensaban que el general Augusto Pinochet se mantendría por otros 8 años en La Moneda, el servicio de Inteligencia, la tristemente célebre Central Nacional de Informaciones (CNI), se preparaba para lo peor. No era, sin embargo, una eventual derrota en las urnas lo que preocupaba a los duros hombres del general Hugo Salas Wenzel, sino informes sobre una supuesta “noche roja”.

Un documento secreto, el memorandum de información C-3 2432/12 de la CNI (para verlo haga click aquí), que hacía referencia a la Operación Bolívar y fechado el mismo día del acto electoral, decía que los antecedentes reunidos permitían informar que la jornada “se transformará en noche roja, gane o pierda el SI”. Y agregaba: “tienen una campaña montada a toda orquesta, habrán muchos atentados y muertos. Si gana la opción NO, echarán la culpa a los militares de los atentados y si gana la opción SI, comenzará la lucha armada. Muchas armas ya están en poder de los extremistas, el encargado de suministrar el armamento es un ciudadano norteamericano de nombre Frank Terpil (ya investigado y con antecedentes en C-3) actualmente prófugo del FBI”.

Terpil, un “renegado” de la CIA, según Gordon Thomas, autor de La Historia Secreta del Mossad, fue procesado por el Gran Jurado, acusado de los cargos de haber enviado armas a Libia, conspirado para asesinar a un opositor a Gaddafi en El Cairo, y reclutado ex pilotos militares norteamericanos para volar aviones libios y boinas verdes para dirigir campos de entrenamiento terrorista. Si bien su rastro se perdió en Beirut, de acuerdo a la versión de Thomas, en su edición de septiembre de 2002 El Nuevo Herald de Miami, mencionó que el agente vivía en La Habana bajo la protección del régimen de Fidel Castro.

Según el memo de dos hojas de la CNI, Terpil se había reunido en Buenos Aires con un comandante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, de nombre Pedro. “César Bunster Aristía (sic) y Sergio Buschman, estarían en Chile y se encuentran a la espera de Andrés Pascal Allende; también han retornado clandestinamente todos los jefes máximos de los G.P.M (Grupo Político Militar) que tendrán a su cargo las operaciones en los atentados”, agregaba el comunicado que, además, entregaba una información extra pero “no comprobada”: en Brasil “se habrían confeccionado 4 mil uniformes militares”.

El informe secreto, sin duda, había sido dado a conocer por Salas Wenzel a Pinochet y éste, dentro de su lógica, operaba bajo ese esquema.

Ya dos semanas antes, el propio jefe de la CNI había informado a los capos de Inteligencia de las distintas ramas que “los comunistas” preparaban algo para el día cinco de octubre. El general Matthei, en el libro “Mi testimonio” confirmó ese encuentro y sostuvo que “el jefe de Inteligencia de la Fach me comunicó que le habían informado de un plan para el día del plebiscito, en caso de que ‘algo salga mal’. La apreciación de dicha eventualidad se haría entre las cinco y las seis de la tarde del día 5 de octubre y se ejecutaría interrumpiendo el acto electoral y estableciendo una cadena nacional de radio y televisión. Cuando me enteré de esto, llamé al almirante Merino, quien me confirmó que su propio jefe de Inteligencia le había dado cuenta de lo mismo”.

En una reunión posterior, realizada según Matthei el 27 de septiembre en La Moneda, Pinochet les dijo a todos los integrantes de la Junta Militar que “el Partido Comunista estaba preparando una gran asonada”. “Están dispuestos -habría dramatizado el ex dictador- a provocar gravísimos desordenes, quién sabe con qué consecuencias. El acto plebiscitario podría interrumpirse a cualquier hora”.

El día del plebiscito Pinochet tenía el guión escrito. No sólo se demoró la entrega oficial de cómputos sino que la primera de ellas, alrededor de las 20 horas, daba una clara ventaja a la opción que favorecía a Pinochet. El escenario se iba prestando para que la oposición más dura, ante la eventualidad de una fraude, cumpliera su parte del guión, saliera a las calles y provocara los desordenes. “Fueron horas bastante tensas. Nosotros nos habíamos quedado sin noticias oficiales, mientras nuestros adversarios políticos se preparaban para celebrar o para defender el triunfo si éste se desconocía”, reflexiona Fernando Matthei en “Mi Testimonio”.

A la una de la madrugada el general Pinochet citó a todos los comandantes al “bunker” de La Moneda. Antes de ingresar el jefe de la Fuerza Aérea, sin embargo, dijo a los periodistas apostados en el lugar que a su entender, el “No” había ganado. Lo propio hizo el ex ministro del Interior de Pinochet, Sergio Onofre Jarpa, en una edición especial de la TV. A pesar de ello, de acuerdo a las versiones, el dictador se resistía a reconocer su derrota. Hubo, según Matthei, una fuerte discusión sobre la inconveniencia de violar la Constitución del 80.

“El general Stange -relata Matthei- insinuó la conveniencia de tomar contactos con la oposición en vez de ignorar o marginar a sus dirigentes, puesto que eran ellos los que habían ganado. Pero el Presidente se negó terminantemente a hacerlo, de manera que tanto el almirante Merino como yo le hicimos ver que era necesario ser realistas, que habíamos perdido y que había que pensar en futuros cursos de acción. Mencionamos también la posibilidad de elegir la mejor oportunidad política para llamar a elecciones abiertas, incluso adelantando los plazos, y no me acuerdo cuál de nosotros sugirió para esos efectos el mes de abril, antes de que se iniciara el invierno. “‘¡¿Abril? Por ningún motivo -dijo el general Pinochet- yo no me voy’. En seguida, expresó que estaba dispuesto a sacar las tropas a la calle y ‘barrer con los comunistas’ si fuera necesario. ‘Y a cualquier general o almirante que hable con los comunistas, lo echo’, agregó”. El general del aire, quince años después de la histórica jornada, sostiene que le dijo a Pinochet que “a mis generales no los puede echar. Si quiere, écheme a mí”. Y el jefe del Ejército le respondió: “usted sabe que no puedo”. “Entonces a mis generales tampoco”, le dijo Matthei. “¿No cuento entonces con la Fuerza Aérea?”, insistió Pinochet, y Matthei -serenamente según su versión- le señaló que contaba con ella “siempre y cuando mantenga la sensatez. No estamos dispuestos a salir a la calle. Estamos derrotados, pero con honor. Si violamos la Constitución que juramos defender, estaremos derrotados… No alcancé a terminar la frase, porque intervino el almirante Merino: ‘con oprobio’”. En “Mi Testimonio”, Matthei agrega que “luego de ese duro intercambio de palabras, el general Pinochet le preguntó al almirante Merino y al general Stange si contaba con la Armada y Carabineros. Ambos le contestaron que sólo si era capaz de manejar la situación en forma sensata, pues al igual que yo, ninguno de ellos estaba dispuesto a violar la Constitución y mucho menos a salir a la calle. “‘Entonces -reclamó Pinochet- quiere decir que, como siempre, tendré que hacer las cosas yo solo, con el Ejército’. Hubo silencio y se cambió de tema”, recuerda Matthei.

Al finalizar la reunión, Pinochet pretendió que Rodolfo Stange, Merino y Matthei firmaran un acta en la que, entre otras cosas, se le entregaban facultades extraordinarias al ex dictador para que actuara sin consultar a las respectivas instituciones. Matthei dice que hizo pedazos el documento que le pasó Pinochet.

Finalmente, nada ocurrió la noche del 5 de octubre, salvo la derrota del régimen militar y el inicio de la apertura democrática.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.