Grupo argentino Clarín: El ADN de un interesado en el canal del Presidente

Luego, vino el negocio del fútbol, adquiriendo por 5 años los derechos televisivos y, según la prensa argentina, Clarín controló hasta la programación de las fechas. “La creación del diario deportivo Olé y de un canal deportivo, ‘TyC Sport’, fueron la natural evolución del proceso”, señala una nota sobre el holding.

“En 1999 el Grupo Clarín se constituye como una sociedad anónima siendo sus accionistas mayoritarios Ernestina Herrera de Noble (segunda esposa de Roberto Noble) Héctor Horacio Magnetto, Juan Antonio Aranda y Lucio Rafael Pagliaro. Posteriormente se vendió el 18% de las acciones del grupo financiero Goldman Sach Group por un monto de 500 millones de dólares. Los que le permitió al holding reducir sus pasivos y contar con una nueva fuente de financiación”, señala la misma nota.

La crisis política y económica de 2001, el llamado “corralito”, encontró al grupo fuertemente endeudado en dólares. Para evitar la quiebra y pesificar las deudas que tenían en divisas norteamericanas y que se habían triplicado, Clarín presionó al gobierno de Eduardo Duhalde para que la pesificación incluyera a los compromisos contraídos con la banca local. “Esta nueva disposición legal, pero no justa, le permitió al holding Clarín la licuación de pasivos con el sistema financiero local por un monto total de cincuenta y seis millones, ochocientos mil dólares)”, informó un estudio de la prensa.

Otras tantas modificaciones legales, siempre en el gobierno de Duhalde, favorecieron a Clarín, incluso fue bautizada con su nombre una medida, la Ley de Preservación de Patrimonios Culturales, que le permitió “licuar” sus deudas nacionales que sumaban más de mil doscientos millones de dólares. “La propiedad de los medios de comunicación debe ser de empresas nacionales, permitiéndose la participación de empresas extranjeras hasta un máximo del 30 por ciento de capital”.  Con ello, Clarín evitó que sus acreedores solicitaran la propiedad de algunos de los medios pertenecientes al grupo a cambio de la deuda contraída (el denominado “Gran Down”) y pudo negociar desde una mejor posición con ellos.

“En la actualidad la estrategia del Grupo Clarín en muy clara: generar, magnificar o aprovechar las debilidades de las distintas administraciones gubernamentales para socavar su poder y después extraerles concesiones desde una posición de fuerza. Por eso gobiernos que fueron doblegados por el grupo le concedieron la autorización activa o pasiva de medios cuya posesión simultánea está prohibida en todo el mundo democrático, también le permitieron la licuación de deudas que lo hubieran llevado a la quiebra, el control de la producción del papel subvencionado por el Estado, la asignación de la mayor pauta publicitaria so pena de amenazar con tapas destituyentes”, señala un reportaje respecto al grupo.

Tal tesis es secundada por el abogado y periodista, Pablo Llonto, autor de un libro sobre Clarín, quien consultado por El Periodista dice que “con los gobiernos argentinos desde 1987 utiliza el método del chantaje. Los extorsiona con tapas y noticias criticas para obtener aquello que empresarialmente necesita. Lo hizo con Alfonsín para sacarle una radio. Lo hizo con Menem para obtener canal 13 a precio regalado. Y luego el negocio del futbol y del cable. Lo hizo con Kirchner para obtener renovación de licencias de radio y TV”.

“En el libro El Hombre de Clarín -que es una benévola biografía autorizada de Héctor Magnetto-, el periodista José Ignacio López refleja la versión edulcorada de un modelo que legitima la eficacia de la extorsión como metodología sistemática para el crecimiento periodístico y empresarial. Si es preciso, se estigmatiza, hasta la destrucción, a los enemigos. Con los derrocamientos de De la Rúa y de Rodríguez Saa, Clarín logró sanear su economía. Abandonar la ‘pelea del descenso’, o sea, del quebranto. Al transferir, hacia la sociedad, los efectos residuales, del admirable crecimiento empresarial. Antes del 2001, el Grupo Clarín tenía una estimación de valor en el mercado de 3 mil 200 millones de dólares; una estimación de facturación en 1999 de 2.000 millones de dólares y una deuda de alrededor de mil 700 millones de dólares que pesificó Duhalde pasando a deber sólo la tercera parte”, relata Walter Goobar, otro destacado profesional del país trasandino. Y agrega: “Pese a contar con excelentes profesionales, hace tiempo que el multimedios ha sacrificado su obligación de informar, en beneficio de la dinámica del insaciable crecimiento del consorcio grupal. Clarín es un supermercado comunicacional que, a través del ejercicio selectivo de la información, persigue la gestación de negocios que son simples subproductos comerciales”.

Hoy, su gran disputa con el Gobierno de Cristina Fernández, es la ley de servicios audiovisuales, que impide la concentración de medios y es la que, tal vez, haya obligado a Clarín a mirar hacia Chile si es que tiene que desprenderse de alguna de sus empresas. Hecho que, según Goobar, no le preocuparía tanto al holding, “tampoco la posibilidad de que haya nuevos medios independientes, sino la perspectiva concreta de perder la potestad de construir la agenda única”, dice.

“Clarín aplica la política de la ‘tolerancia cero’ con el disenso, entre sus empleados, como lo demuestra el hecho que desde hace cinco años la empresa no permite ninguna actividad gremial de la profesión que dice defender”, termina Walter Goobar.

La puerta de ingreso a Chile, para este gigante de las comunicaciones, está abierta. En las próximas horas se verá si entran, con la invitación del Presidente de la República, para convertirse en un “toque de atención para la solución argentina de los problemas chilenos”, como dice su portada desde hace casi 70 años.

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