A pesar de gestos del general Fuente-Alba, Ejército mantiene en servicio a responsables de instructivo anti homosexuales, testigos de Jehová y pobres

El nuevo alto mando del Ejército para el año 2013, autorizado y confirmado hace un par de semanas por el Presidente Sebastián Piñera y el ministro de Defensa Andrés Allamand, mantendrá en servicio al Jefe de la Primera División, General de Brigada Cristian Chateau Magalhaes; y al Director de Inteligencia, General de Brigada Sucre Elgueta Segura.

Ambos oficiales fueron responsables de la confección y circulación, desde principios de este año, de un instructivo revelado en septiembre pasado, que ordenaba no permitir el ingreso a las filas del Ejército de homosexuales, Testigos de Jehová y jóvenes en situación de pobreza.

A ello se han sumado los recientes dichos proferidos por el diputado de la UDI por el Distrito 40 de la VII Región, Ignacio Urrutia, respecto de los homosexuales y su presencia en las FFAA.

Ambos casos son vistos como una clara referencia del lugar donde se ubican los mandos militares y la Derecha política, tanto respecto de la sociedad como también en materias como la tolerancia y el respeto a las personas.

Que los generales Chateau y Elgueta sigan en servicio, como si nada hubiese ocurrido, es una clara prueba de que las declaraciones públicas de importantes dignatarios del Gobierno, todos miembros destacados de la Derecha, rechazando la naturaleza y objetivos del instructivo, fueron de la boca para afuera. Al final no se tomó ninguna medida contra los oficiales responsables del instructivo, dejando toda decisión en manos del Ejército, cuyo alto mando evidentemente tuvo libertad y apoyo para no hacer nada. Todo ello lleva a considerar la posibilidad de que los contenidos del mencionado instructivo ya eran conocidos por el gobierno, o al menos por el ministro Allamand, mucho antes de que el documento fuera denunciado a la opinión pública hace un mes. Peor aún, nada hace descartable que el instructivo haya contado con la aprobación, desde el principio, de las autoridades políticas responsables de Defensa. Ello explicaría que en el fondo no hayan hecho ni vayan a hacer nada concreto, salvo emitir declaraciones de buena voluntad, respecto de las deplorables posturas ultraconservadoras y discriminatorias que existen entre los mandos militares, porque coinciden con ellas.

Lo mismo reflejan los dichos proferidos por el diputado Ignacio Urrutia, quien rechazó la presencia de homosexuales en las FFAA señalando «es para hombres derechitos y para mujeres derechitas». El parlamentario conservador expresó su posición por primera vez el pasado martes 9 de octubre, mientras participaba de una sesión de la Comisión de Defensa de la Cámara Baja. En la ocasión los mandos castrenses habían acudido a explicar el origen del infame instructivo de reclutamiento y como se corregirían las medidas discriminatorias incluidas en el. Urrutia dijo que «…el día que nos llenemos de homosexuales en las fuerzas armadas lo que va a ocurrir es que nos va a invadir cualquier país con una facilidad gigantesca», agregando al día siguiente en declaraciones a la prensa que «las fuerzas armadas necesitan hombres bien hombrecitos y mujeres bien mujercitas». Además de exhibir una visión de estereotipo sobre las personas no heterosexuales, el parlamentario exhibió un notorio desconocimiento en lo referente a la seguridad, la defensa y las fuerzas militares. Un detalle importante soslayado o ignorado por Urrutia es que, a lo largo del mundo, las fuerzas que aceptan homosexuales distan mucho de estar «llenas» de personas de esa inclinación.

En el aspecto del conocimiento de la temática militar más mínima, Urrutia claramente no sabe que en el ejército de Israel, que es probablemente la fuerza más idolatrada por el ejército chileno hoy, los homosexuales no sólo son permitidos sino que tienen obligación de servir, como todo ciudadano de ese país. La experiencia de ese ejército, que es una fuerza que regularmente entra en acción, indica que la presencia de homosexuales en sus filas no ha tenido efecto sobre la eficiencia o eficacia de sus unidades de combate. Los dichos del diputado también reflejan desconocimiento de la realidad militar, geopolítica y estratégica de Chile, que está entre las naciones mejor armadas de la región sudamericana, con una clara superioridad bélica en las tres dimensiones -terrestre, naval y aérea- sobre sus vecinos Argentina, Bolivia y Perú. Respecto de este último país, la verdad es que, aunque es el que está en menor desventaja respecto de Chile en materia de equipamiento bélico, de todas maneras está en inferioridad relativa. Y también se debe considerar que las capacidades militares de Perú están comprometidas en la lucha con la guerrilla maoísta del renacido grupo Sendero Luminoso, que se ha hecho fuerte en la región del VRAE. El vecino norteño no quiere ni puede agredir a Chile, no sólo por sus limitaciones limitares del momento, sino que también porque ello debilitaría los esfuerzos que hace por obtener una revisión de la delimitación marítima con Chile por la vía jurídico-diplomática, en donde ha llevado sus reclamaciones a la Corte Internacional de La Haya.

Sin embargo, la discusión generada en torno al acceso y presencia de homosexuales en las fuerzas armadas, así como la absurda idea de impedir el ingreso de un grupo religioso (Testigos de Jehová) que se caracteriza por su rechazo al servicio militar, ha impedido que se preste atención a otro aspecto del instructivo de reclutamiento que es más delicado: su objetivo de mantener fuera de las instituciones militares a los jóvenes en situación de riesgo socio-económico. Es este aspecto el que refleja con más claridad la visión conservadora y discriminatoria que aún está atrincherada al interior de las fuerzas armadas chilenas.

Semejante consideración en el instructivo de marras es un enorme despropósito, porque a lo largo del mundo, incluyendo las naciones industrializadas de Norteamérica y Europa, el grueso de los jóvenes que optan por servir en las fuerzas armadas provienen de los sectores más humildes de la sociedad. Es por ejemplo el caso del Reino Unido, donde la mayor parte de los nuevos reclutas son de la zona norte de Inglaterra, donde se registran los mayores índices de pobreza, cesantía y embarazo adolescente, por citar algunos indicadores relevantes. Se trata de zonas en donde el servir temporalmente en las fuerzas armadas, o de seguir una carrera militar de largo aliento, es una de las pocas oportunidades o alternativas de superación disponibles. Es que un joven en riesgo socio-económico es, para decirlo en términos claros, un joven muy pobre.

En este último punto, no deja de llamar la atención que, mientras se mira con desconfianza a los jóvenes más pobres y busca evitar que ingresen a las fuerzas armadas, estas instituciones hacen grandes esfuerzos para reclutar como reservistas a figuras destacadas de la elite conservadora económica y política. Con ese fin las instituciones castrenses han creado escalafones especiales, como la Reserva Naval de

Yates de la Armada, en cuyas filas está entre otros el veterano propietario de El Mercurio, Agustín Edwards; o la reserva de oficiales del Ejército, donde forman el actual ministro de RREE Alfredo Moreno, el ex ministro de Defensa Francisco Vidal y el empresario Andrónico Luksic Craig. “Mientras esto ocurre, muy poco se ha hecho para avanzar en materia de reforma de la Carrera Militar, a fin de implementar nuevas formas de ingreso y servicio, más apropiadas a la actual estructura cultural y social de Chile”, acotó un observador consultado por EP.

La promesa de la Concertación, que anunció una reforma de la carrera militar hace más de una década, quedó sólo en eso, aunque, como un observador se encarga de acotar, “las autoridades de la administración Piñera tampoco se han caracterizado por ser proactivas en éste y otros temas ligados al sector Defensa”. Como resultado, la implementación de las plazas de soldado profesional no han dado el resultado buscado, porque bajo las normas que actualmente rigen la carrera militar no es posible el desarrollo de una verdadera carrera corta de 12 años, como se buscaba, y los jóvenes que se acogen a esta alternativa sólo pueden servir cuatro o cinco años. Eso también ha desincentivado a las fuerzas, que no ven sentido en invertir más en la preparación y calificación de personal que va a dejar sus filas en un par de años.

Las escuelas matrices de oficiales también han visto aumentar las dificultades para atraer jóvenes, como resultado de la amplia oferta de carreras existente en el sistema de educación superior, especialmente por parte de instituciones de carácter privado. La situación no ha afectado tanto a la Armada y la Fuerza Aérea, ya que el prestigio de ambas instituciones, tanto en materia de calificación técnica como de manejo de tecnologías avanzadas, aún atrae a muchos jóvenes con buenos antecedentes académicos y aptitud para el ejercicio del mando.

La institución más afectada por la situación descrita antes es el Ejército, cuya escuela matriz ha debido bajar sus exigencias académicas y personales de selección, para poder llenar los cupos de futuros oficiales que esa fuerza necesita. Pero ello ha resultado en que un porcentaje alto de sus graduados no han sido capaces de llevar sus tareas como oficiales, debiendo ser pasados a retiro tras apenas dos o tres años de servicio.

Una reforma de la Carrera Militar debería permitir la incorporación, a los escalafones regulares de oficiales, de jóvenes que al terminar el colegio no tenían interés en las instituciones militares, pero que una vez graduados de la universidad sí se interesen en la opción castrense. Es lo que viene ocurriendo desde hace décadas en países industrializados como EEUU, Reino Unido, Canadá y otros; donde el grueso de los oficiales regulares ingresa de esta forma, en muchos casos iniciando su preparación militar en paralelo a su formación universitaria. Al respecto cabe mencionar que el general Collin Powell, que alcanzó la máxima antigüedad en las fuerzas armadas estadounidenses como Jefe del Estado Mayor Conjunto, no se formó como oficial en la Academia de West Point sino en la Universidad de Nueva York. Fue en esta última casa de estudios superiores donde Powell siguió los cursos del ROTC (Reserve Officer Training Course o Curso de Oficial de Reserva en Inglés) en paralelo a sus estudios superiores, obteniendo su incorporación al Ejército de los EEUU tras titularse como geólogo en 1958.

Los factores anteriormente expuestos muestran cuán lejos están las fuerzas armadas chilenas de sus pares del primer mundo, pese a la acelerada modernización de material experimentadas por ellas en los últimos quince años, como resultado de una cuantiosa inversión financiera por parte del Estado. “Esto muestra cuán errónea es la idea sostenida por los líderes de la Concertación, respecto de que las reformas que necesita el sector militar deben ser producto de la maduración de la mentalidad castrense”, reconoció en Santiago un observador calificado cercano a ese conglomerado político. “Está claro que ellos se dedicaron a eludir su responsabilidad en este sector durante años. Pero se ha hecho evidente que los cambios son muy necesarios y que ya no pueden esperar, y que sólo ocurrirán cuando un nivel político realmente comprometido con las reformas ejerza su autoridad y las imponga. Habrá voces que se alzarán para advertir sobre el supuesto peligro que ello implicaría, pero ellas no deben ser escuchadas. Las fuerzas armadas acatarán, siguiendo lo que es la esencia de su cultura profesional, que es obedecer”, subrayó el mismo observador.

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