F-16 de la Fuerza Aérea de Chile: ¿Defensa con soberanía límitada?

La capacidad de la flota de aviones de combate F-16 de la FACH, que comprende 44 aparatos de las variantes Block 50 y MLU adquiridos entre 2002 y 2008 en EEUU y Holanda, estaría constreñida por controles y limitaciones al uso de sus armas. Las limitaciones serían producto de condiciones exigidas por el gobierno norteamericano para aprobar la venta, las que fueron aceptadas por las autoridades chilenas, fuentes cercanas al tema revelaron a EP.

Las limitaciones estarían referidas principalmente al uso de los misiles aire-aire de largo alcance AIM-120 AMRAAM  y las bombas guidas por GPS JDAM. Ambas armas fueron adquiridas a través del sistema oficial de exportaciones Foreign Military Sales (FMS), explicaron las fuentes. En dicho sistema la transferencia del material bélico a países considerados amigos debe ser aprobada primero por el Departamento de Estado, de acuerdo a los lineamientos de la política exterior y los intereses de Washington.

Luego, la decisión del Departamento de Estado debe ser aprobada por el Congreso, para que de ser finalmente aceptada, la Agencia de Cooperación de la Defensa del Pentágono reciba la luz verde, para completar las negociaciones y cerrar la venta.

La nación cliente no firma un contrato sino una Carta de Aceptación (Letter of Aceptance o LOA). Es una formula donde el gobierno del país cliente no compra directamente al fabricante sino al gobierno de los EEUU, que actúa como intermediario entre cliente y fabricante. Es decir, es una compra de gobierno a gobierno, lo que en principio parece muy bien.

Sin embargo, adquirir material y armas a través del FMS implica renunciar a varios  derechos que normalmente asisten a los clientes. Mientras la compra al fabricante es realizada por el Pentágono, el país cliente pierde su derecho a recurrir de reclamo a una corte de justicia, si las entregas del material adquirido se atrasan o postergan, si los costos finales son superiores a lo previsto, o si el material es defectuoso o no cumple con las especificaciones o requerimientos.

Aunque el país cliente renuncia a su derecho a recurrir a una corte, para demandar y recibir compensaciones por los inconvenientes o deficiencias que presente el material adquirido, no pierde su derecho a que ellos sean resueltos o corregidos, aunque eso es manejado por el Departamento de la Defensa de los EEUU de acuerdo a sus prioridades y plazos.

Defensa sin soberanía

Pero donde las condiciones impuestas por el FMS se complican es cuando se refieren a ciertos ítem, usualmente lo que los expertos llaman sistemas de arma, considerados sensibles por el Departamento de Estado. Se trata por lo general de armas de precisión cuyo efecto en combate puede ser decisivo. Es el caso de los misiles aire-aire de largo alcance AIM-120 AMRAAM y las bombas guiadas de precisión JDAM adquiridas por Chile para uso con los F-16.

El AIM-120 es un arma con un alcance por sobre 100km, que al momento de ser disparada es guiada por el computador de misión del avión de combate, pero posee un radar propio que le provee guiado activo, que después va actualizando su trayectoria hasta impactar al avión enemigo que es el blanco de intención. Es la principal arma de combate aéreo empleada por los EEUU. Cada misil AIM-120 vale 400 mil dólares.

La JDAM (Joint Direct Attack Munition o Munición de Ataque Directo Conjunta) es una bomba normal de caída libre, de 200kg y 900kg, que mediante el agregado de un modulo se transforma en una arma de guiado preciso mediante navegador global satelital, que cae semi-planeando hacia su blanco, de acuerdo a las coordenadas de GPS. Permite atacar con precisión blancos a una distancia de hasta 28km. Cada modulo –se necesita un por cada bomba- vale 30 mil dólares.

Chile es el único país de América Latina que ha podido obtener AMRAAM y JDAM, previa aceptación de las limitaciones y controles que el gobierno de los EEUU impone a través de la LOA firmada en el marco de la transferencia FMS.

Esos controles son ejercidos tanto sobre el empleo de estas armas como también sus condiciones de almacenamiento en Chile. Su empleo debe ser activado por personal estadounidense destacado en el país con ese fin, previa autorización desde los EEUU, según estimación tanto de su legitimidad como también de la conveniencia para los intereses de Washington.

El acceso a las bodegas donde esas armas son almacenados, en las bases de la FACH de Cerro Moreno en Antofagasta y Los Cóndores en Iquique, también es monitoreado a distancia por personal estadounidense, que además realiza revisiones regulares, para confirmar que la totalidad de las armas está almacenada allí. Para entrenamiento regular con los AMRAAM, los F-16 chilenos emplean la versión de entrenamiento del mismo misil, que no tiene motor ni carga explosiva pero permite adquirir el blanco. La única ocasión en que la FACH ha sido autorizada a instalar misiles activos en cuatro de sus F-16 tuvo lugar en el 2013, para dar protección a la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC) y del Caribe con la Unión Europea (UE), realizada en Santiago en enero de ese año.

Advertido e inexplicable

La situación, que no deja de causar incomodidad al interior de la Fuerza Aérea, fue advertida en la víspera de la compra de los F-16, a principios de la década pasada, por el profesor político Emilio Meneses, quien entonces se desempeñaba como jefe académico de la cátedra de Defensa del Instituto de Ciencia Política de la UC. En intervenciones públicas y entrevistas, Meneses recogió informaciones que señalaban que los EEUU no venderían misiles AMRAAM con los F-16, e indicó que adquirir un aparato estadounidense a través del FMS sería “desfavorable” para Chile en esa y otras formas. Meneses cuestionó la necesidad de comprar el F-16 cuando habían alternativas, como el Saab Gripen sueco y el Dassault Mirage 2000 francés, que podían ser adquiridas sin aceptar ni sufrir ningún tipo de limitación.

La búsqueda de un nuevo avión de combate avanzado para la FACH comenzó en 1995, bajo la denominación Proyecto Caza 2000. A fines de 1997 se seleccionó al Saab Gripen, pero el anuncio de esa decisión fue postergado hasta FIDAE, que tendría lugar a fines de marzo del 1998. Ese lapso dio tiempo al despliegue de un fuerte lobby estadounidense, que logró llevar el proceso a fojas cero, mientras desde el gobierno se daban señales favorables a la compra de un aparato de esa procedencia. Uno de los mensajeros de esa preferencia fue el hasta hace poco Ministro del Interior, Mario Fernández, entonces subsecretario de Guerra y entre los años 2000 y 2002 Ministro de Defensa. En ese marco, hubo un momento en que la Fuerza Aérea se interesó en el F-18 Super Hornet ofrecido por Boeing. El gobierno disuadió a la FACH, dando a entender que ese aparato sería un exceso, dando a entender al mismo tiempo que la selección del F-16 propuesto por Lockheed Martin sería vista con mejores ojos.

Finalmente, la selección del F-16 fue anunciada en diciembre del 2000. Pero el pedido por diez aparatos recién se formalizó dos años después, en enero del 2002. Posteriormente, en 2005 y 2009 se compraron dos partidas adicionales de segunda mano a Holanda, consistentes en dieciocho y dieciséis ejemplares de F-16 MLU, respectivamente. Todos los aparatos ex holandeses fueron modernizados a un estándar cercano a Block 50, pero se les retiro la capacidad de lanzar misiles anti-radar AGM-45 Shrike, que las autoridades estadounidenses no querían que se introdujese en América del Sur. En total, durante la década pasada se adquirieron cuarenta y cuatro F-16, y también se logró comprar, a través de sucesivas partidas, los correspondientes misiles AMRAAM y bombas JDAM para dotarlos, pero al costo de aceptar de las limitaciones y controles impuestas por las autoridades norteamericanas.

Se estima que el costo total, entre la compra de los aviones y las armas, fue cercano a los mil 400 millones de dólares. Una inversión considerable en material que, para ser usado con máximo efecto, necesita recibir una autorización desde Washington DC. ¿Por qué se optó por una alternativa así, que limita las opciones de ejercicio del derecho a defender la soberanía del país?

Algunos observadores entendidos aseguran que se buscó prevenir el empleo de los aparatos en un eventual golpe de estado. Pero esa explicación no resiste análisis, porque la FACH y restantes instituciones castrenses tienen otros medios, no sometidos a control externo, que serían más que suficientes para asegurar el éxito de una improbable rebelión. Otros observadores piensan que simplemente se buscó un alineamiento con los EEUU, mientras que un tercer grupo ofrece explicaciones algo más mundanas.

1 comentario
  1. Avizor dice

    Sin comentarios…
    Mientras tanto nuestros vecinos compran tecnología rusa que ha superado con creces a la de usa, según revistas y sitios especializados…

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