La salvación de la Casa Maroto

Cuando se inició la construcción del Mall Plaza Egaña, en la intersección de Avenida Ossa con Larraín, en la comuna de La Reina, todos los ojos se posaron en la añosa Casa Maroto, una construcción estilo italiano que los últimos años cobijó a la Cruz Roja pero que las termitas usaban como desayuno, almuerzo y cena.

Todo indicaba que la gran casona construida en 1920 y que perteneció a Rafael Maroto Hurtado, nieto del general que comandó a los realistas en la Batalla de Chacabuco, terminaría por ser devorada por el centro comercial.

Pero, como en los cuentos con final feliz y tras varios movimientos vecinales y culturales, la constructora decidió incorporar la casa a su proyecto comercial, recuperándola para actividades sociales y culturales.

Para mantenerla en pié, tras años de abandono, los nuevos dueños debieron reforzar hormigones, cambiar molduras y adaptarla a las normas del siglo XXI. “En la práctica, es una edificación nueva”, dijo en su momento Jaime Fontana, gerente de Arquitectura de Mall Plaza.

Con minuciosidad y dedicación se recompusieron los vitrales y las baldosas, éstas últimas incluso con la colaboración de la firma que confeccionó las piezas originales. “Las mil 500 baldosas que cubren las tres plantas de 354 metros cuadrados fueron elaboradas a mano por cuatro artesanos. Se conservaron también las tonalidades amarillo ocre de las maderas, el marfil de sus paredes, el rojo de las molduras y el claroscuro de sus suelos”, señala un reportaje de La Tercera.

Hoy, con el centro comercial ya inaugurado a la salida del Metro Plaza Egaña, la casa Maroto llama la atención a los que transitan por avenida Ossa porque su estructura, pegada al mal, pareciera que poco y nada tiene que ver con la modernidad del nuevo edificio, del cual está separada por cuatro y 10 metros de dos de las fachadas. La idea de los arquitectos fue mantener el contraste entre la casa de 1920 y el edificio del 2013 para realzar su valor histórico. “En el mundo desarrollado nadie quiere emular lo antiguo. La idea es acoger una construcción histórica, oponiéndola a una arquitectura de vanguardia”, indicó a La Tercera Jaime Fontana. Una idea similar a la pirámide de cristal del Museo del Louvre.

La casa Maroto, que hoy levanta con orgullo sus tres pisos y 600 metros cuadrados, celebrará su centenario albergando a un legendario Club de Jazz, que tendrá ahí sus salas de ensayo, talleres de música y acogerá a los luthiers que se esmeran por preservar su actividad. También tendrá un restaurant (el italiano La Fábrica) en el primer piso donde también habrá una terraza y se instalará un escenario móvil para presentaciones de las bandas del Club de Jazz e invitados.

Un espacio de la historia, recuperado para la cultura, que podrá visitar a partir de marzo.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.