Argentinos pueden anotar a sus hijos anteponiendo el apellido materno al paterno

post natalLoreto Torres, una argentina de 31 años, solicitó oficialmente que su hija recién nacida llevará primero su apellido y no el del padre. Su pedido fue acogido y luego la entidad normó que todas las parejas que así lo deseen puedan optar a inscribir de esa forma a sus hijos.

“Las mamás los tenemos en la panza. Pero después quedamos relegadas a una vida privada dentro de la casa y no tenemos ese reconocimiento que tiene que ver con la igualdad. Ponerle a mi hija mi apellido tiene que ver con reconocer la maternidad mas allá de lo íntimo”. La que reflexiona es Lorena Torres, una psicóloga social de la localidad santafesina de Santo Tomé (Argentina) que trabaja en el área de salud y que la semana pasada logró que su hija Gerónima fuera anotada con su apellido primero y después con el de su padre.
Lorena tiene 31 años y desde hace tiempo tiene una relación con Diego, de 34, aunque nunca hubo entre ellos la idea de un proyecto formal de pareja. “El rol que él ocupa hoy es ser el papá de Gerónima”, explicó. Un mes antes de que naciera su bebé, Lorena presentó una nota en el Registro Civil donde explicaba que con el acuerdo del padre, la pequeña llevaría su apellido. La mañana anterior al nacimiento de la beba, Lorena recibió el llamado del director del Registro Civil, quien le informaba que no había ningún problema en anotar a la niña con su apellido y le aclaró que la demora en contestar se debió a que recién ese día le llegó el pedido a sus manos.

Gerónima se convirtió así en el primer bebé en llevar el apellido materno como primero en la provincia de Santa Fe. A partir de este caso, el Registro Civil de Argentina emitió una disposición mediante la cual autoriza a todas sus dependencias para que las parejas que así lo deseen puedan anotar a sus hijos anteponiendo el apellido materno al paterno. De esta forma podrán realizarlo sin necesidad de esperar hasta el 1º de agosto, cuando comenzará a regir el nuevo Código Civil nacional que prevé que el orden de los apellidos de los hijos sea dispuesto por el libre y común acuerdo de ambos progenitores, y que en caso de desacuerdo el punto sea resuelto por sorteo ante las autoridades competentes. No es la única provincia en adoptar esta modalidad: ya lo hicieron Buenos Aires y Mendoza.

Lorena atribuye la necesidad de ponerle su apellido a su hija a su formación. “En la escuela aprendí a cuestionar la vida cotidiana, las cosas que están establecidas y no siempre hay que aceptarlas”. Y cuenta que el eje de la psicología social tiene que ver con cuestionar esas pequeñas cosas diarias: “Tenemos que preguntarnos cómo es ser mujer y tratar de trabajar sobre las desigualdades. No sobre las diferencias, porque está bien que seamos diferentes”.

Fuente: Revista Veintitrés/ Silvina Talmous

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