11 de septiembre en Santiago de Chile

Las conmemoraciones y los actos del recuerdo, en la visión de una periodista extranjera.

Por Stefanie Zuend

En Suiza, el 11 de septiembre se conmemoran los atentados contra las torres gemelas en Nueva York. Año tras año, la televisión local repite una y otra vez las mismas imágenes aterradoras y transmite discursos y actos en memoria de la tragedia.

Aquí en Chile, todo este ataque terrorista está más bien al margen. Los atentados en EE.UU. pasan a segundo plano ante la conmemoración del Golpe de Estado de 1973.

Me entero, mediante la televisión y los periódicos, que este 11 de septiembre, mucha gente se levantó con miedo, sobre todo aquellos que viven en los sectores donde tradicionalmente hay disturbios. Ellos prefirieron no salir de sus casas o si tuvieron que hacerlo para ir a trabajar, optaron por regresar lo más pronto posible. Muchos cafés, restaurantes y negocios quedaron cerrados y el transporte público funcionó con menos frecuencia.

La Presidenta Michelle Bachelet pronunció su discurso y en La Moneda se volvieron a escuchar las palabras de despedida que pronunció el Ex-Presidente Salvador Allende hace 36 años. Mientras tanto en la calle se volvían más y más violentas los manifestaciones. Más de mil viviendas quedaron sin eléctricidad, varios carabineros y manifestantes resultaron heridos y hasta hubo una víctima mortal.

El contraste entre los actos oficiales emocionantes y la violencia en la calle es chocante. Queda la pregunta sobre por qué existe tanta violencia los días 11 de septiembre. Preguntándole a la gente mayor, quienes vivieron los tiempos pesados de aquella época, la respuesta parece simple: Es gente joven que se aprovecha de la situación. Ahora son otros tiempos y ellos no vivieron la represión ni han experimentado cómo es vivir bajo una dictadura. Salen a la calle para participar en los disturbios porque están aburridos o porque simplemente no tienen nada mejor que hacer.

Pero el fenómeno no es nuevo, ni existe sólo en Chile. Exactamente lo mismo pasa cada 1 de mayo en Suiza al conmemorarse el Día del Trabajador. La mayoría de la gente que participa en los disturbios, lanzando piedras o quemando autos, sólo lo hace para divertirse. Muchos de ellos ni siquiera saben del contenido significativo de esa jornada.

Pero la situación en Chile es aún más paradójica. Mientras la Presidenta conmemora el Golpe de Estado con una ceremonia emocionante dirigida a Salvador Allende, un día después familiares y seguidores de Augusto Pinochet se reúnen en el Parque Inés de Suárez, pidiendo amnistía para los militares procesados por crímenes contra la humanidad, que occurrieron en los años que siguieron a 1973. Hecho que entra totalmente en contradicción con la ceremonia oficial.

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