Santiago no es Chile

fco-chahuanFrancisco Chahuán

Diputado

Las recientes infracciones cursadas a parlamentarios y un Ministro reflotaron la majadera idea de trasladar el Congreso de Valparaíso a Santiago.

Entre quienes estamos convencidos que la sede del Poder Legislativo se debe mantener donde está, surge la duda sobre quiénes serían los únicos favorecidos con dicha medida.

La respuesta es fácil: básicamente los parlamentarios que representan a Regiones, pero viven en Santiago. Las declaraciones del Ministro Pérez Yoma –el secretario de Estado que dijo que “el Congreso en Valparaíso es una anomalía y no da para más”– denota que escala de prioridades no hay y que, pese a que la mayoría se dice regionalista, no actúa en consecuencia.

Cuando el ex Presidente Lagos oficiaba de titular de OOPP, esa cartera hizo un estudio que arrojó que el eventual traslado de la sede parlamentaria tenía un costo estimado en 100 millones de dólares, por concepto de oficinas, estacionamientos y otras dependencias que no existen en el antiguo inmueble capitalino.

Pese a que el año pasado éste fue objeto de remodelación por un monto de 2 mil 243 millones de pesos, la suma en la que habría que incurrir no deja de ser una falta de respeto.

Quienes están a favor del Congreso en Santiago arguyen que su sede en el Puerto entorpece la eficacia, no ha tenido un impacto urbano positivo, no ha generado un foco de desarrollo, ni ha fortalecido el proceso descentralizador del país.

Lo cierto es que, sin perjuicio que en los últimos ocho años han fracasado tres sesiones (dos de ellas especiales), el rendimiento legislativo tiene directa relación con las urgencias que otorga el Ejecutivo.

Por lo demás, las cámaras de Comercio y Turismo de Viña del Mar y Valparaíso han estimado que la partida del Congreso representaría una pérdida superior a los 300 mil millones de pesos anuales para la Región de Valparaíso, pues se podrán decir muchas cosas, pero hay hechos objetivos y uno es que la actividad congresista genera una demanda por servicios que no es menor en una zona especialmente afectada por la cesantía.

Cuando hay parlamentarios que miran con simpatía la posibilidad del traslado se entiende, en parte, el desprestigio de la clase política pues, además del desinterés por avanzar en materia de regionalización, aquello denota una comodidad propia de quienes consideran que su fuente trabajo debe ir hacia ellos.

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