Cuatro tendencias preelectorales

La segunda se refiere a la constatación de los resultados obtenidos por los denominados descolgados o díscolos en sus aspiraciones parlamentarias. Si logran un desempeño razonable, donde éstos logren superar a los candidatos de los partidos en un porcentaje mayor al 30 por ciento del total del Congreso, tendremos una realidad política complicada para el próximo gobierno, el que deberá desplegar estrategias de negociación innovadoras para asegurar apoyos transversales en la aprobación de las leyes. Obviamente, a mayor cantidad de “descolgados” electos, más grande es la crisis de los partidos. Este fenómeno afectará a todos en menor o mayor grado. Los que corren más riesgos, son el PS, PDC y RN.

Como un corolario de lo anterior y asumiendo que habrán al menos dos descolgados que pueden ser electos sin dificultad, la eventual aparición de representantes del Partido Comunista, no tendrá el impacto que habría tenido en períodos anteriores, toda vez que la capacidad de “chantaje”, que antes habría sido exclusiva del PC, tendrá que compartirla con los “díscolos” electos, perdiendo posicionamiento y proyección en un contexto revisionista del sistema de partidos.

El tercer elemento que queda en evidencia en este proceso es la consolidación de la economía como rector de la política chilena, en la idea de que las propuestas de campaña ponen sus énfasis en los equilibrios financieros y en el desarrollo de más y mejores políticas públicas. Ello supone horizontes limitados de tiempo, escasa posibilidad de incorporar visiones transversales e integradoras y una focalización en los próximos cuatro años. Por tanto, se espera que el tenor y contenido del debate se mantenga en términos confrontacionales, de poca profundidad de contenidos y orientados a capturar el voto del aproximadamente 10 por ciento de la población que decide esta elección. En el mediano plazo ello constituirá un obstáculo severo para lograr acuerdos nacionales de proyección estratégica.

El cuarto elemento a considerar en esta visión tendencial se refiere a las dificultades crecientes de conexión y vinculación con la sociedad en su totalidad para manejar sus demandas y lograr un Estado más eficiente y que responda a los requerimientos de grupos cada vez más exigentes.

Ello conlleva la idea de que son los dirigentes políticos quienes tienen “acceso a la versad social” y por esto no es conveniente ni necesario consultar a la población acerca de sus necesidades.

El tema se torna difícil, al constatar las desigualdades y las deficiencias en la distribución de la riqueza, lo cual no se supera solamente con políticas públicas sino que con una visión estratégica que posea capacidad de convocar en torno a un espacio de convergencia a distintos sectores.

Finalmente, quizás el aspecto de mayor impacto será el cambio en las lógicas de poder, independiente de quien triunfe en la presidencial y el modo en que se distribuya el Congreso.

No es difícil observar que los equipos que están alrededor de cada candidato poseen una masa crítica formada por “viejos conocidos” de los círculos de poder tradicionales de la política chilena, independiente cual haya sido su evolución política, quienes mantiene las fórmulas del manejo político que son conocidas. Así, si gana Frei, es posible saber el impacto que tendrá en la distribución deponer alrededor de los más de 2 mil 500 posiciones (incluye gobierno y empresas del Estado, entre otros) que le corresponde designar a un gobierno de manera directa o indirecta. Podríamos decir que el cambio, medido de 1 a 10, se ubica en 6. Si gana Enríquez-Ominami el cambio será mayor pero favoreciendo a quienes hoy día están en el gobierno de Bachelet, por tanto, podríamos clasificarlo en 5, habida consideración que Marco no posee equipos propios. Si gana Piñera, el cambio sería profundo y amplio, pudiendo catalogarlo en 8, teniendo presente que un grupo gubernamental preferirá negociar o mantenerse en le poder, cuestión que tenderá a ser aceptada por la nueva administración.

En definitiva, el tema que marcará una tendencia será el síndrome de la pérdida de poder, el cual comienza con la derrota electoral y continuará en el Gobierno y el Congreso.

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