James Hamilton, el antihéroe

Cuando contrapreguntó a Juan Carlos Eichholz, ¿tienes a tus hijos en colegio católico?, no sólo el panelista palideció, todo Chile inicio un tembloroso tartamudeo. No le habló al rostro televisivo, sino a todos nosotros.

Escribe Jaime Quintana, senador PPD (IX Región).

El tema de esta columna era otro. Había decidido escribir sobre lo ocurrido en Fukushima y cómo este desastre debe hacernos remirar nuestra postura ambigua en torno a las centrales nucleares.

Busque información, traduje textos del inglés, revisé el convenio firmado entre el Gobierno de Chile y el de USA, leí cada una de las editoriales y columnas de la prensa nacional. El comienzo era así: “En Alemania la industria nuclear genera 30 mil puestos de trabajo, la eólica 53 mil ¿Por qué no firmar un convenio en energías renovables, en vez de abrir la puerta a un laberinto de insospechadas consecuencias?

Antes de iniciar la escritura, prendí la TV y sin decir agua va, una bomba atómica explotó en la idea de la columna y la desintegró.

Quienes escuchamos a James Hamilton en el programa Tolerancia Cero, no lo olvidaremos fácilmente. Hay sólo dos momentos donde me he estremecido observando la pantalla del televisor. La primera cuando el Presidente Lagos desafía a Pinochet, la segunda cuando James Hamilton desafía a parte importante de la curia chilena.

El primero no temió a la dictadura, el asesinato, la persecución; el segundo arriesgó imagen, familia, trabajo, burla y quién sabe si hasta la vida. Los dos hablaron en un momento histórico para Chile, uno para abrir las puertas de la democracia, el otro las de la verdad. Cuando James Hamilton contrapreguntó a Juan Carlos Eichholz, ¿tienes a tus hijos en colegio católico?, no sólo el panelista palideció, todo Chile inicio un tembloroso tartamudeo. Fue justo allí donde Hamilton no le habló al rostro televisivo, sino a todos nosotros.

¿Dónde estaba el país cuando estos dolores pasaban? ¿Qué poderosa venda se puso la patria para no ver aquello que Hamilton y muchos otros sufrían y sufren? La iglesia tuvo en la dictadura un papel central en la defensa de los derechos humanos, muchas veces incluso más allá de lo estrictamente formal. Protegió a personas y salvó muchas vidas. Ese actuar durante casi 20 años la cubrió de un atuendo ético irreprochable, sin embargo recién en la última década, algunos se atrevieron a mostrar que la iglesia defensora de los DDHH, tenía en su interior a oscuros personajes con horribles prácticas que dañaron a niños y niñas de Chile. James Hamilton fue uno de ellos. No vimos cuando fue abusado, cuando fue ocultado, cuando fue negado. Lo vemos ahora, con una claridad que duele, quizás sea tarde. Él lo sabe, pero se ha atrevido por sus hijos, por los tuyos y por los míos. 

1 comentario
  1. jose dice

    Sr Quintana, agradezco sus palabras mesuradas pero certeras,que van a lo mas profundo de nuestra sociedad declarada católica o cristiana. Es importante la Iglesia o las iglesias ya que hay separadas y otras de dudosa fundación, pero aquí lo grave es la iglesia corporación y su jerarquía poco atenta y poco servidora en estos últimos 20 años, muy moralista y con enclaves influyentes con pies de barro. La Iglesia ha sido importante para Chile, para el bién y en gran parte de historia no tan bién, osea, pésimo. Tiene la gran oportunidad de limpiarse de esos enclaves perversos, y eso requiere renuncias: a la debilidad de ser influidas por el poder y el dinero, al mesianismo idólatra forzado y permitido por parálisis institucional; ambos forjadores de alejamiento y desprecio por el Maestro,Nuestro Señor Jesucristo.

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