Cristina Fernández reclamó devolución de Malvinas

La jefa del gobierno argentino firmó inserto pagado, que fue publicado hoy en varios diarios británicos, marcando el inicio de una fase en la ofensiva diplomática y mediática a favor de los derechos que busca reivindicar sobre el archipiélago del Atlántico Sur.

Por Marco Ficieri (Especial para EP)

(PARIS) En un inserto publicado este jueves en varios diarios británicos, la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, exigió al Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, cumplir con una resolución de la ONU del año 1960, que urge a sus estados miembros a “terminar con el colonialismo en todas sus formas y manifestaciones.

En el texto Fernández señala que el Reino Unido debe abrir negociaciones sobre la soberanía de las islas, subrayando que ellas fueron “arrebatadas por la fuerza” a Argentina hace 180 años, el día 3 de enero de 1833.

La Jefa del gobierno argentino también hace notar irónicamente en el texto que las Islas Malvinas están a “14.000 kilómetros de Londres” y que la Marina Real británica expulsó a los argentinos que originalmente vivían en esos territorios del Atlántico Sur, reemplazándoles con colonos británicos, en lo que describe como un “claro ejercicio de colonialismo del Siglo XIX”.

Una de las versiones británicas de la historia dice que al momento de ocupar las islas en 1833 no había habitantes argentinos. Otra versión consigna que sólo fueron expulsadas las autoridades destacadas por Buenos Aires, en tanto que muchos de los habitantes de origen argentino, incluyendo gauchos, se quedaron por un tiempo.

La ofensiva diplomática de Argentina, para reivindicar los derechos que reclama sobre el archipiélago de las Malvinas, experimentó una nueva escalada después que las autoridades británicas decidieron dar el nombre de Tierra de la Reina Isabel a un sector de la Antártica que, junto con otras dependencias británicas del Atlántico Sur como las islas Sandwich y Georgias del Sur, son también reclamadas por Buenos Aires.

La Presidenta Fernández y sus asesores confían en que la estrategia de mantener una presión internacional sobre las autoridades británicas, por la vía de mantener sus demandas de reivindicación de derechos sobre las Malvinas en la palestra pública, obligará finalmente a Londres a aceptar negociaciones por la soberanía del archipiélago.

En el inserto, Fernández señala que no sólo América Latina sino también la “vasta mayoría de los pueblos y gobiernos alrededor del mundo” apoyan los reclamos de Argentina y “rechazan el colonialismo”.

Sin embargo, los críticos sugieren que Fernández, al igual que hizo su fallecido marido y ex Presidente Fernando Kirchner, busca reforzar su posición en la política doméstica y distraer la atención de los crecientes problemas que padece su país en las esferas económica y social.

Tras asumir el poder en el 2003, Nestor Kirchner descartó un acuerdo firmado en los noventas, bajo el gobierno del ex Presidente Carlos Saúl Menem, para explotar conjuntamente con el Reino Unido los recursos marinos en el Atlántico Sur. Ello marco el inicio del deterioro de las relaciones bilaterales, que ha continuado hasta hoy.

Aunque algunos sectores ligados a las FFAA británicas han intentado levantar el fantasma de la ocupación militar argentina de 1982, con el fin de poner atajo a los recortes militares impuestos por el gobierno del Primer Ministro David Cameron, la verdad es que Argentina está muy lejos de representar una amenaza de potencial bélico para las Malvinas.

Las capacidades militares de las FFAA argentinas están muy disminuidas, tras décadas de ser desatendidas por sucesivas administraciones. La marina no sólo no dispone de las capacidades de proyección de poder, incluidos naves de transporte y aviación embarcada, para lanzar una fuerza anfibia con el fin de ocupar de las islas, que hoy enfrentaría una resistencia substancialmente mayor.

La fuerza aérea tampoco dispone de medios, ni de combate ni logísticos –sólo vuelan dos de los nueve transportes C-130 Hercules de que disponía en 1982- para apoyar una acción de esa naturaleza.

Aunque el uso de la fuerza para recuperar el archipiélago malvinense está descartado en la Constitución de Argentina, el poseer fuerzas militares con la capacidad de acometer una empresa así daría mayor peso factual a la ofensiva diplomática desarrollada por la Casa Rosada y su Cancillería. Pero tanto la Jefa de Gobierno como sus colaboradores han decidido seguir ignorando a las FFAA.

Mientras, los niveles de respaldo a Cristina Fernández, cuya administración ha debido enfrentar cada vez más frecuentes protestas y desordenes públicos –incluyendo el asalto de supermercados por parte de turbas- han bajado en los últimos meses.

Ello hace prever resultados poco satisfactorios para el oficialismo en las elecciones parlamentarias, que deben tener lugar en octubre próximo.

Los argentinos, que por generaciones han sido educados en la idea de que las Malvinas les fueron arrebatadas y deben ser devueltas a la soberanía nacional, apoyan las demandas en tal sentido, que además están consagradas en la Constitución de esa nación sudamericana.

Sin embargo, la opinión pública local está hoy en día mucho más preocupada por el deterioro de la economía, con una perdida del poder adquisitivo de los ingresos y salarios y una inflación que sigue creciendo, así como un crimen al alza y nuevos casos de corrupción que se suceden unos a otros.

El Ministerio de RREE del Reino Unido ha descartado categóricamente que se vaya abrir alguna negociación sobre la soberanía de las Malvinas, apuntando que esa es una determinación que sólo corresponde tomar a los habitantes de las islas, de acuerdo los principios de autodeterminación establecidos en la Carta de la ONU.

Los isleños han dado a entender que quieren mantener la relación de dependencia de Londres, en lo relativo a las relaciones exteriores y la defensa, mientras ellos controlan los aspectos más domésticos de la gestión del gobierno local a través de su Consejo Ejecutivo. Este último es una especie de parlamento local, conformado por consejeros que son renovados y elegidos por voto popular cada cuatro años.

Para ratificar esta situación de semi-independencia voluntaria, está prevista la realización de un referendo sobre el estatus político de las islas, entre los días 10 y 11 de marzo próximo. Las opciones de voto incluirán las opciones de ser independientes o seguir siendo una dependencia británica de ultramar.

La medida amenaza complicar la estrategia seguida hasta ahora por Buenos Aires, con su enfoque en el colonialismo. Ello porque la descolonización, en la forma en que ella ha venido siendo impulsada por la ONU, no está enfocada en la liberación de territorios –es decir, kilómetros cuadrados- del control de una metrópoli distante, sino en la devolución de soberanía a sus habitantes, liberándoles del control político impuesto por una potencia externa y restituyéndoles su derecho de libre determinación.

Sin embargo, la relación entre los isleños –a quienes les molesta ser llamados Kelpers- y Londres es tanto de amor como de odio. Muchos de ellos, especialmente los que pertenecen a las familias más antiguas afincadas en el archipiélago, no olvidan que, hasta la ocupación argentina de 1982, las autoridades británicas no sólo fueron negligentes con el desarrollo económico-social de la comunidad local, sino que entre los años sesenta y setenta consideraron incluso su entrega a Argentina.

El gobierno británico recién comenzó a tomar medidas para desarrollar las islas, donde hasta entonces la propiedad estaba en manos terratenientes residentes en el Reino Unido, después del término de la guerra.

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