Solange de Vidts: Las tesis senior

Por Solange De Vidts Ureta, mamá, abuela, abogada, sobreviviente, escribidora.

Cuatro mujeres jóvenes de Valparaíso, Daffne Valdés, Paula Stange, Sibila Sotomayor y Lea Cáceres, formaron un grupo llamado “Las Tesis”. Iban a hacer una obra de teatro, que nunca se estrenó. Dentro de esa obra, una canción corta que refleja de manera cruda, directa, y sin miramientos, la violencia que sufrimos las mujeres.

Hicieron su primera puesta en escena el 20 de Noviembre en Valparaíso y fue un éxito. Luego, el 25 de Noviembre, el Dia Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, se replicó de forma masiva. El llamado a participar se hizo a través de Instagram. Como soy vintage no uso tanto esa red social, así que no me enteré hasta el día siguiente, cuando aparecieron los videos. Debo reconocer que lloré la primera vez que escuché el himno. “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”. No pude evitar los recuerdos que inundaron mi mente, 12 años, en la cama de mi mamá, con pijama, mi tío tocándome la noche que murió mi papá. Y 13,14, y 15. Según él, yo era irresistible lo cual implicaba que la culpa era mía, por lo que, desde los 12 años hasta el año pasado, nunca usé el color rojo, nunca faldas cortas ni escotes, nada que llamara la atención. Porque la culpa era mía. Era demasiado linda. Aún así, sin maquillaje ni faldas, siendo más joven varias veces me dieron agarrones, mi gritaron cosas soeces, me tocaron sin mi consentimiento, y muchos etcéteras. Lo importante es que se entienda que las mujeres estamos expuestas a mucha violencia y hemos llegado a creer que es normal que no podamos sacar a pasear a nuestro perro después de las diez de la noche solas sin sentir temor.

La canción me resonó en el alma como un Kultrün. Tenía que cantarla, o mejor dicho gritarla, algún día, en alguna parte. No sé cómo o porqué, me llegó una invitación para integrarme al grupo whatssap formado para organizar la versión “Las Tesis Senior”. Me integré al grupo “#Las Tesis Senior 3 (40+)”, y se llenó inmediatamente, era la hora de almuerzo del martes. Ese día entre los cientos de mensajes que llegaban, iban apareciendo vínculos para los grupos 4,5,6,7 y en la noche el 11. ONCE grupos whatssap, cada uno con más de 250 participantes, coordinando la presentación de “Las Tesis Senior” para el día siguiente, el miércoles 4 de diciembre en el frontis del Estadio Nacional. Pensábamos que contando las que no se agregaron a grupos, llegaríamos a unas 3.000 manifestantes en la protesta. Nos equivocamos. Fuimos 10.000.

La pregunta es por qué. Qué hace que 10.000 mujeres asistan a una protesta. La mayoría sobre los 40 años.

La razón es simple: la violencia que vivimos las mujeres casi a diario no se ve. Tal como dice el himno. “La violencia que no ves”. La violencia normalizada. Aquella en la que, si una mujer va al departamento de un hombre, se presume que está dispuesta a tener relaciones sexuales. Si ella después dice que fue forzada, en la mente de la gente e incluso de jueces, queda la pregunta: “¿Y por qué se fue a meter allá?” “¿Cómo iba vestida?” “¿Cuánto alcohol bebió?”, como si el hecho de ir a un lugar o usar determinada ropa o beber alcohol fuera un permiso para los hombres de simplemente tomarse el cuerpo de una mujer como un objeto de satisfacción sexual. Esa violencia es la que no se ve, de la que participa la sociedad toda. Al igual que los agarrones, los toqueteos, las invitaciones a comer para “conversar” sobre un aumento de sueldo, los roces en el metro, y una cantidad desgraciadamente infinita de situaciones con las que las mujeres tenemos que lidiar y a las que estamos expuestas, porque efectivamente el orden social tal como está hecho, fue pensado por hombres, no por mujeres. Nosotras tenemos participación con derecho a voto desde hace menos de 100 años.

Así que fui. Fui a gritar y a hacer sentadillas con mi cadera de titanio. Grité por mí y también por otras. Grité por la niña de trece años a la que obligaron a hacer sentadillas sin calzones hace un par de semanas atrás en una comisaría.

Por primera vez en mi vida estuve en medio de una masa enorme de seres humanos y no sentí miedo. Estaba entre compañeras, había 10.000 almas llenas de amor. Si hubiera estado en un restorán probablemente me habría preocupado de mi cartera, que no me roben el celular, o si hubiera estado en una marcha estaría preocupada que no me empujen. Pero nadie me empujó. No me robaron el celular. Y todas gritamos con una sola voz representando a miles que no pudieron ir, “LA CULPA NO ERA MIA, NI DONDE ESTABA NI COMO VESTIA, EL VIOLADOR ERES TU”. Fue catártico, sobrecogedor.
Las Tesis se ha replicado en casi todo el mundo, y la razón de ello es simple: porque en el mundo entero existe violencia contra las mujeres que no se ve, y somos nosotras, hoy, quienes queremos que se vea.

Perdimos el miedo.

Ahora es el momento de decidir que tengamos participación paritaria en el Congreso y en general en todas las instituciones. No es mañana ni pasado, ni sirven promesas. Llevamos demasiado tiempo siendo tratadas injustamente. Eso es violencia y se tiene que terminar.

 

1 comentario
  1. Fernanda dice

    Muy buen artículo, describe en detalle lo que vivimos diariamente las mujeres . Saludos

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.