Pedro Castillo, el candidato diferente para el balotaje en Perú

Además de los sondeos -que en ninguno de los últimos procesos electorales tuvieron un favorito constante, dada la usual volatilidad de la opinión pública peruana-, Castillo parece contar a favor con la alta dosis de rechazo que genera su competidora, la populista de derecha Keiko Fujimori.

El sindicalista de izquierda Pedro Castillo apuesta a diferenciarse del común de la clase política peruana, incluida la de su propio partido Perú Libre (PL), para consolidar en el balotaje del 6 de junio próximo la ventaja que hasta ahora le dan las encuestas de intención de voto frente a un balance desfavorable de apoyos de los partidos que quedaron fuera de la carrera electoral en la primera vuelta.

Además de los sondeos -que en ninguno de los últimos procesos electorales tuvieron un favorito constante, dada la usual volatilidad de la opinión pública peruana-, Castillo parece contar a favor con la alta dosis de rechazo que genera su competidora, la populista de derecha Keiko Fujimori.

En contra, el maestro cajamarquino es considerado por amplios sectores como una figura «antisistema», con supuestos vínculos -que no termina de estar claro cuánto tienen de reales y cuánto de forzados en una campaña electoral que no reparó en escrúpulos- con la organización terrorista Sendero Luminoso y con el chavismo venezolano.

La utilización de recursos de campaña sucia quedó de manifiesto en decenas de falsas noticias luego desmentidas -tanto para la primera vuelta como para el balotaje- y en la amenaza de muerte que recibió Castillo, según denunció PL el 29 de abril, sin dar mayores detalles.

Las últimas encuestas de intención de voto muestran a Castillo -ganador de la primera vuelta con 18,92% de los votos válidos, seguido por Fujimori con 13,41%- con sólida ventaja: 43% a 34% según la firma Ipsos, 35,5% a 23,1% según CPI, 41% a 36% según Datum y 41,5% a 21,5% según el Instituto de Estudios Peruanos (IEP).

Es una distancia superior a la que, con la misma anticipación, tenían los favoritos al balotaje en 2016 y 2011. De ambos participó Fujimori y en los dos resultó derrotada por una diferencia muy ajustada.

Este proceso electoral se asemeja mucho más al de 2011, en el que Fujimori se enfrentó al nacionalista Ollanta Humala -también entonces visto como «antisistema»- que al de hace cinco años, cuando Keiko Fujimori, la candidata de Fuerza Popular (FP), compitió con el liberal de centroderecha Pedro Pablo Kuczynski.

Sin embargo, no fue en 2011-16 cuando la institucionalidad y la gobernabilidad estuvieron en peligro sino en el quinquenio actual, que ya consumió cuatro presidentes y dos Congresos.

Fujimori concentra históricamente la mayor proporción de lo que en Perú se llama «antivoto», que define a quienes no votarían por alguien bajo ninguna circunstancia.

Aunque también el «antivoto» es volátil, el de Fujimori es hoy de 56% contra 45% de Castillo, según Ipsos.

Entre quienes dijeron que votarán a Castillo, 49% explicó que lo hará porque «es de su preferencia» y otro 49%, porque «rechaza a la otra candidata», mientras en el caso de Fujimori apenas 40% la prefiere contra 59% que reprueba a su adversario, según Datum.

Por lo demás, Castillo gana en todos los distritos menos en el área metropolitana de Lima y la vecina El Callao, con una ventaja mucho más pronunciada en los centros rurales (61,5% a 13,8%) que en los urbanos (38,9% a 19,4%), según CPI.

En ese contexto, Castillo procuró ganar la iniciativa desde el primer momento de la campaña para la segunda vuelta.

Comenzó a recorrer el país antes que Fujimori -demorada a la espera de autorización judicial para salir de Lima, pues está con libertad restringida mientras se investiga si cometió lavado de activos en la campaña electoral de 2011- y buscó diferenciarse de la dirigencia política tradicional.

Para ello no dudó en referirse a los supuestos vínculos que le achacan ni en diferenciarse incluso de su propio partido -especialmente del fundador y secretario general de PL, el exgobernador Vladimir Cerrón- ni en desafiar a Fujimori a un debate por fuera de los cuatro previstos por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE).

«Hemos aclarado que no somos comunistas, no somos chavistas, no somos terroristas; somos trabajadores como cualquiera de ustedes», dijo Castillo el 28 de abril en un acto proselitista en Máncora, en el departamento norteño Piura.

Asimismo, en otro acto de campaña, en Huaraz, Áncash, ratificó su propósito de nacionalizar los recursos naturales sin estatizarlos: «Se tiene que entender que una cosa es nacionalización y otra la estatización», dijo y subrayó que si las empresas están «de acuerdo con el planteamiento de que 70% queda para el país y 10% se lo lleva, ya no hay necesidad de ir más allá».

También, en más de una ocasión, tomó distancia de Cerrón: «Nosotros hemos trabajado un programa de Gobierno y, más allá de lo que diga o deje de decir Cerrón, el que va a gobernar soy yo», afirmó el 22 de abril, en una extensa entrevista por radio.

Y el martes pasado, en Moyobamba, San Martín, fue más allá: «Si algún congresista, si la bancada de Perú Libre resulta con torpezas en el parlamento, pido al pueblo peruano para sacarla a patadas, que se vaya a su casa», manifestó, según la radio RPP.

Contra lo que señalan las encuestas, Castillo tiene por ahora un apoyo muy limitado de parte de los partidos que quedaron fuera de carrera, pues apenas consiguió la adhesión de Juntos por el Perú (JPP) y la de Antauro Humala.

JPP es la agrupación de izquierda que postuló a Verónika Mendoza y fue sexta en la primera vuelta con 7,87% de los votos válidos.

Antauro Humala -hermano de Ollanta y desde hace años distanciado públicamente de él- es el líder ultranacionalista preso desde 2005 por la muerte de seis personas en la toma de una comisaría, y que no logró que su organización fuera admitida por otros partidos para la primera vuelta del 11 de abril. (Télam)

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