¿Qué hacía una enigmática lámpara de hace dos milenios emparedada en Jerusalén?

Hecha de bronce, y no de cerámica, como suele ser común en objetos similares de la misma época, se formó a partir de un molde, según sus descubridores.

Por Dahiana Cusnir (Sputnik)

Una infrecuente lámpara, y de aspecto «grotesco» según los arqueólogos, enterrada hace casi dos milenios en una estructura romana en Jerusalén, ha sido descubierta.

La inusual lámpara de aceite, que tiene la forma de la mitad de un rostro, ha sido desenterrada también en un lugar inusual: bajo de las bases de un edificio romano en Jerusalén, según anunció la Autoridad de Antigüedades Israelí (AAI).

Hecha de bronce, y no de cerámica, como suele ser común en objetos similares de la misma época, se formó a partir de un molde, según sus descubridores.

Los arqueólogos la tildaron de “grotesca” porque muestra la mitad de un rostro de carnero macho, con barba y cuerno en la frente, todo por la mitad. La punta de la lámpara tiene forma de una luna creciente y el mango es una planta de acanto. Y toda esta rareza, dijeron los expertos, fue encontrada dentro de una de las paredes del edificio.

Los arqueólogos de la AAI, Ari Levy y Yuval Baruch, informaron que el edificio romano en el que fue descubierta data del período de transición entre las dos grandes revueltas judías contra el imperio romano, después de la destrucción de Jerusalén por las huestes romanas en el año 70 después de Cristo, y antes de la reconstrucción romana de la ciudad, esto es, hace unos 1.900 años.

El sitio del edificio es conocido como Camino de Peregrinación, en el actual parque nacional de la Ciudad de David, situada en Jerusalén oriental.

HALLAZGO RARO Y ÚNICO

“La singularidad del objeto es que es solo la mitad de una cara”, explicaron los arqueólogos. Y la razón por la que la lámpara tiene la forma de media cara, con ojos saltones y una sonrisa amenazadora, sigue siendo un misterio. De acuerdo con los investigadores puede deberse a la necesidad de sujetarla a un objeto plano, como una pared, o tal vez por motivos espirituales y rituales.

La decoración que aparece en la lámpara es un motivo artístico romano común, similar a una máscara teatral.

“El rostro representado en la lámpara es grotesco y es muy similar a una máscara de teatro, que era un tema común en la cultura grecorromana”, dijo Levy. «La pieza de la cabeza separada, que estaba conectada de una manera diferente, tiene la forma de una hoja de acanto, que inspiró muchos motivos artísticos en el mundo antiguo, incluidos los capiteles corintios».

¿POR QUÉ FUE EMPAREDADA?

“Este objeto es muy simbólico”, explicaron los arqueólogos. “Es una lámpara que podría haber sido usada para hacer luz, pero es mucho más que eso. Fue enterrada en los cimientos del edificio con el fin de traer suerte a la estructura y a las personas que lo usaban, con el fin de resguardarlas”, concluyeron.

El Camino de Peregrinación es el camino que, según los expertos, los judíos antiguos caminaban para subir al Monte del Templo, donde se encontraba el templo sagrado, mientras cumplían el mandamiento de subir al santuario tres veces al año, en las fiestas judías de Pascua, Shavuot y Sucot.

«La calle fue construida durante el período del gobernador Poncio Pilatos”, informó el arqueólogo Levy. El camino de 2.000 años va desde el estanque de Siloé, donde los peregrinos solían purificarse ritualmente como lo exige la ley judía, hasta el área adyacente al muro de de los Lamentos conocida como Arco de Robinson.

Los investigadores creen que el ofrecimiento de esta lámpara puede dar fe de la importancia del edificio, ya que pudo haber estado vinculado a la protección del estanque de Siloé, la principal fuente de la ciudad.

Junto con la lámpara, se encontraron monedas, cerámica y material orgánico con el que realizaron las pruebas de radiocarbono, todo lo cual confirmó que el edificio se remonta al período entre finales del siglo primero y comienzos del segundo, cuando Jerusalén se convirtió en la colonia romana de Aelia Capitolina en 136 EC y el edificio y el área fueron definitivamente abandonados.

Antes de volver a salir a la luz, casi dos milenios después, como testigos de la libertad artística de los broncistas de la época, y con una mecha de lino, lista para ser encendida. (Sputnik)

ms/sp

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