Manzanas, pipas y sombreros: una muestra invita a recorrer el universo inquietante de Magritte

El pintor definía su pintura como un arte de pensar, y con ello se diferenciaba del automatismo surrealista.

Elementos ordinarios como manzanas, pipas o sombreros, transformados por René Magritte (1898-1967) en los disparadores de una obra inquietante que explora los bordes de la realidad y la sutil presencia de la extrañeza en lo cotidiano, reaparecen en una retrospectiva presentada por el Museo Thyssen-Bornemisza que intenta dilucidar los aspectos repetitivos y las múltiples combinaciones que se multiplican en la obra artística del pintor belga.

Bajo el título «La máquina Magritte», la exhibición que abrirá sus puertas desde el próximo 14 de septiembre hasta el 30 de enero con curaduría de Guillermo Solana, explora el trabajo del artista surrealista a través de 96 obras, videos y fotografías donde el público también podrá descubrir una selección de imágenes y películas amateur realizadas por el artista.

René-François-Ghislain Magritte es uno de los máximos representantes del surrealismo, artista de desbordante ingenio concibió composiciones audaces capaces de alterar la percepción y cuestionar la realidad preconcebida y obligar a la reflexión.

El pintor definía su pintura como un arte de pensar, y con ello se diferenciaba del automatismo surrealista.

Objetos pintados acompañados por textos como una manzana verde que oculta un rostro como en el «El hijo del hombre» (1964), la silueta de un hombre de espaldas con su sombrero como en «El gran siglo’ (1954) o como en «Los amantes», donde una pareja con sus rostros tapados se besa, son algunas de sus imágenes características.

Magritte es conocido también por obras como «La traición de las imágenes» (1948), un cuadro con una pipa pintada y un texto que explicita «esto no es una pipa» y «Las afinidades electivas» (1933), donde pintó una jaula para pájaros que tiene un gran huevo que ocupa todo su interior, entre una extensa producción pictórica.

El título de la muestra alude a un «aparato descrito por los surrealistas belgas» como «dedicado a generar imágenes conscientes de sí mismas», por lo cual se trata de una máquina metapictórica que produce cuadros pensantes y pinturas que reflexionan sobre la propia pintura: «la pintura solo se hace visible mediante la paradoja, lo inesperado, lo increíble, lo singular», describe el Museo.

La exhibición se organiza en secciones, con los recursos metapictóricos como hilo conductor, que exploran el trabajo del artista desde los autorretratos y la figura del artista; la introducción de la escritura en la pintura y en los conflictos entre signos textuales y figurativos; sobre las posibilidades paradójicas al invertir figura y fondo; el cuadro dentro del cuadro como motivo frecuente; la supresión del rostro en la figura humana, uno de los rasgos más recurrentes en Magritte, entre otros.

«Desde mi primera exposición, en 1926, (…) he pintado un millar de cuadros, pero no he concebido más que un centenar de esas imágenes de las que hablamos. Este millar de cuadros es el resultado de que he pintado con frecuencia variantes de mis imágenes: es mi manera de precisar mejor el misterio, de poseerlo mejor», decía el artista.

La muestra que se exhibe en uno de los museos más importantes de la ciudad española, se nutre de obras procedentes de instituciones, galerías y colecciones particulares de todo el mundo y el apoyo de la Fundación Magritte.(Télam)

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