OPINIÓN: Educación superior y la brecha de género en Chile

Por Olga Cuadros Jiménez, Académica e Investigadora UCSH

Recientemente conmemoramos el día internacional de la mujer. Una fecha que en el último tiempo ha tomado fuerza y ha transformado su sentido, con un giro hacia un potente llamado de atención feminista a las brechas y condiciones que evidencian inequidad de género. Históricamente, las mujeres hemos estado expuestas a diversas situaciones que marcan profundamente estas brechas, en las cuales, a pesar de tener las competencias, expectativas y motivación necesarias, seguimos obteniendo bajos logros y aún peor, en algunos casos quedamos excluidas. Aún hoy, en algunas dimensiones de la vida cotidiana se mantienen tanto estas situaciones como sus efectos.

El contexto educativo es una de las áreas donde las inequidades de género se hacen más visible. Sabemos con certeza, producto de investigaciones en el tema, que hay grandes brechas entre hombres y mujeres en cuanto a resultados académicos, logros de aprendizaje, apropiación y uso de tecnología entre otras, en áreas del conocimiento consideradas tradicionalmente como “duras” por su rigurosidad científica y objetividad. El efecto de ello se amplifica a lo largo de la trayectoria educativa, como lo revela en Chile el estudio de Brechas de género en carreras STEM (UC) realizado en 2021, que indica un desequilibrio de hasta un 75% menos de mujeres involucradas, trabajando en la generación directa de conocimiento, y no por falta de interés o capacidad, en el campo de la ciencia, la tecnología, ingeniería y matemáticas, cuando se compara con el porcentaje de participación de los hombres.

Si bien hemos avanzado en visibilizar la existencia de estas brechas y se han tomado medidas a nivel macro, orientadas a nivelar las brechas a través de la formulación de políticas públicas educativas, en un nivel micro existe evidencia respecto a prácticas y generación de condiciones en el aula y en la escuela que reproducen y actualizan las inequidades de género en contexto escolar, especialmente en lo relacionado con las interacciones interpersonales entre pares y con docentes. Esta evidencia proviene de diversas investigaciones, una de ellas actualmente en curso, establecida como proyecto Fondecyt sobre calidad de las relaciones interpersonales, estrés escolar, rendimiento académico y bienestar estudiantil, asociado a la UCSH, estudio en el que se analizaron datos de 1.275 estudiantes escolares de educación básica y secundaria (5°a 12° grado), 47,5% mujeres, con edades entre 9 y 19 años, en distintas regiones y establecimientos educativos públicos, privados y privados con financiamiento estatal del país.

Los resultados obtenidos, analizados con base en la variable género, y considerando factores sociodemográficos diversos, muestran sistemáticamente efectos significativos que ponen en desventaja a las estudiantes mujeres, en cuanto a la presión que perciben de su entorno educativo cercano, conductas dominantes y menor provisión de apoyo instrumental para el logro de sus aprendizajes, tanto de parte de sus pares como de profesores. Esto repercute en una percepción de menor bienestar psicológico y mayores niveles de tensión y conflicto en las salas de clase, que afectan su convivencia escolar, sus posibilidades de desarrollar armónica e integralmente sus actividades de aprendizaje y sus trayectorias educativas.

Esta conmemoración debiese ser entonces, una oportunidad para generar compromisos en el trabajo educativo, para superar prácticas inadecuadas, así como mejorar interacciones pedagógicas y socioemocionales que se aborden desde una perspectiva de género y justicia social, para la generación de un sistema educativo más inclusivo e integral.

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