A la caza de Heredia: presentan ensayo que analiza la mente del detective creado por Ramón Díaz Eterovic

La escritora y colaboradora de El Periodista, Montserrat Martorell destacó en la presentación de “A la caza de Heredia. Aproximaciones a la mente de un detective posmoderno” de Joaquín Escobar que “leer este libro es parte de los procesos históricos que nos habitan”.

El pasado 25 de mayo se realizó, en la Biblioteca Municipal de Providencia, el lanzamiento del libro “A la caza de Heredia. Aproximaciones a la mente de un detective posmoderno”, del autor Joaquín Escobar.

El texto, editado por el sello Narrativa Punto Aparte, analiza e interroga la figura del más célebre detective de la literatura chilena, Heredia, personaje creado hace más de tres décadas por el autor Ramón Díaz Eterovic.

En la presentación participaron el académico Ignacio Álvarez y la escritora y periodista Montserrat Martorell, quien compartió el siguiente texto de presentación:

«Para mí es un placer presentar este libro. Primero porque Joaquín es mi amigo y segundo porque considero que es un escritor que vale la pena conocer, reconocer y pensar. A la caza de Heredia, aproximaciones a la mente de un detective posmoderno, es un ensayo que cuestiona, que crítica, que piensa y repiensa la figura de aquel detective creado hace más de 30 años por el escritor Ramón Díaz Eterovic.

Ahora bien, ¿qué hay aquí? ¿Con qué me encontré en estas casi 100 páginas? Con una lectura que a ratos hay que leer en voz alta para seguir el pensamiento frenético de su autor. Pensamiento que va y vuelve, que caracteriza su estilo, que nos habla de su formación de sociólogo y que se mezcla con los intereses y obsesiones del mismo. ¿Hay poesía? Sí. ¿Hay literatura chilena? Mucho. ¿Hay referentes? Sí, sobre todos hombres… Y modernidad y violencia y política y memoria histórica (a 50 años del 11 de septiembre de 1973). También aparece la ciudad, una ciudad que es la nuestra, oscilante, rompiente, atorada, quebrada (y que es la nuestra). A la caza de Heredia es un viaje por nuestra historia reciente.

Cito página 14.

Me pregunto si para Joaquín Escobar, que creo tiene mucho de Heredia, también es así. ‘La ciudad no es pasajera, es un personaje que respira y que debe ser descrito’, nos dice.

¿Cuánto pasado hay aquí? ¿Cuánto diálogo? ¿Cuánta interpelación, cuánto deseo? ¿Cuánta desesperación? ¿Cuánta crítica social, desacato, desesperanza? ¿Cuánta melancolía que avanza en la medida que uno distingue los paisajes de un Santiago que está aquí, que está afuera y en el que Heredia, nos dice Escobar, se debate en medio del bullicio.

Cito página 22.

Páginas cargadas hacia un personaje que representa el quiebre de una época, la desilusión de millones, y que abre el espacio hacia aquello que tenemos que hacer: repensar la literatura, estimular la conversación entorno a la memoria a partir de la excusa de un protagonista que es huérfano de padres, pero que también es huérfano de aquellas convicciones que lo llevaron a batallar armadamente contra la dictadura y contra el presente que de alguna manera abandona.

Cito página 27.

Un personaje entrampado, neurótico, marginado por el capitalismo, que se abruma por el final porque le tiene miedo a la muerte, porque teme lo definitivo de este mundo apocalíptico (palabra que Joaquín utiliza repetidamente para construir una idea entorno a Heredia) y no puede con su alma errante, caminante, anacrónica. -otro vocablo que tampoco se pierde en el relato- y que nos lleva a la máxima planteada por el autor: ‘Heredia muere dos veces y, como un fantasma resignado (este texto está lleno de fantasmas), camina por el apocalipsis final, un sitio sin salidas ni luces donde se confunde al enemigo’.

Gracias Joaquín por este ejercicio, por este ensayo, por estas ideas, por estas aproximaciones, por discutirle a Heredia, por no tenerle miedo a las pausas, a la culpa, a los territorios fantasmagóricos, al agobio, a la desolación, a la derrota, a la tormenta (aunque sean los de Heredia -y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar), a la batalla perdida, a la demolición, al paso del tiempo, al capitalismo tardío, a la melancolía. Por vivir un poquito dentro de ella. Y porque la melancolía, así como la nostalgia, sabemos, es siempre mirar hacia atrás… y convertir esas campanas insistentes y obsesivas y personales en memorias colectivas. 2023, a 50 años del Golpe de Estado en Chile, es un año para recordar, para conmemorar, para decir nunca más (y bien fuerte). Leer este libro es parte de los procesos históricos que nos habitan porque como dijo el detective “aunque nada volvería a ser como antes, aferrarse a la memoria era el único gesto válido y consecuente”.

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