¿Un paso adelante, dos atrás?

Por Pedro Durán, consultor senior

Creíamos que la fuerza desbordante del estallido social había derribado al general Baquedano por largos años. Pero todo indica que no fue así.

Se ganó la presidencia y se instauró un gobierno que cambiaría la Constitución y modernizaría el Estado en una perspectiva social donde los ciudadanos serían los principales beneficiados: los derechos de la mujer, de los pueblos indígenas, las pensiones, la salud pública, la educación, la protección del medio ambiente, la creación de empleo, etc.
Era el gran paso adelante.

Dos intentos de cambio de Constitución fracasados, casos de “corrupción” por la entrega de fondos públicos a fundaciones cercanas al gobierno, la administración del Estado “descuidada” como se refleja, entre otros, por el escándalo de las licencias médicas, promesas no cumplidas, la falta de mayoría parlamentaria para impulsar los cambios prometidos, un contexto donde los medios de comunicación tradicionales están en manos de la derecha extrema.

Son parte de los temas que llevaron a los dos pasos atrás.

Gabriel Boric, con su frente amplia, llego a la presidencia como consecuencia de la necesidad de cambios pendientes que la ciudadanía había manifestado con el estallido social y su elección como presidente de la Republica. Pero Chile no nació con la llegada de Gabriel Boric a La Moneda. Los dos pasos atrás involucran al periodo de la dictadura de la derecha y también a los gobiernos anteriores y a los partidos políticos, a la organización del Estado y la constitución, el rol de los grupos económicos, al sistema educacional, a los medios de comunicación, entre otros temas.

La búsqueda de cambios del gran paso adelante era provocada por un sistema político–económico que privilegia a una minoría dejando a sectores importantes de la población fuera de los beneficios del “crecimiento” mal repartido.

Los primeros tres gobiernos de la Concertación tuvieron como principal desafío consolidar el proceso democrático iniciado con el triunfo del NO en el plebiscito de 1988. El de Aylwin y el de Frei tuvieron a Pinochet y a la derecha pinochetista, la de las muertes inevitables, “controlando” la transición hacia la democracia. Gracias al gobierno de Ricardo Lagos se pudo modificar la Constitución, terminar con los senadores designados, avanzar en los temas urgentes de las demandas sociales. Los gobiernos de Bachelet y Piñera fueron de avances y retrocesos neutralizando avances sociales y democráticos de los gobiernos de Michelle Bachelet.

El presidente Boric con su alianza política multicolor logró avances nacionales e internacionales. Reposicionó al país en la defensa de los grandes principios sociales y políticos frente a la derecha internacional, comandada por “Trump first” y sus aliados Putin y Netanyahu, que nos quieren llevar a los años 1930–1940, cuando el nazismo y el fascismo buscaban someter a la humanidad con sus guerras destructoras y asesinas.

El paso adelante en aquella época fue la derrota de esa derecha y el surgimiento de Naciones Unidas y sus agencias, entre otras: OMS, OIT, UNESCO, FAO, la declaración universal de los derechos humanos, en suma, un acuerdo mundial en la búsqueda de un futuro sostenible basado en el ser humano y la vida en el planeta.

Ese sí que fue un gran paso adelante.

Cayó el muro de Berlín y desapareció el principal enemigo del mundo liberal y neoliberal. Pero no desaparecieron los grandes problemas sociales de la Humanidad. Revoluciones y contra revoluciones, desde la creación de la ONU hasta la caída del muro de Berlín marcaron un periodo histórico que ahora se está agravando con la política de “TRUMP FIRST”.

Existe un desconcierto en muchos países. Especialmente en Europa.

El animal humano tiene las mismas características, en su ADN, que el resto de las especies del reino animal. Conquistar y proteger sus territorios. Alimentarse de otros animales y seres vivos. Claro que la civilización actual nos ha llevado a criar animales para comerlos porque cazarlos ya no es posible. La demanda es mucho más importante que la oferta.

El Paleolítico, donde el animal humano era un bocado más de la alimentación local, demoró 70 mil años para llegar al Neolítico donde se desarrolló la agricultura. Enseguida llego la “revolución” de la época: la domesticación del caballo y del camello permitiendo la conquista de territorios y sometimiento de sociedades. A ese ADN “animal” que tenemos, que es la base del comportamiento de muchos humanos, se suma la sociedad de consumo que nos lleva a consumir más de lo que necesitamos. El medio ambiente sufre las consecuencias.

En 1950 la población mundial era de 2.600 millones de seres humanos, hoy es de 8.200 millones. Se calcula que para el 2050 llegará a más de 10.000 millones.

El problema es que la superficie del planeta no crece y el aumento de la población tiene un efecto destructor que amenaza la vida en la Tierra. La aparición de nuevas tecnologías y en particular la llamada inteligencia artificial disminuye la oferta laboral y aumenta la pobreza en los países “subdesarrollados” provocando flujos migratorios hacia los países desarrollados para “sobrevivir”.

Las guerras se inscriben en esta lógica liderada por personas y grupos humanos sin conciencia social ni medioambiental. Solo los guía la búsqueda de dinero y el poder que genera la conquista de territorios y civilizaciones.

Generar una nueva conciencia y acción de la población es un tema de educación que va más allá de la educación formal. Los medios de comunicación y las películas formadoras de delincuentes y guerreros influyen demasiado cuando las sociedades se entregan al poder del dinero y dejan a un lado los valores esenciales para vivir en armonía entre humanos y con el medio ambiente.

Seguir el camino propuesto en la agenda 2030 de la ONU y los 17 ODS puede ser una solución a los problemas actuales, así como poner la “vida y la paz First” como guía de nuestras acciones. En todo caso, ese camino de superación hay que encontrarlo rápido, todos debemos ser actores.

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