
Bakú se viste de Fórmula 1: la capital de Azerbaiyán se prepara para recibir la velocidad
El trazado, que se estrenó en 2016 como Gran Premio de Europa y pasó a llamarse oficialmente GP de Azerbaiyán al año siguiente, combina velocidad extrema y precisión milimétrica.
Las calles de Bakú ya no son solo avenidas históricas y arquitectura de cuento frente al mar Caspio. Desde hace días, se sienten las vibraciones de un rugido que aún no llega, pero que ya electriza a la ciudad: la Fórmula 1 vuelve en septiembre, y con ella, la adrenalina de ver a los monoplazas más veloces del planeta en uno de los circuitos urbanos más desafiantes del campeonato.
Del 19 al 21 de septiembre, la capital de Azerbaiyán será sede del Gran Premio de Azerbaiyán, la decimoséptima fecha del Mundial de Fórmula 1 2025. El emblemático Circuito Callejero de Bakú, de 6.003 kilómetros, está tomando forma ante los ojos de los bakuenses y turistas: enormes graderías ya se alzan en las principales arterias, carteles con los colores de las escuderías tapizan edificios y postes, y los rumores sobre los favoritos ya se entremezclan en cafés y reuniones.
Con sus 20 curvas —algunas estrechas como la icónica curva 8, que pasa junto a las murallas del castillo medieval— y una recta principal de más de 2 kilómetros que bordea el mar, el circuito ofrece una experiencia visual y técnica única. La carrera consta de 51 vueltas, cubriendo un total de 306.049 kilómetros, y se ha ganado una reputación: aquí puede pasar cualquier cosa.
Lo sabe muy bien Oscar Piastri, quien el año pasado conquistó en Bakú su primer triunfo indiscutido en la F1. El joven australiano, tras una victoria agridulce en Hungría empañada por órdenes de equipo, encontró en Azerbaiyán su redención. Su talento brilló en las calles de Bakú, con una actuación impecable que lo consagró como uno de los nombres a seguir en la actual temporada. Y aunque hoy McLaren sigue enfrentando dilemas estratégicos, Piastri llega con ganas de repetir.
El trazado, que se estrenó en 2016 como Gran Premio de Europa y pasó a llamarse oficialmente GP de Azerbaiyán al año siguiente, combina velocidad extrema y precisión milimétrica. La frenada en la curva 1, tras una larga aceleración, exige tanto de los frenos como de los nervios. No hay margen de error.
Pero la carrera no se vive solo en el asfalto. Bakú se transforma. Durante ese fin de semana, la ciudad es una fiesta: conciertos, gastronomía callejera, fan zones y eventos paralelos convierten al GP en una experiencia para todos. Los hoteles están casi llenos, los precios suben y las reservas vuelan.
La Fórmula 1 ha encontrado en Bakú algo más que un circuito: un escenario. Uno que combina la modernidad de sus torres de vidrio con el alma de sus callejones de piedra. Aquí, donde la historia y el rugido de los motores se cruzan, la velocidad se convierte en espectáculo.
Faltan dos meses para que el semáforo se apague, pero el Gran Premio de Azerbaiyán ya comenzó a correrse… en el corazón de una ciudad que late al ritmo de los 300 km/h.