
Casa Bueras: oasis elegante en el corazón de Lastarria
Entre jardines secretos, terrazas privadas y una atención cálida y personalizada, este hotel boutique redefine el descanso en plena ciudad.
(Por Montserrat Martorell) En una calle tranquila del barrio Lastarria, justo en Coronel Santiago Bueras 188, se alza una casona construida en 1927 que guarda, tras su elegante fachada, una experiencia de hospitalidad que combina lo mejor del diseño contemporáneo con la historia y el alma del centro de Santiago.
Casa Bueras Boutique Hotel cuenta con 14 habitaciones y eso, sin duda, hace que la experiencia sea totalmente personalizada. Desde que uno entra, se percibe un ritmo distinto: aquí no hay apuro, no hay bullicio. Solo calma, jardín y silencio. Es fácil olvidarse que estamos a pasos de cafés, librerías, teatros y museos.
Los dormitorios se reparten en seis categorías, cada una pensada para distintos viajeros, pero todas con detalles que encantan: camas amplias y confortables, decoración sobria y elegante, escritorio, frigobar, caja de seguridad digital, wifi de excelente calidad, y un servicio de housekeeping dos veces al día.
Las cuatro suites ofrecen vistas a la calle arbolada Santiago Bueras; las tres Junior Suites tienen terrazas privadas que invitan al descanso absoluto. También hay tres habitaciones Deluxe (una de ellas con terraza), opciones Superiores en distintos niveles del edificio y una Standard Single que se puede conectar a una Suite, ideal para familias. El hotel incluye una habitación en el lobby adaptada para personas con discapacidad, lo que habla de una preocupación transversal por el bienestar de todos los huéspedes. Aunque se trata de una casa antigua, un moderno ascensor permite el acceso a todas las habitaciones.
Pero si hay algo que realmente marca la diferencia en Casa Bueras es su atmósfera. El jardín interior parece sacado de otro mundo: verde, protegido, silencioso. Junto a la piscina, rodeada de vegetación, se siente el verdadero lujo de desconectarse. Y está el Honesty Bar, una propuesta que apela a la confianza y a la ética del viajero: uno se sirve lo que desea —una copa de vino, una bebida fría, un snack— y lo anota luego en un papel. Así de simple. Así de bonito.
Durante la estadía, resulta curioso notar que la mayoría de los visitantes son extranjeros. Esa mezcla de idiomas, acentos y culturas le da al hotel una atmósfera cosmopolita que podría pertenecer a cualquier ciudad del mundo. Sin embargo, hay algo único que hace que quiera volver: su discreción, su calidez, su manera sutil de hacerte sentir en casa.
Casa Bueras no es solo un lugar donde dormir. Es una experiencia de pausa, diseño y confianza en medio de la ciudad. Un lujo íntimo, silencioso, auténtico.