Francisco Aylwin Oyarzún: un viajero de alma y un gozador de la vida

Con humor, nostalgia y una mirada entrañable, el periodista comparte anécdotas, sabores, encuentros y emociones que lo han marcado en sus viajes por el mundo.

Francisco Aylwin Oyarzún no solo es un hombre de convicciones y trayectoria, sino también un auténtico gozador.

Amante de la buena mesa, los paisajes conmovedores y los encuentros que dejan huella, viaja cada vez que puede. Para este periodista, el menor de los hijos del presidente Patricio Aylwin, cada destino es una oportunidad de asombro, cada comida un ritual, cada momento compartido una historia que vale la pena recordar.

En esta entrevista íntima y distendida, Aylwin nos invita a recorrer con él algunas de sus experiencias más memorables: desde una mágica Semana Santa en Málaga junto a Antonio Banderas, hasta una travesía familiar a Disney con 53 personas a bordo.

Un relato que no solo habla de lugares, sino también de lo que realmente importa en el camino: las personas, los afectos y la capacidad de maravillarse como un niño, una y otra vez.

El viaje del alma:
¿Qué aventura te hizo sentir que vivías un sueño, dejándote esa sensación de “¡wow, esto es vida!”?
Visitar la Isla de Pascua. Estar ahí, contemplando el Pacífico en 360 grados desde lo alto, fue una experiencia realmente onírica. Sentí que el alma se expandía en ese paisaje.

El rincón secreto:
¿Cuál fue el destino menos esperado que te robó el corazón, y qué detalle o experiencia lo hizo tan especial?
Jamás habría gastado dinero en ir a Disney. Si me hubieran dado a elegir, habría pensado antes en Madrid, Roma, Nueva York, París… mil destinos antes que ese. Pero recibimos una invitación familiar de mis suegros. ¡Éramos 53! Toda una tribu. Ocupamos media clase turista de un 767 de American Airlines. Fue una aventura inolvidable: ver a los niños disfrutar, y a los adultos volver a ser niños (yo incluido), fue simplemente maravilloso. Tanto, que luego repetimos la experiencia con mi señora y nuestros cuatro hijos. ¡Ojalá algún día podamos hacerlo también con los nietos!

Encuentro mágico:
¿Has tenido algún encuentro inesperado con alguien o algo que transformó tu forma de ver el mundo? Cuéntanos ese momento único.
No sé si cambió mi forma de ver el mundo, pero la Semana Santa en Málaga ha sido de las experiencias más impresionantes de mi vida. La devoción que se vive en esos días es verdaderamente conmovedora. Tuve el privilegio de acompañar la procesión de Lágrimas y Favores —ni más ni menos que junto a Antonio Banderas— un Domingo de Ramos de hace algunos años. Una pasada, como dicen en España.

Sabores y aromas:
Si tuvieras que elegir un plato o una bebida que represente la esencia de tus viajes, ¿cuál sería y por qué?
Uf ¡qué difícil! Unos buenos erizos u ostras en la bahía de Castro, junto a mi señora, con un vino blanco bien helado.
Machas a la parmesana mirando el mar desde el Cap Ducal en Viña.
Ceviche y un pisco sour en La Rosa Náutica, en Lima.
Un bife de chorizo mirando el Río de la Plata, ya sea en la costanera de Buenos Aires o en Puerto Madero.
Callos a la madrileña en la Puerta 57, contemplando la cancha del Bernabéu. Y, por cierto, los huevos rotos de Lucio.
¿La bebida? Un buen vino de la casa… en cualquier parte.

                                                                  Hotel Cap Ducal (Viña del Mar)

Locuras en ruta:
¿Cuál ha sido la situación más divertida o surrealista que has vivido durante tus aventuras, esa que hoy te saca una sonrisa al recordarla?
Después de la canonización del Padre Hurtado en Roma, llegamos tarde por la noche a Orvieto. Habíamos arrendado un auto y reservado el hotel. Compramos unos vinitos, queso y prosciutto para comer en la habitación, porque ya era muy tarde.
Con mi compadre dejamos a nuestras señoras en el hotel y salimos a buscar “ghiacchio” (hielo) para preparar un vodka tonic de aperitivo. Yo manejaba. Nos perdimos una y otra vez, y terminamos volviendo constantemente a la autopista hacia Roma. Fueron horas, y en esa época no andábamos con celulares.
Cuando finalmente volvimos, pasada la medianoche, me bajé del auto riéndome y gritando:
“¡Habemus ghiacchio!”
Nuestras señoras estaban preocupadísimas… y no le encontraron ninguna gracia.
Hasta el día de hoy nos reímos a carcajadas cada vez que lo recordamos.

La brújula viajera:
¿Qué tres palabras escogerías para resumir la emoción de cada nuevo destino y aventura? Explica tu elección.
Gracias! Soy un agradecido de las oportunidades que ha dado la vida de conocer muchos rincones y sus gentes.

Asombro: ¿No es eso lo que uno siente ante la belleza por ejemplo de los lagos del sur? ¿O el Valle de la Luna en el norte? ¿O de las Cataratas de Iguazú? (Por solo citar algunas obras de arte de la naturaleza).

Admiración. Por obras humanas como la Torre Eiffel, el acueducto de Segovia, el Duomo de Milán o los rascacielos de Nueva York (por solo citar algunas obras construidas por el hombre)

Ping-Pong de Preguntas y Respuestas Rápidas

¿Mochila o maleta?
Maleta. No soporto las mochilas. ¡No cabe nada!

¿Amanecer o atardecer en el camino?
¡Ambos! El amanecer en el Mediterráneo —el año pasado me tocó uno increíble en Valencia— y los atardeceres en nuestro querido Lago Riñihue. Hoy en día, con el volcán Choshuenco ya nevado, poniéndose rosado al atardecer… una maravilla.

¿Un destino soñado o uno por descubrir?
Soy más de repetir. Volvería una y mil veces a la Toscana o a la Costa Amalfitana.
¿Por descubrir? ¡Me quedan muchos! ¿Estambul? ¿Capadocia? Noticia en desarrollo.

Joan Manuel (Serrat), estos son mis hijos, que han crecido oyendo tus canciones. Los miró y me respondió: ‘Y a pesar de todo, ¡gozan de buena salud estos críos!’

¿Contar una anécdota o vivirla en silencio?
Como diría el gran Víctor Manuel: vivir para contarla.
Tengo una con Serrat. Fuimos con dos de mis hijos (eran chicos) a un recital en el Gran Rex, en Buenos Aires, invitados por unos amigos comunes. Le llevaba un vino chileno de regalo. Cuando nos hicieron pasar al camarín, le dije:
—Joan Manuel, estos son mis hijos, que han crecido oyendo tus canciones.
Los miró y me respondió:
—Y a pesar de todo, ¡gozan de buena salud estos críos!

¿Ciudad bulliciosa o paraíso escondido?
Cada una tiene su encanto. Me quedo con una noche con las luces de Manhattan… y un atardecer en las dunas de Concón.

¿Foto impresa, post en redes o un recuerdo en el corazón?
Foto impresa y post en redes: la Puerta de Alcalá (¡te la adjunto!).
Recuerdo en el corazón: una caminata con mis viejos por Algarrobo.

Soy más de repetir. Volvería una y mil veces a la Toscana o a la Costa Amalfitana. ¿Por descubrir? ¡Me quedan muchos! ¿Estambul? ¿Capadocia? Noticia en desarrollo

 

 

 

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