
Gustavo Basso: “La Universidad de Chile nos dejó claro que buscaba una sala icónica”
Repasando la trayectoria y trabajo detrás de la acústica de la Gran Sala Sinfónica Nacional de la U. de Chile, el ingeniero conversó respecto a este proceso y el legado musical que constituye la nueva casa de parte de los elencos del Centro de Extensión Artística y Cultural (CEAC).
“Nuestro objetivo es que la sala haga justicia a la música que allí se presentará”, señalaba el ingeniero argentino Gustavo Basso en noviembre del 2024, ocho meses antes de la inauguración de la Gran Sala Sinfónica Nacional de la U. de Chile; de la cual junto al ingeniero Rafael Sánchez Quintana y la arquitecta María Andrea Farina estuvieron a cargo de su diseño y afinación. Y el objetivo se cumplió con creces luego del puntapié inicial vivido por la comunidad universitaria y el mundo cultural, social y político que se reunió el pasado jueves 10 de julio en dicho espacio.
Gustavo Basso, ingeniero en telecomunicaciones y violinista, contaba en las jornadas de afinación con y sin público realizadas durante mayo y junio, que esta sala –nueva casa para la Orquesta Sinfónica Nacional, Camerata Vocal y Coro Sinfónico del Centro de Extensión Artística y Cultural de la U. de Chile (CEAC)– “se diseña con matemática, modelos digitales, todas esas cosas, pero la verdad es cuando una orquesta toca realmente en el escenario. Hasta ese momento es teoría”.
En esas jornadas, junto a Sánchez y Farina, “probamos varias configuraciones de los reflectores que están arriba del escenario, también varias formaciones de orquesta, y nos vamos muy contentos con el resultado”.
Así, este trabajo se inscribe en la trayectoria de Basso, quien estuvo a la cabeza de un proceso similar en la denominada “Ballena azul” de Buenos Aires y de la acústica del Teatro Colón de la misma ciudad.
-¿Cómo se inicia su aproximación a la música?
En mi caso, todo empezó con la música, parte central de mi vida desde la adolescencia. Luego seguí una carrera científico-técnica y, simultáneamente, integré la orquesta sinfónica de mi ciudad, La Plata, por más de 25 años. La acústica es un buen punto de encuentro entre esos dos universos.
-Ha trabajado y liderado procesos acústicos en otras salas de mucho reconocimiento. ¿Qué particularidades tuvo este proceso?
En cada proyecto se empieza de nuevo, no hay dos salas iguales. En el caso del auditorio VM20 los desafíos eran grandes: al estar ubicada en los subsuelos de un edificio, tuvimos que aceptar limitaciones en el volumen total del espacio, de gran importancia para lograr el tiempo de reverberación necesario. Esa restricción nos obligó a buscar estrategias de diseño no habituales, que aplicamos aquí por primera vez.
-Lo venimos teniendo de visita hace muchos años. Más allá de la infraestructura misma, que podemos ahondar, ¿qué cambio notó en término de discurso y de entender qué implicaba tener una sala como esta?
Desde el comienzo, la Universidad de Chile, a través de su equipo de arquitectos y del CEAC, nos dejó claro que buscaban una sala icónica, con un comportamiento acústico acorde al estado del arte. En ese sentido, el discurso no cambió, lo que nos obligó a poner la vara muy alta y a extremar los cuidados durante las etapas de proyecto y construcción.
-Sobre el funcionamiento de la sala. ¿Cómo podemos explicar en sencillo su funcionamiento? Considerando, por ejemplo, el principio que no tiene amplificación adicional.
¡Es una pregunta muy difícil! La idea central era la de conseguir un espacio en el que la música se sintiera como el living de una casa, con una gran intimidad y presencia del sonido. El reto era lograr eso en una sala para 1.100 personas, en la que el sonido más débil de un clarinete, por ejemplo, se distribuyera con un buen nivel sonoro en cada uno de los 2.200 oídos presentes. Y que lo mismo ocurriera para el resto de los 90 instrumentos de la orquesta. No me corresponde a mi decir si se logró o no; la respuesta la tienen que dar los asistentes y los músicos.
-Luego de las afinaciones con público, ¿la sala debe seguir siendo afinada?
La sala fue preparada acústicamente para el concierto sinfónico-coral inaugural. Aunque se van a seguir ajustando algunos detalles menores para esta función, sobre todo con la participación de los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, aún quedan pendientes los ajustes para música de cámara, coro a capella, y música amplificada. En un futuro, que ojalá no sea lejano, también habrá que ajustarla para recitales de órgano.
-¿Qué aprendizajes profesionales le dejó esta experiencia de afinación?
Cada experiencia es única. Podría resumir los resultados en dos partes: por un lado, pudimos verificar que se cumplieron los presupuestos físico-acústicos decididos en el proyecto (teóricos hasta ese momento). Por el otro, esta clase de ajustes requiere de la participación activa de músicos, directores y técnicos: el resultado es producto de un trabajo en equipo y, en el caso de la sala VM20, todos cumplieron con su parte de la mejor manera posible. Con la obra arquitectónica casi terminada, ahora empieza el tiempo del disfrute musical.