
Recife, ciudad de contrastes entre el mar y la memoria, está en plena transformación. Mientras su perfil urbano se embellece con modernas torres, una extensa y renovada costanera, y un desarrollo arquitectónico que ha redefinido su paisaje, las autoridades locales han puesto el foco también en recuperar el corazón histórico de la ciudad.
El casco antiguo de Recife, con sus calles coloniales, plazas arboladas y edificios centenarios, comienza a renacer. La iglesia de São Pedro, uno de sus íconos, ya luce un frontis restaurado que devuelve el esplendor a la plaza donde se erige. Pero más allá del patrimonio material, Recife decidió rendir homenaje a su herencia más profunda: la cultura y la poesía.
Así nació el Circuito da Poesia, una iniciativa municipal que convierte a la ciudad en un museo al aire libre, donde esculturas y placas rinden tributo a grandes figuras que marcaron el alma cultural de Recife. El visitante puede recorrer esquinas, calles y plazas donde la palabra escrita cobra vida y se mezcla con el ritmo cotidiano del centro histórico.
Entre los homenajeados se encuentran nombres como João Cabral de Melo Neto, Ariano Suassuna, Manuel Bandeira y Luiz Gonzaga. Pero uno de los más queridos y cercanos al espíritu popular recifense es Xico Science, figura clave del movimiento manguebeat, cuya estatua en la Rua da Moeda, además la única de color, recuerda no solo su música, sino su voz crítica y poética.
El arte del escultor Demétrio Albuquerque da forma a este recorrido, que no solo celebra la memoria de quienes hicieron de la palabra su arma y su canto, sino que devuelve al centro histórico un carácter vivo, reflexivo y profundamente humano. Como dice la inscripción que acompaña la ruta: “Recife é poesia viva”.
El casco histórico, con sus azulejos, iglesias, puentes y casas de época, se revitaliza así no solo con concreto y restauración, sino con versos, homenajes y el deseo de una ciudad que se reencuentra con su esencia. Una ciudad que se escribe a sí misma en presente.