“Diputado todoterreno”: Rubén Oyarzo, el parlamentario que quiere seguir jugando de local en el distrito más duro de Chile

Con 97% de asistencia, tres leyes promulgadas y fama de fiscalizador implacable, Rubén Oyarzo busca la reelección en el distrito 8 apostando a su mayor capital político: la calle que lo vio crecer y que aún recorre a pie.

En un Congreso marcado por la desconfianza ciudadana, Rubén Oyarzo se ha ganado la fama de “diputado todoterreno”. Con un 97% de asistencia, tres proyectos de ley promulgados y una agenda cargada de fiscalización y trabajo en terreno, el parlamentario del distrito 8 va por la reelección con una credencial poco habitual en la política chilena: combina protagonismo legislativo con calle pura y dura.

Hijo de un carabinero y una dueña de casa, Oyarzo creció en Maipú y sabe de memoria cada pasaje del distrito que representa, que incluye comunas como Pudahuel, Quilicura, Estación Central, Lampa y Colina. “Soy el único parlamentario que ha entrado a la toma La Nuevo Amanecer”, dice, en referencia al asentamiento irregular más grande de la RM. Ahí, entre calles de tierra y casas de material ligero, asegura que “no entran las promesas, entran las soluciones”.

En el Congreso, su sello ha sido una férrea defensa de la seguridad, el control migratorio y los derechos laborales. Preside la Comisión de Gobierno Interior, donde se discuten temas neurálgicos como el voto extranjero, la regulación migratoria y la modernización del Estado. También ha encabezado comisiones investigadoras mediáticas como la del Caso Convenios, ganándose un lugar como uno de los fiscalizadores más incómodos para el oficialismo y la oposición.

Su historia política tampoco es de manual. Fue una de las caras visibles del Partido de la Gente, pero se fue solo tras romper con Franco Parisi: “Nadie me iba a echar, me fui porque el proyecto dejó de representar lo que le prometimos a la gente”, dice. Hoy milita en el Partido Radical, pero mantiene buena relación con figuras tan dispares como Tomás Vodanovic (Frente Amplio) en Maipú e Isabel Valenzuela (UDI) en Colina. “Aquí no se gana gritando en Twitter, se gana trabajando con todos”, dispara.

En tiempos en que la política parece un deporte de escritorio, Oyarzo apuesta a la cancha: recorrer el distrito a pie, sentarse en las juntas de vecinos y aparecer donde escasean el agua, la luz y la seguridad. En un escenario electoral cargado de hastío ciudadano, su oferta es clara: seguir legislando con los pies en el barro.

“Conozco este distrito porque siempre he vivido en él. No necesito GPS. Voy a seguir trabajando en el Congreso, pero sobre todo en terreno. Ahí es donde se recupera la confianza”, dice el diputado que no solo quiere revalidar su escaño, sino también su promesa: hechos, no promesas.

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