La guerra contra los testigos

Por Bastián Garcés, periodista.

El 12 de junio de 2007, dos helicópteros AH-64 Apache estadounidenses mataron a cerca de 20 personas en Bagdad, entre ellas al fotoperiodista Namir Noor-Eldeen y su asistente Saeed Chmagh, de Reuters. El Ejército afirmó que se trató de un enfrentamiento con insurgentes; la versión se mantuvo tres años hasta que Wikileaks publicó el video “Asesinato Colateral”.

Este fin de semana, el Ejército israelí asesinó a cinco miembros de Al-Jazeera en Gaza: Ibrahim Zaher, Mohammed Noufal, Moamen Aliwa, Mohammed Qreiqeh y Anas al-Sharif, además del periodista independiente Mohammad al-Khaldi.

Anas era la voz más importante en la denuncia crímenes de los guerra y el genocidio cometido por el gobierno de Benjamín Netanyahu; el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) pidió protegerlo. Las Fuerzas de Israel lo acusaron de pertenecer a Hamás sin pruebas y reconocieron el ataque, realizado contra una carpa de prensa cerca del hospital Al-Shifa.

No es la primera vez: en marzo usaron la misma retórica para silenciar a Hossam Shabat.

Hace 20 años EEUU ocultaba sus crímenes; hoy las FDI los publican en redes sociales. Según el CPJ, en menos de dos años el Ejército israelí ha matado a 192 periodistas, una cifra superior a los 150 periodistas que perdieron la vida durante los 8 años que duró la Guerra en Irak.

Gaza perdió una de sus voces más potentes, mientras Israel impide la entrada de prensa extranjera y elimina a periodistas locales para evitar testigos. La comunidad internacional responde solo con gestos simbólicos ante una masacre que deja miles de muertos causados por las FDI, los colonos israelís o el hambre.

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