
Justicia francesa condena a Sarkozy a cinco años de cárcel
Los hechos se remontan a un acuerdo suscrito en el año 2005, en virtud del cual la campaña de Sarkozy se benefició de la entrega de 50 millones de euros procedentes de Libia.
Un tribunal de París ha condenado este jueves a cinco años de cárcel y otros tantos de inhabilitación al expresidente francés Nicolas Sarkozy por un delito de asociación de malhechores en la causa que juzga los fondos que recibió durante la campaña electoral de 2007 del régimen de Muamar Gadafi.
Aunque el exmandatario ha salido absuelto de los cargos de corrupción pasiva y de encubrimiento de malversación de fondos públicos, la condena dictada contra él garantiza su entrada en prisión independientemente que presente recurso. Dicho ingreso no será necesariamente inmediato, ya que las autoridades tienen un mes de plazo para notificarle la fecha de entrada, según el diario ‘Le Monde’.
Los hechos se remontan a un acuerdo suscrito en el año 2005, en virtud del cual la campaña de Sarkozy se benefició de la entrega de 50 millones de euros procedentes de Libia. Teniendo en cuenta todos los cargos que se le imputaban, la Fiscalía había pedido siete años de cárcel, cinco de inhabilitación y 300.000 euros de multa para el expresidente, al que consideraban el cerebro de una trama que también ha llevado al banquillo a los exministros Éric Woerth, Brice Hortefeux y Claude Guéant.
En el caso de Woerth, el extesorero de la campaña electoral ha sido absuelto de los cargos que se le imputaban, aunque para Guéant, exdirector de esa misma campaña, sí se han confirmado varios delitos, entre ellos corrupción pasiva, falsificación y tráfico de influencias, que le han valido una condena de seis años de cárcel que no cumplirá por razones médicas y 250.000 euros de multa Por su parte, Hortefeux ha sido condenado a dos años de prisión y una multa de 50.000 euros por el delito de asociación de malhechores.
No es el único frente judicial abierto contra Sarkozy, sobre quien ya pesaba una condena en firme por corrupción y tráfico de influencias que le obligaba a llevar una pulsera electrónica para evitar entrar en la cárcel.
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