Premios Nacionales 2025: un país que honra el conocimiento, la memoria y las emociones

Los galardonados entregan un retrato poderoso del Chile que queremos ser: un país que reconoce a quienes piensan críticamente, enseñan con pasión, defienden la verdad, trabajan por la equidad y aportan a la construcción de una sociedad más inteligente y más compasiva.

El Ministerio de Educación dio a conocer los nombres de los ganadores de los Premios Nacionales 2025, distinciones que reconocen trayectorias sobresalientes en distintos ámbitos del saber y la cultura. En esta edición, fueron galardonados cuatro destacados referentes de la ciencia, la educación, las humanidades y el periodismo: Alejandro Maass, en Ciencias Exactas; Delia Vergara, en Periodismo; José Bengoa, en Humanidades y Ciencias Sociales; y Juan Enrique Casassus, en Ciencias de la Educación. Cada uno de ellos, desde su trinchera, ha hecho de Chile un país más consciente, más justo y más conectado con su historia y su futuro.

Alejandro Maass: La matemática al servicio de la vida

El Premio Nacional de Ciencias Exactas recayó en el matemático Alejandro Maass Sepúlveda, reconocido por su extraordinaria trayectoria científica y su capacidad para expandir el impacto de las matemáticas más allá de sus fronteras tradicionales. Maass ha colaborado con biólogos, ecólogos y científicos ambientales para modelar sistemas complejos como el océano, el salmón o la biolixiviación del cobre, combinando rigor matemático con una mirada profundamente aplicada y transdisciplinaria.

Su liderazgo en el Centro de Modelamiento Matemático y el laboratorio Mathomics ha sido clave para la formación de capital humano avanzado y para impulsar una biotecnología nacional con proyección global. Su presencia en espacios como la COP25 y COP26 confirma que la ciencia chilena también puede iluminar debates planetarios. La matemática, en manos de Maass, se vuelve herramienta para entender y cuidar la vida.

Delia Vergara: El periodismo como acto de liberación

La décima mujer en recibir el Premio Nacional de Periodismo es Delia Vergara Larraín, una figura fundamental en la historia reciente de la prensa chilena. Su legado parte con la fundación y dirección de revista Paula, que en los años 60 y 70 introdujo un periodismo feminista, moderno y sin concesiones. Continuó con su rol durante la dictadura en Radio Cooperativa, donde encabezó espacios informativos emblemáticos que se convirtieron en bastiones de resistencia y verdad.

El jurado reconoció no solo su calidad profesional, sino también su valentía para enfrentar los temas silenciados: la sexualidad, la desigualdad, la libertad de expresión, los derechos humanos. En una época en que el ejercicio periodístico se ve amenazado por la desinformación y el descrédito, su trayectoria aparece como un recordatorio de que el periodismo puede —y debe— cambiar el mundo.

José Bengoa: La dignidad de los pueblos

José Antonio Bengoa Cabello, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, ha dedicado su vida a comprender, acompañar y visibilizar a los pueblos originarios de Chile y América Latina. Antropólogo, investigador y docente, su obra ha influido decisivamente en la forma en que el país entiende su diversidad cultural y las profundas deudas históricas con las comunidades indígenas y campesinas.

Autor de numerosos libros, Bengoa ha sido puente entre la academia y las políticas públicas. Participó en comisiones de paz, en procesos de reparación de derechos, en la creación de instituciones que buscan un país más inclusivo. Su ejemplo trasciende el aula y el libro: ejerce docencia en una escuela campesina en Chiloé, reafirmando que el conocimiento debe estar al servicio de la justicia.

Juan Casassus: Educar con emoción

La cuarta distinción fue para Juan Enrique Casassus Gutiérrez, filósofo, sociólogo y doctor en educación, galardonado con el Premio Nacional de Ciencias de la Educación. Casassus es pionero en poner la educación emocional en el centro de los procesos de enseñanza-aprendizaje, una perspectiva que hoy, en medio de las crisis de salud mental y los desafíos tecnológicos, cobra más vigencia que nunca.

Desde la UNESCO, el LLECE, o fundaciones como Índigo, su trabajo ha permeado sistemas educativos de toda América Latina. Su enfoque sostiene que sin emociones no hay aprendizaje, sin afecto no hay vínculo, y sin vínculos no hay transformación posible. Su legado es una pedagogía profundamente humana, que pone al estudiante y su bienestar al centro de la experiencia educativa.

Un país que se mira a sí mismo

Estos cuatro Premios Nacionales entregan un retrato poderoso del Chile que queremos ser: un país que reconoce a quienes piensan críticamente, enseñan con pasión, defienden la verdad, trabajan por la equidad y aportan a la construcción de una sociedad más inteligente y más compasiva.

No hay aquí premios decorativos, sino homenajes con sentido. Homenajes a la ciencia que dialoga con la naturaleza, al periodismo que da voz a los silenciados, a la academia que camina junto a los pueblos, a la educación que no olvida que antes de ser ciudadanos, somos seres humanos.

Chile honra así no solo a sus sabios, sino también a su futuro.

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El Periodista