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La implosión del sumergible Titán, ocurrida en junio de 2023 durante una expedición turística a los restos del Titanic, fue provocada por “un proceso inadecuado de ingeniería” de la empresa OceanGate, según determinó la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) de Estados Unidos. El fallo estructural del batiscafo causó la muerte de sus cinco ocupantes.
El informe concluye que OceanGate fracasó en determinar la fuerza y durabilidad del casco del Titán, construido con fibra de carbono, material que sufrió daños por delaminación y debilitamiento progresivo en inmersiones anteriores. “La causa probable de la implosión fue el uso de un casco compuesto con múltiples anomalías que no contaba con la resistencia necesaria”, señala la NTSB.
La investigación detalla que tras la 80ª inmersión, el sumergible ya presentaba daños que debieron obligar a su retiro. Sin embargo, OceanGate continuó operándolo, interpretando de forma errónea los datos de su sistema de monitoreo. Entre la 82ª y la 88ª inmersión —esta última la del accidente—, las delaminaciones se agravaron, lo que derivó en una “falla de pandeo local” que desencadenó la implosión.
El organismo también criticó la falta de cumplimiento de las normas internacionales y la ausencia de planes de emergencia adecuados. Si la empresa hubiese seguido los protocolos marítimos estándar, los restos del Titán podrían haberse localizado antes, aunque el rescate no era posible dada la magnitud del siniestro.
Entre las víctimas se encontraban el fundador de OceanGate, Stockton Rush; el empresario británico Hamish Harding; el explorador francés Paul-Henri Nargeolet, conocido como Mr. Titanic; y el empresario paquistaní Shahzada Dawood junto a su hijo Suleman, de 19 años.
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