Octubre mete miedo

Por Francisco Martorell, director de El Periodista y EPTV.

Octubre siempre mete miedo. No sólo porque se aproxima Halloween y comienzan a aparecer brujas, esqueletos y máscaras que asustan a los niños. También porque en la política chilena el mes llega cargado de fantasmas: los del pasado, los del miedo y los de la desesperación electoral.

Se despliegan las campañas y, con ellas, el ingenio —o la falta de él— de quienes buscan llegar al Congreso. Pero parece que este año los creativos se quedaron sin batería. No hay ideas nuevas, ni propuestas frescas, ni debates de fondo. Sólo eslóganes repetidos, acusaciones cruzadas y descalificaciones de manual. El terror político reemplazó a la imaginación.

En las calles y en las pantallas el miedo se impone como argumento. Miedo a lo que viene, miedo al otro, miedo a perder lo poco que se tiene o lo mucho que se cree tener. El miedo, como siempre, será el mejor motor de campaña: más efectivo que cualquier programa o promesa.

Evelyn Matthei lo usará —porque puede y porque sabe hacerlo— para asustar con Kast, aunque cada vez menos con Kaiser, ese competidor incómodo que no desaparece, pero que le sirve. Jeannette Jara lo usará para advertir del regreso de Kast, de Matthei, de Kaiser y de todo lo que huela a derecha. Y los anteriores harán lo propio con el comunismo, ese espantajo eterno que nunca muere y que sirve para unir a los que ya no se aguantan ni entre ellos.

Así, octubre vuelve a ser el mes del miedo. No el miedo a los fantasmas, sino a la posibilidad de pensar distinto, de discutir en serio, de ofrecer algo más que frases de campaña. Y entonces la pregunta es inevitable:
¿votaremos por miedo o por ideas?

Porque si el miedo gana, ya sabemos lo que viene después: más ruido, menos diálogo y la certeza de que, al final, los verdaderos monstruos no estaban disfrazados.

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El Periodista