Reflexiones sobre el Día de la Mujer Escritora

Por Patricia Muñoz, Bibliotecaria Documentalista U.Central sede Región de Coquimbo.

Históricamente la escritura ha estado presente en nuestras vidas hace miles de años, sin embargo, para una fracción de la humanidad estuvo vedada y restringida. Con el correr de los años el acceso a la lectura y escritura fue concedido solo para aquellas mujeres que pertenecían a los sectores económicamente favorecidos y solo relegadas al ámbito privado.

Resulta singular dar cuenta que el Día de la Mujer Escritora se celebra en conmemoración al fallecimiento de Teresa de Ávila, una mujer que se dedicó precozmente a la vida contemplativa ingresando a un convento para consagrar su existencia a Dios, inducida quizás por una enfermedad que la acompañó durante toda su vida y por las condiciones de vida de las mujeres que se vieron obligadas a ampararse en la iglesia para la producción de sus ideas a través de la escritura. Otro ejemplo, es sor Juana Inés de la Cruz, quien, siguiendo su interés literario, también fue forzada por su realidad histórica y social a recluirse en un convento para dedicarse a escribir.

No es hasta el siglo xviii y que se mantiene hasta avanzado el siglo XIX que la escritura y la lectura trasciende más allá de lo doméstico, pero con indignas limitaciones para publicar debiendo utilizar seudónimos, generalmente masculinos, para ocultar su identidad de mujer. Un ejemplo de ello es lo manifestado por un poeta a una de las hermanas Brontë, Charlotte Brontë, autora de la novela Jane Eyre: «La literatura no puede ser asunto de la vida de una mujer, y no debería ser así».

En nuestro país, la primera mujer que logró un título universitario en 1887 fue Eloísa Diaz quien se graduó de médica cirujana. No es hasta el siglo xx que las mujeres alentadas por ideas feminista comienzan a escribir para cuestionar el patriarcado, y junto con ello a promover el acceso a la educación de las mujeres, a pesar de ello el panorama no resulta alentador.

En 2023, datos de la UNESCO publicados en su página web señalan que las mujeres siguen representando casi dos tercios de los 765 millones de adultos que carecen de conocimientos básicos de lectura y escritura. El mismo año en Chile, y dados los resultados de medición de la calidad de los aprendizajes revelaron desafíos urgentes de abordar, entre ellos, el notorio descenso en el nivel de logros de aprendizajes en Matemática en particular de las niñas.

Se agrega a lo anterior, un informe del año 2022 presentado por la organización mundial de escritores PEN Internacional, con apoyo de la Unesco, el que señala que en Latinoamérica solo el 30% del espacio en la industria editorial, medios de difusión, festivales y premios literarios es destinado a las mujeres.

Sin embargo, un dato que merece ser mencionado es que las mujeres leen proporcionalmente más que los hombres, lo que debería reportar entonces mayor número de autoría femenina en diferentes ámbitos del saber. Para lo que se requiere mejorar las políticas públicas que promuevan la participación de las mujeres en investigación, literatura y comunicación.

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El Periodista