Faltar a la palabra

Por Ignacio Paz Palma, periodista y académico U. Central

Ya estamos adportas de la nueva elección presidencial, las cartas son claras y los nombres para la segunda vuelta también, aunque siempre podría haber alguna sorpresa en este electorado tan volátil que nos hemos convertido en el último lustro.

Ahora bien, más allá de las legítimas preferencias que pueda tener cada uno, lo importante es que votemos informados, no obstante, al escuchar los debates y las franjas, me surge una preocupación debido al bajo nivel discursivo de los candidatos. Tanto en contenido como en la pobreza en el uso de la palabra.

En lo primero, es evidente que ninguna de las opciones presidenciales le habla al país. Cada uno se dirige a su trinchera y el que no, intenta convencer a los electores desacreditando al oponente e incluso, mintiendo o relativizando las verdades.

Ya sabemos en qué terminó el mundo después de la consigna de Goebbels: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. El discurso se torna violento y lejos de aportar y unir voluntades, termina por separar y dividir aún más a una sociedad que lleva años caminando bajo un manto de desconfianza frente al otro. Aún somos testigos de cómo se libran guerras y genocidios que se sostienen a partir de mentiras discursivas.

Las palabras crean realidades y nuestros políticos lo saben, porque lamentablemente un discurso electoral no se construye a partir de verdades. Pero eso no es todo ¿se han dado cuenta del pobre nivel discursivo? ¿Dónde quedaron esos políticos que hacían gala de un dominio exquisito de la palabra?

Aquellas personas preparadas y cultas capaces de articular un discurso con argumentos sólidos y conocimientos acabados del espacio social, hoy son piezas de museos. Recuerdos de una política que difícilmente volverá. Hoy, las respuestas y discursos son ambiguas y el mensaje más que aclarar dudas, termina confundiendo a través de un bombardeo de conceptos carentes de sentido y coherencia.

¿Dónde queda la propuesta de una tesis social y los argumentos que logren posicionar esa idea? No existe, no hay un trabajo analítico y menos cognitivo capaz de convencer respecto a la proyección del país que anhelamos.

Así estamos, es lo que tenemos y tampoco exigimos algo mejor porque hace tiempo que nos conformamos votando por el menos malo. Los electores también somos parte del problema, porque no entendemos o nos informamos poco y a medias.

Probablemente muchos de quienes leen esto, solo lo han hecho con uno que otro video viral en redes sociales donde apenas le venden imagen y emoción. Al fin y al cabo, es simplemente el reflejo de la sociedad que se construyó, donde el monopolio de la palabra lo tienen estos personajes superfluos cuya verdad solo se sujeta en su calidad de autoridad, pero no en la capacidad intelectual, ni menos moral.

No importa si son de derecha, centro o izquierda. La falta de contenido e ideas es generalizada. Lo preocupante es que hasta no hace tantos años, eran pocos, aparecían de tanto en vez. Pero hoy, parecieran ser mayoría.

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El Periodista