Yuval Noah Harari: “Solo la generosidad puede garantizar la paz entre israelíes y palestinos”

En una columna publicada hoy por La Vanguardia (España), el historiador y filósofo israelí analiza las raíces del conflicto y afirma que la única salida posible es abandonar los relatos excluyentes y avanzar hacia acuerdos basados en empatía y concesiones mutuas.

El historiador, filósofo y escritor israelí Yuval Noah Harari publicó este domingo una profunda columna en el diario español La Vanguardia, donde afirma que la paz entre israelíes y palestinos solo será posible si ambas partes abandonan los relatos absolutos que justifican el conflicto y adoptan una postura de generosidad histórica.

Harari sostiene que no existe una razón objetiva por la cual ambos pueblos deban enfrentarse, ya que comparten la misma tierra —entre el río Jordán y el Mediterráneo— y esta es suficientemente extensa para permitir la convivencia de dos Estados o de diferentes arreglos políticos.

“Lo que alimenta el conflicto son relatos excluyentes que niegan al contrario”

El autor de Sapiens explica que las visiones que han sustentado por décadas el conflicto no derivan de la escasez de territorio o recursos, sino de “falsas certezas morales” y narrativas históricas simplificadas que cada bando utiliza para demostrar que posee el 100% de la razón.

Entre los palestinos, afirma Harari, predomina la idea de que son el pueblo autóctono original de toda la tierra entre el Jordán y el Mediterráneo y que los judíos europeos se la arrebataron en el siglo XX. Para Harari, si bien este relato tiene elementos reales, omite que la región tuvo una historia de ocupaciones, migraciones y mezclas étnicas que hacen imposible sostener una visión única y estática del pasado.

Entre los israelíes, en cambio, el relato que predomina es que pertenecen a un pueblo que vivió allí hace miles de años, fue expulsado y tiene derecho histórico a regresar y a considerar esa tierra como propia en exclusiva. Harari explica también que esta visión es históricamente incompleta, pues ignora la diversidad de pueblos que habitaron la zona y la complejidad de los procesos migratorios.

El resultado es una colisión de relatos —ambos con verdades parciales y omisiones significativas— que se niegan mutuamente y convierten cualquier concesión en una “traición”.

La necesidad de revisar la historia sin mitos

Harari dedica gran parte de la columna a desmontar las narrativas históricas excesivamente simplificadas. Explica que:

  • La región nunca ha sido homogénea ni exclusiva de un solo pueblo.
  • La idea de que los palestinos son los únicos habitantes originarios ignora siglos de migraciones y asentamientos diversos.
  • La afirmación de que los judíos fueron expulsados de forma permanente de Judea no se condice con la evidencia histórica: muchos permanecieron ahí y mantuvieron vínculos constantes con la zona.
  • El antisemitismo europeo y los pogromos del siglo XIX empujaron a los judíos a emigrar, pero esto no les otorga un derecho absoluto sobre toda la tierra.

Ambos relatos entran en contradicción con numerosos hechos históricos”, señala. Por eso insiste en que la única salida pasa por abandonar interpretaciones totalizantes y aceptar un pasado complejo.

Un equilibrio inestable pero posible

Harari reconoce que hoy el equilibrio es extremadamente frágil:

  • Israel posee mayor poder militar.
  • Palestinos viven bajo condiciones mucho más difíciles y con menos derechos.
  • Los asentamientos en Cisjordania y la actual violencia hacen aún más complejo avanzar en acuerdos.

Sin embargo, recalca que ninguno de los dos pueblos será capaz de eliminar al otro, y que insistir en la victoria total es una receta para la perpetuación del sufrimiento.

La tierra es el hogar de millones de judíos y millones de palestinos, y ninguno tiene otro lugar al que ir”, afirma.

La única salida: generosidad y concesiones mutuas

Harari cierra la columna con un mensaje claro: ningún acuerdo será posible si una parte exige el 100% de sus reivindicaciones.
La paz exigirá que:

  • Israel reconozca que Palestina es un país viable y seguro.
  • Palestina reconozca el derecho de Israel a existir como Estado y como hogar nacional del pueblo judío.
  • Ambos pueblos acepten que el otro tiene un arraigo legítimo en la tierra.

Y concluye:

“La alternativa no es justicia plena, sino guerra eterna. Si queremos un futuro mejor, debemos abrazar una generosidad más allá de lo habitual. Es por la vida y el futuro de ambos pueblos.”

Fuente: La Vanguardia, edición internacional, domingo 23 de noviembre de 2025.

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El Periodista