
Tras ser absuelto por justicia y Vaticano: Felipe Berríos acusa “persecución” y daño reputacional
El sacerdote relató tres años de sufrimiento y destacó que la resolución: “Me ha liberado de toda responsabilidad respecto de los hechos por los que se me acusó y fui condenado por la Compañía de Jesús”.
El sacerdote Felipe Berríos difundió este miércoles una declaración pública en la que afirmó que, tras más de tres años de investigaciones y sanciones eclesiásticas, tanto la justicia chilena como el Vaticano lo han absuelto de las acusaciones de delitos de connotación sexual que pesaban en su contra.
El religioso sostuvo que el reciente decreto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe lo “rehabilita” para el ejercicio del ministerio sacerdotal, luego de que la Compañía de Jesús lo expulsara en 2022 tras un proceso administrativo interno.
Según detalló, el documento emitido por el Vaticano el 22 de octubre y comunicado recientemente, “me ha liberado de toda responsabilidad respecto de los hechos por los que se me acusó y fui condenado por la Compañía de Jesús”. El sacerdote afirmó que no difundirá el decreto por respeto a las denunciantes, pero señaló que este “analiza detalladamente uno por uno los cargos y los desestima por ausencia de lógica interna y externa, por vacíos argumentales y por ausencia de elementos de corroboración suficientes”.
De acuerdo con Berríos, el Dicasterio concluyó que no existía “certeza moral” sobre la comisión de los delitos imputados en el proceso administrativo y ordenó dejar sin efecto los decretos que lo habían declarado culpable en abril de 2022, los mismos que motivaron su expulsión de la Compañía de Jesús y la prohibición de ejercer públicamente el sacerdocio en 2024.
El sacerdote aseguró que la situación dejó un daño “enorme” en su reputación y criticó duramente tanto a la Fundación para la Confianza como a la propia Compañía de Jesús, a quienes acusó de un trato “implacable” y “sin misericordia” durante los años en que estuvo bajo investigación.
Berríos señaló que, durante este periodo, mantuvo un trabajo pastoral en el sector de La Chimba y vivió “un proceso de profundo dolor, de soledad, de reflexión y de oración”. Agregó que continuará guiando su vida “bajo los principios de Jesús al modo de San Ignacio de Loyola, el padre Arrupe y San Alberto Hurtado” y que seguirá ejerciendo su labor donde sea requerido.
En su declaración también recordó que se autodenunció ante la justicia chilena para ser investigado y que fue sobreseído definitivamente en dos ocasiones, resoluciones que —según afirmó— determinaron no solo la prescripción de las imputaciones, sino también que estas no constituían delito ni estaban suficientemente fundadas.
Finalmente, Berríos llamó a que los delitos sexuales sean denunciados e investigados con rigor y sin “farandulización”. Sin embargo, sostuvo que en su caso “el prejuzgamiento y la obcecación han sido feroces” y acusó que, incluso tras el decreto del Vaticano, la Compañía de Jesús “persiste en sancionarme por cualquier vía”, atribuyéndole presuntos incumplimientos al voto de obediencia “por el solo hecho de defenderme”.
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