Bolsonaro toma posesión y proclama el principio del fin del socialismo

El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, tomó posesión de su cargo este martes en Brasilia entre fuertes medidas de seguridad, la presencia de una decena de jefes de Estado y de Gobierno y decenas de miles de seguidores aclamándole en las calles de la capital del país.

En su discurso tras recibir la banda presidencial de manos del presidente saliente Michel Temer, proclamó: «Me coloco delante de vosotros el día que el pueblo empezó a liberarse del socialismo, de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto».

Poco después, animado por los gritos de sus seguidores, blandió una bandera y advirtió que seguiría siendo de color verde y amarillo: «Nuestra bandera sólo será roja si es necesaria nuestra sangre».

Lo dijo en referencia al color asociado al comunismo y al Partido de los Trabajadores (PT) de los expresidentes Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) y Dilma Rousseff (2011-2016), formación que cierra este martes un ciclo de cuatro victorias consecutivas en las urnas.

Antes de hablar ante miles de personas en el Palacio del Planalto, la sede del Gobierno, Bolsonaro juró el cargo en el Congreso Nacional y pronunció otro discurso ante los parlamentarios.

En un tono más comedido, habló igualmente de «restaurar» Brasil, combatir la corrupción, la criminalidad y la ideología de género, y prometió «proteger» la democracia y trabajar por un país unido y sin discriminación.

En el plano económico, prometió reformas estructurales para afianzar la recuperación, austeridad para equilibrar las cuentas públicas y un Brasil más abierto al comercio internacional.

El líder ultraderechista desfiló por las calles de Brasilia en el tradicional Rolls Royce de los años 50 que se usa en este tipo de solemnidades, desde el que pudo saludar a decenas de miles de seguidores.

Lo hizo acompañado de uno de sus hijos, Carlos Bolsonaro, y de su esposa, Michelle Bolsonaro, que protagonizó una de las anécdotas del día cuando realizó un inaudito discurso en lenguaje de signos.

La primera dama prometió un fuerte compromiso con los que «no se sienten escuchados» y en especial con la comunidad sorda, y agradeció a Dios y a todos los brasileños que rezaron por la recuperación de su marido cuando fue apuñalado durante la campaña electoral.

Tras el discurso en el Palacio del Planalto la pareja presidencial recibió a las autoridades extranjeras y acto seguido, Bolsonaro nombró oficialmente a los 22 ministros del futuro Ejecutivo.

Participaron en la ceremonia los presidentes de Portugal (Marcelo Rebelo de Sousa), Paraguay (Mario Abdo Benítez), Uruguay (Tabaré Vázquez), Chile (Sebastián Piñera), Bolivia (Evo Morales), Cabo Verde (Jorge Carlos Fonseca) y Honduras (Juan Orlando Alvarado).

También saludaron a Bolsonaro los primeros ministros de Hungría (Viktor Orbán), Israel (Benjamín Netanyahu) y Marruecos (Saadeddine Othmani).

EEUU envió a su secretario de Estado, Mike Pomeo, la delegación de Rusia estuvo encabezada por el presidente de la Duma Estatal (Cámara Baja), Viacheslav Volodin, mientras que el vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular, Ji Bingxuan, representó a China.

La mayoría de autoridades presentes (se desplazaron a Brasilia alrededor de 60 delegaciones extranjeras) participan en un cóctel de cortesía en el Palacio de Itamaraty, la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, y el 2 de enero se prevén diversas reuniones bilaterales.

La investidura del 38º presidente de la historia de Brasil se dio entre fuertes medidas de seguridad: más de 12.000 policías y militares realizaron estrictos controles en las principales avenidas de Brasilia para revisar a cada uno de los miles de simpatizantes que acudieron a la ceremonia.

El espacio aéreo de Brasilia estuvo cerrado durante horas, y varios tiradores de élite estuvieron apostados en los puntos estratégicos del recorrido presidencial para prevenir cualquier ataque; el propio Bolsonaro usó un chaleco antibalas.

A pesar de los fuertes controles, que provocaron colas y quejas de algunos asistentes, el clima en la capital del país fue festivo y no se registraron incidentes. (Sputnik)

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