Ahmadinejad en Latinoamérica: All inclusive

pulso internacionalPor Rakesh Goklani*

Magister en Ciencia Políica

“De los tres países visitados por Ahmadinejad, Brasil asoma como la parada más relevante. No tan sólo por diferenciarse del eje discursivo anti-imperialista de Venezuela y Bolivia, sino que por la participación que pueda darle al gigante sudamericano en la compleja política del medio oriente, tradicionalmente ajena a estas latitudes”

Grande fue la expectación generada por la reciente visita del presidente de Irán a Latinoamérica.

A la de por sí protagónica imagen de Mahmoud Ahmadinejad, se sumaba la curiosidad por uno de los destinos elegidos para su itinerario, Brasil, que en concordancia con su creciente interés por jugar un rol relevante en la política internacional, constituía el punto central de una gira presidencial que, a su vez incluía a Bolivia y Venezuela.

Escaso de amigos, y cada vez más cuestionado, el actual presidente de Irán, ha debido sortear en los últimos meses, el revuelo levantado por las acusaciones de fraude electoral y por su controversial programa nuclear. Si a esto sumamos su frecuente negación del holocausto judío, y el menosprecio a la comunidad homosexual, podemos entender el rechazo que provoca su figura en distintos países.

A pesar de su imprudencia y la antipatía que en muchos genera, Ahmadinejad es un político hábil. Tiene la capacidad de moverse entre el desafío y la cooperación, levantando en momentos el rechazo, pero luego imposibilitando la sanción.

Su visita a Sudamérica estuvo dentro de este esquema de comportamiento. Semanas atrás provocó a la comunidad internacional declarando su intención de mejorar la tecnología iraní en enriquecimiento de uranio para luego, un par de días después, mostrar su lado más diplomático, viajando a Brasil en busca legitimidad para un programa nuclear de supuestos fines civiles.

Mal no le fue. Luiz Inacio da Silva, presidente de Brasil y aspirante a líder del mundo en desarrollo, declaró que “Occidente debe trabajar con Irán, no aislarlo”, pues considera que todo país tiene el derecho al desarrollo de energía atómica, siempre y cuando sea con fines pacíficos.

Para Lula fue una ocasión provechosa, pues mostró a un gobernante brasileño siendo relevante en los temas fundamentales de la política internacional. Liderazgo que desde hace algún tiempo, el fundador del PT ya viene demostrando como portavoz del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), en oposición al proteccionismo agrícola y comercial de los países desarrollados. El acercamiento entre Ahmadinejad y Lula, no pasó desapercibido en la Casa Blanca, donde, tras el inicial recelo, ya se considera al presidente brasileño como un nexo viable en la comunicación con Teherán.

Habiendo cumplido con el objetivo central de la gira, las escalas en Venezuela y Bolivia fueron menos sutiles. El abierto desprecio de Hugo Chávez por el sistema estadounidense y la dura oposición de Evo Morales a los grandes intereses privados internacionales, siguen siendo los cimientos de la gran amistad con Ahmadinejad. Una Amistad que también se ve reforzada por los proyectos de mutuo beneficio.

pulso internacional 3Para Morales, la cooperación iraní en la instalación de plantas petroquímicas para la industrialización del gas natural boliviano es un proyecto de relevancia. Ahmadinejad por su parte, ha mostrado interés en las reservas de litio altiplánicas, por lo que el potencial para el aumento de cooperación boliviano-iraní es real. Ahora bien, la ejecución de los eventuales acuerdos no es para esperarla de pie. Ya en su anterior visita a Bolivia, el presidente iraní se había comprometido a entregar diversas plantas de procesamiento lácteo, hospitales y maquinaria agrícola. Iniciativas que hasta el momento se han cumplido en parte.

En Venezuela, el tono fue más emotivo. Más allá de la cooperación industrial, que ya cuenta con diversos acuerdos firmados y en ejecución, el mandatario persa aprovechó la ocasión principalmente para expresar su sentimiento de amistad hacia Chávez y su oposición al sistema americano, manifestando que “el pueblo iraní y venezolano han formado un frente común ante las arrogancias del imperialismo mundial. Un frente que resiste con valentía ante los enemigos de los pueblos del mundo”.

Sin duda, de los tres países visitados por Ahmadinejad, Brasil asoma como la parada más relevante. No tan sólo por diferenciarse del eje discursivo anti-imperialista de Venezuela y Bolivia, sino que por la participación que pueda darle al gigante sudamericano en la compleja política del medio oriente, tradicionalmente ajena a estas latitudes.

pulso internacional 2Aún así, para Irán, las cartas verdaderamente importantes se siguen jugando a miles de kilómetros de distancia. Es por eso que no debemos perder de vista el verdadero centro del conflicto; una política iraní compleja por su intrincada composición interna, y frecuentemente provocadora en su proyección al exterior.

En tal sentido, cabe recordar que tras la revolución islámica del Ayatollah Jomeini en 1979, el sistema político iraní tomó una forma híbrida, en donde el derecho a elegir un gobierno en forma democrática se mantuvo, pero siendo limitado por un poder clerical con facultades ejecutivas y autoridad suprema.

En el actual gobierno, esta autoridad constitucional y suprema esta encarnada por el Ayatollah Ali Khamenei, quien según ha trascendido, es quien tras las sombras, ostenta el verdadero poder de decisión, en los asuntos relevantes como el programa nuclear y la política exterior iraní.

Ali Khamenei, el verdadero poder tras Ahmadinejad, lidera un programa nuclear ambiguo, donde el comportamiento del gobierno se mueve entre lo oscuro (haciendo creer que oculta algo), y lo simplemente torpe (si en verdad no lo hace), generando las justificadas sospechas de la comunidad internacional. Ejemplo de ello es la negativa del régimen iraní a aceptar que su uranio sea enriquecido en el extranjero, propuesta internacional que les da la posibilidad de usarlo con fines civiles pero que, a su vez, elimina la posibilidad de que el material sea preparado para uso militar.

Ahora bien, la actitud de Estados Unidos y sus aliados frente al problema ha sido mixta. Positiva en relación a darle a Irán una alternativa que acepta el uso civil de la energía nuclear. Y negativa en cuanto a no comprender que la eventual intención de poseer un arsenal nuclear por parte de Teherán, responde a la amenaza percibida por dicho Estado, claramente materializada en la fuerte presencia militar estadounidense en los países vecinos de Afganistán e Irak.

Frente a un escenario como éste, el rol de un mediador podría llegar a ser fundamental. Un desafío importante que sin duda tiene en Sudamérica a un gran postulante.

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