¿Giro a la derecha en América Latina?

Jaime EnsigniaAmérica Latina y, en particular, América del Sur, ¿está girando a la derecha política y socialmente? Esta pregunta sobrevuela no tan solo el debate académico, sino que también parece instalarse con fuerza desde la óptica política y partidaria en nuestra región.

Jaime Ensignia, Sociólogo, Director del Programa Internacional de la Fundación Chile 21

Emir Sader, prestigioso sociólogo y analista político brasileño,  entrega la siguiente apreciación: “Clima de euforia en los medios de la derecha latinoamericana, después de década y media de sucesivas frustraciones. Creen que pueden volver a ser protagonista de la historia latinoamericana contemporánea. En los medios financieros y en los medios de información internacionales, hay verdadera euforia” (¿Cuáles son los límites de la derecha en América Latina?, en ALAI AMELATINA, 06/01/2016).

Ciertos hechos parecen corroborar esta aseveración de Sader. En efecto, el triunfo electoral de Mauricio Macri en Argentina, sepultando 12 años de gobiernos kirchneristas; la abultada mayoría parlamentaria alcanzada por la oposición en Venezuela que logró los dos tercios en la Asamblea Nacional; la derrota de Evo Morales en el referendo constitucional que buscaba permitir la postulación del mandatario por un nuevo período; en Brasil, el cerco político, judicial, mediático y económico sobre el gobierno de Dilma Rousseff, casi con olor a “golpe blando”; el posible triunfo de la hija de Fujimori en Perú, y las dificultades de gobiernos como el de Correa en Ecuador y el de Michelle Bachelet en Chile, entregan veracidad a esta línea argumental.

Una cosa es cierta en este nuevo escenario: asistimos al cierre de un ciclo político y económico, que se caracterizó por un sorprendente auge económico, altas tasas de crecimiento –debidas, en gran parte, a los buenos precios de las materias primas- en el mercado mundial y especialmente de aquellas  requeridas por el sostenido crecimiento económico de la República Popular China. Este ciclo que vemos finalizar tuvo como actor político principal en su dirección a gobiernos progresistas, gobiernos de izquierda y nacional populares. Durante este período, se avanzó sustancialmente en la consecución de derechos sociales, laborales, políticos y, en políticas de acceso a la salud pública. En definitiva, se mejoraron significativamente los índices de crecimiento económico y se redujo sustantivamente la pobreza, no así la desigualdad en la región, quedando ésta como asignatura pendiente de cara al futuro inmediato. Amplias capas de la sociedad latinoamericana se vieron beneficiadas de estas políticas, logrando una movilidad social nunca experimentada en el continente.

Estos gobiernos progresistas de diversos matices cambiaron sustantivamente la faz de sus respectivos países. Sin embargo, la algo más que década dorada, ha pasado. El modelo de acumulación por el que optaron la mayoría de los países de la región, basada en la extracción primaria de sus recursos naturales ha llegado a un fin. Su gran comprador,  China, ha entrado en un proceso de desaceleración de su economía. Haciendo un somero balance de esta virtuosa etapa, los gobiernos progresistas que gobernaron, en los hechos no lograron asumir la necesidad urgente del cambio del modelo de desarrollo  imperante: de uno basado en la extracción y exportación de materias primas a un otro paradigma de desarrollo signado por la industrialización e introducción de valor agregado a los recursos naturales, cambio tan históricamente postergado en América Latina. Un importante constatación de este ciclo que llega a su fin, es que la derecha de la región estuvo prácticamente excluida y desaparecida de la escena política y social latinoamericana, como fuerza electoral con éxito, salvo contadas excepciones como Colombia y en cierta medida Paraguay. Pero hoy, la situación ha cambiado sustantivamente.

Paralelamente a este contexto de estancamiento o crecimiento económico deficiente en la región, se percibe un clima de entumecimiento político de otra naturaleza: un aire de atrofia y desgaste en cuanto al despliegue de ideas, de conceptos, de orientación política estratégica con el objetivo de superar el abismo abierto entre representantes y representados, tal como lo ponen en evidencia los más diversos estudios de opinión. El tema de la “gobernanza” y de las buenas prácticas que debería observarse en los diferentes gobiernos de la región, tanto los de la derecha política, como gobiernos progresistas y/o de centro izquierda –que aún quedan- han sido puestos seriamente en tela de juicio. Es la política misma la que está en jaque y, nuevamente, los postulados neoliberales se inmiscuyen en todos los ámbitos del debate político, social, cultural y por cierto, en el debate económico.

¿Podrá la derecha en América Latina, maniobrar en este nuevo escenario, sin recurrir a la represión de las reivindicaciones sociales, sin conculcar derechos económicos y sociales de amplios sectores sociales, sin recortar derechos políticos y democráticos logrados en las dos últimas décadas? ¿Podrá hacerlo sin recurrir a las fracasadas y malolientes recetas neoliberales de los noventa? Así las cosas,  junto a este giro a la derecha en el continente, nos encontramos frente a un nuevo desafío tanto coyuntural como político estratégico para el progresismo y la izquierda democrática de la región.

3 Comentarios
  1. Alonso dice

    No soy para nada socialista. Creo que tanto la socialismo como la Usura expropian el esfuerzo de las personas, pero en aras de parte de la verdad permítanme agregar el siguiete enlacehttp://www.bloomberg.com/features/2016-como-manipular-una-eleccion/

  2. BUBA dice

    Ciertos hechos parecen corroborar esta aseveración de Sader. En efecto, el triunfo electoral de Mauricio Macri en Argentina, sepultando 12 años de gobiernos kirchneristas; la abultada mayoría parlamentaria alcanzada por la oposición en Venezuela que logró los dos tercios en la Asamblea Nacional; la derrota de Evo Morales en el referendo constitucional que buscaba permitir la postulación del mandatario por un nuevo período; en Brasil, el cerco político, judicial, mediático y económico sobre el gobierno de Dilma Rousseff, casi con olor a “golpe blando”; el posible triunfo de la hija de Fujimori en Perú, y las dificultades de gobiernos como el de Correa en Ecuador y el de Michelle Bachelet en Chile, entregan veracidad a esta línea argumental.
    Se hecho ya partimos mal, usted, asume que bajando el perfil de lo que ocurre en Brasil, con la corrupción permanente y grotesca de esa enorme economía.
    Una cosa es cierta en este nuevo escenario: asistimos al cierre de un ciclo político y económico, que se caracterizó por un sorprendente auge económico, altas tasas de crecimiento.
    Sin olvidar, un periodo de la derecha gobernando en Chile desde el 2008-2014.
    –debidas, en gran parte, a los buenos precios de las materias primas- en el mercado mundial y especialmente de aquellas requeridas por el sostenido crecimiento económico de la República Popular China.
    Es una mirada muy simplista de entender el fenómeno económico, ¿crisis del 2008?
    Este ciclo que vemos finalizar tuvo como actor político principal en su dirección a gobiernos progresistas, gobiernos de izquierda y nacional populares. Durante este período, se avanzó sustancialmente en la consecución de derechos sociales, laborales, políticos y, en políticas de acceso a la salud pública.
    ¿Acceso a la salud pública?, ¿puede entregar un dato duro?, acceso puede ser, ¿pero de que calidad?
    En definitiva, se mejoraron significativamente los índices de crecimiento económico y se redujo sustantivamente la pobreza, no así la desigualdad en la región, quedando ésta como asignatura pendiente de cara al futuro inmediato. Amplias capas de la sociedad latinoamericana se vieron beneficiadas de estas políticas, logrando una movilidad social nunca experimentada en el continente.
    Los países de América se empobrecieron, o sea bajo la miseria, pero aumento la pobreza ($357 suelo mínimo), chile está endeudándose a tasas importantes.
    Estos gobiernos progresistas de diversos matices cambiaron sustantivamente la faz de sus respectivos países. Sin embargo, la algo más que década dorada, ha pasado.
    El modelo de acumulación por el que optaron la mayoría de los países de la región, basada en la extracción primaria de sus recursos naturales ha llegado a un fin.
    ¿Predicador, mago, pronosticador?
    Su gran comprador, China, ha entrado en un proceso de desaceleración de su economía. Haciendo un somero balance de esta virtuosa etapa, los gobiernos progresistas que gobernaron, en los hechos no lograron asumir la necesidad urgente del cambio del modelo de desarrollo imperante: de uno basado en la extracción y exportación de materias primas a un otro paradigma de desarrollo signado por la industrialización e introducción de valor agregado a los recursos naturales, cambio tan históricamente postergado en América Latina.
    ¿Proclamando lo mismo que desprecian?, el capitalismo, ¿a que costo?
    Un importante constatación de este ciclo que llega a su fin, es que la derecha de la región estuvo prácticamente excluida y desaparecida de la escena política y social latinoamericana, como fuerza electoral con éxito, salvo contadas excepciones como Colombia y en cierta medida Paraguay. Pero hoy, la situación ha cambiado sustantivamente.
    Paralelamente a este contexto de estancamiento o crecimiento económico deficiente en la región, se percibe un clima de entumecimiento político de otra naturaleza: un aire de atrofia y desgaste en cuanto al despliegue de ideas, de conceptos, de orientación política estratégica con el objetivo de superar el abismo abierto entre representantes y representados, tal como lo ponen en evidencia los más diversos estudios de opinión.
    El tema de la “gobernanza” y de las buenas prácticas que debería observarse en los diferentes gobiernos de la región, tanto los de la derecha política, como gobiernos progresistas y/o de centro izquierda –que aún quedan- han sido puestos seriamente en tela de juicio. Es la política misma la que está en jaque y, nuevamente, los postulados neoliberales se inmiscuyen en todos los ámbitos del debate político, social, cultural y por cierto, en el debate económico.
    Usted mismo los trae a colación y los propone como solución.
    ¿Podrá la derecha en América Latina, maniobrar en este nuevo escenario, sin recurrir a la represión de las reivindicaciones sociales, sin conculcar derechos económicos y sociales de amplios sectores sociales, sin recortar derechos políticos y democráticos logrados en las dos últimas décadas? ¿Podrá hacerlo sin recurrir a las fracasadas y malolientes recetas neoliberales de los noventa? Así las cosas, junto a este giro a la derecha en el continente, nos encontramos frente a un nuevo desafío tanto coyuntural como político estratégico para el progresismo y la izquierda democrática de la región.
    En resumen estimado su lógica y de la mayoria de los llamados de “izquierda, progresistas”, claramente responde a: “Solamente plantearse en el lado contrario como estrategia de sobrevivencia, siendo en el fondo de la misma naturaleza que la derecha”.

  3. Fabián Bustamante Olguín dice

    Coincido en varios de los puntos sostenidos arriba por el autor. Pero esta derechización de las cúpulas en América Latina no es un fenómeno nuevo, y data desde inicios de la década de los noventa con el triunfo de los Estados Unidos en la Guerra Fría (1947-1989).
    Si bien es cierto que surgieron varios proyectos de izquierda en la región, resistiendo a ese proceso, me parece que la derecha -apoyada por los Estados Unidos- ha reaccionado frente a ello, y ha utilizado la táctica de los «golpes blandos» para derrotarlos (algo que experimentó hace algunos años el Paraguay y ahora Brasil).
    Mi hipótesis es que tales «golpes blandos» están en plena correspondencia con la política exterior de los Estados Unidos -actor no señalado en el escrito y que es de vital importancia en un continente subyugado y dependiente de él-, que pretende recuperar a América Latina como parte de su zona de influencia para los efectos de recuperar su hegemonía mundial, y así derrotar particularmente a China.
    En ese sentido lo que está diciendo Wikileaks de que el nuevo mandatario Temer fue agente de la CIA es una variable a considerar.
    Lo anterior, por último, -y a mi juicio-, refleja que la derecha latinoamericana, en esta nueva etapa, no se puede comprender sin mencionar a los Estados Unidos, del cual son sus colaboradores locales afines a su modelo.

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