Ecología humana y cuidado del medioambiente: un problema mental

Rara vez las sociedades asumen a escala personal el daño al medioambiente, es más, descansan en la comprensión sesgada de que son temas obligados de grandes empresas depredadoras de recursos naturales y no el resultante de la escasa empatía social.

Por Miguel M. Reyes Almarza, periodista*

El impacto medioambiental es principalmente la suma de una serie de conductas individuales donde el sistema causa-efecto se multiplica más allá del espectro visible. Y no tiene que ver específicamente con ideologías, incluso cuando podríamos sospechar que tras la depredación de recursos existe una ideología de carácter mercantil. Las personas al carecer de herramientas de reflexión crítica que les permitan entender que el medioambiente es de responsabilidad colectiva, supeditan el cuidado de este a un otro invisible y despreciado o, por el contrario, a otro omnipotente y de recursos amplios.

            Miguel Reyes

Ambas expectativas son falaces. Pensar que ‘alguien’ debe recoger lo que tiramos, ya que existe una posición en el mercado para esa actividad es un total despropósito. En el fondo mi problema es de empatía, pues consideraré que la legitimidad del otro está en hacer aquello que yo no hago y que solo se justifica cuando es servil a mis pulsiones. Considerar que el Estado tiene la obligación de limpiar nuestra torpeza solo porque pagamos impuestos no es más inteligente, porque eso termina desplazando presupuestos onerosos que pudieron ser utilizados de mejor forma.

En la famosa peregrinación al Santuario de Lo Vásquez se recogen más de 25 toneladas de basura. La ideología religiosa, que implica empatía y consideración, no alcanza para quienes deben trabajar horas al sol limpiando lo que tiran aquellos que van en la ‘gracia de Dios’. En Valparaíso y para la fiesta los ‘Mil Tambores’, celebración cultural variopinta, la cifra alcanza las 300 toneladas de desechos. ¡Viva la cultura, vivan todas las expresiones artísticas! ¡Qué alguien recoja mi basura! La gran fiesta de Año Nuevo en la Capital aporta 35 toneladas más a este desprecio por aquello que no vemos y así también lo hacen los Mega Eventos y las Fiestas Patrias del Parque O’Higgins.

¿Dónde está el problema? Decir educación es muy obvio y poco pragmático. Muchas personas en ausencia de una educación formal son capaces de entender que el cuidado de su entorno los favorece plenamente. El problema está en aquellos que no entienden, ya sea porque sienten que eso es denigrante y por lo mismo alguien debe realizar esas acciones ‘poco decorosas’ o definitivamente porque esa acción de dominación y patronazgo los eleva a la cualidad de grandes personas que usufructúan de la fuerza laboral de otros solo porque esta existe y está disponible.

La ecología humana no es solo un asunto de relación con el entorno, es también empatía y compromiso, ese que no esboza Trump al negar los evidentes informes acerca del cambio climático, renunciando al acuerdo de Paris por no tener la capacidad de ver en el otro –cualquiera que no sea sí mismo y su ideario de país- y en su pesadumbre, la antesala de lo que pronto le sucederá a su propia economía. Recordando que la cognición es parte razonabilidad y parte emoción, lo que afecta a Trump y a tantos otros ‘patrones’ es que su ceguera acerca de los problemas que acarrea su irresponsabilidad son reflejo de un pensamiento crítico ausente y nulo poder de razonabilidad en función de todos. La peor patología mental de nuestros días.

*Investigador en pensamiento crítico.

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